domingo, 10 de julio de 2016

Pedro Zulen & César Vallejo


Decíamos en una reseña a un libro anterior --Pablo Quintanilla, César Escajadillo y Richard Antonio Orozco (eds.) Pensamientoy acción. La filosofía peruana a comienzos del siglo XX (Lima: IRA, 2009)-- que éste se proponía: “reconstruir y analizar las dos tradiciones filosóficas que tuvieron mayor influencia en el desarrollo de la filosofía peruana a comienzos del siglo XX: el espiritualismo francés y el pragmatismo estadounidense, concentrándose en la recepción que hubo en el Perú de Henri Bergson y de William James”; y, agregábamos también allí, que aquel libro alimentaba: “el campo de la crítica a la producción literaria de aquellos años.  En concreto […] para una lectura de la poesía de la época; en particular, para un acercamiento vivo --por actual-- a uno de los poemarios más complejos o difíciles de la lengua, Trilce (1922)”; y especificábamos: “qué pertinente podría ser hablar --en términos de Bergson-- de dos yo, uno superficial y otro profundo, en la poesía de Vallejo (algo que ahora mismo obsesiona, aunque con otros presupuestos, a un estudioso como Stephen Hart). O, no menos, aquello de que “el conocimiento es colectivo por naturaleza” (Pierce) y no atributo de la conciencia individual; y, por lo tanto, la justicia también (“Masa”). Asimismo su corolario, “el individuo, si es algo, es parte de un todo sin el cual no tendría sentido”.   En fin, estos eran algunos de los conceptos que ventilábamos allí, aunque,  al mismo tiempo, quedaran como esperando una continuación;  la cual, en el caso del libro que pasamos a reseñar [Rubén Quiroz, Pablo Quintanilla y Joel Rojas (eds.) Pedro S. Zulen.  Escritos reunidos (Lima: Fondo Editorial del Congreso del Perú, 2015) 698 pp.], deseamos satisfacer.
 
            Lo primero de todo, en cuanto al interés que Zulen (1889-1925) en tanto poeta --publicado por Dora Mayer-- pudiera haber despertado en Vallejo, sería nulo; creemos que, Rubén Quiroz, también se queda corto cuando enfatiza: “En su corta existencia [Zulen] exploró asimismo el género lírico, bien es cierto que anclado en las maneras modernistas” (25).  Egurenismo y rancio  romanticismo, añadiríamos nosotros.  Muy a contracorriente --e impotente acaso-- frente a lo que el mismo Zulen informa sobre la obra de un nietszchiano Bergson en la “Introducción” a su tesis de 1920, La filosofía de lo inexpresable.  Bosquejo de una interpretación y una crítica de la filosofía de Bergson: “Bergson quiere sustraer la mente de un mundo estático, formal, encasillado, mundo de irrealidad, artificio o insuficiencia interior, y colocarla en la primitividad y plenitud de la vida, en el impulso instintivo y creador que esta lleva en sí” (37).  Es decir, y en realidad, Zulen no supera o anda imantado todavía a su filósofo estudiado.  Por más que, en aquel libro de 1920, asimismo argumente: “El bergsonismo queda así reducido a un ilusionismo  psicológico, a un espejismo de la duración real, que en cuanto quiere constituir un sistema filosófico, no avanza más que el agrietado racionalismo […] La novedad del platonismo bergsoniano consiste solamente en establecer que el platonismo, ilegítimo si la Idea es cosa o relación, deviene legítimo si ella es duración […] Intuir es platonizar” (55).  Y aquello es así porque, como bien argumenta Pablo Quintanilla en la “Presentación” del segundo libro de Pedro Zulen --Del neohegelianismo al neorrealismo [atomistas lógicos].  Estudio de las corrientes filosóficas en Inglaterra y los Estados Unidos desde la introducción de Hegel hasta la actual reacción neorrealista (1924)--, citamos: “Zulen no se despega por completo de la influencia de Bergson, como se ve en la defensa que hace, en Del neohegelianismo al neorrealismo, de un cierto hegelianismo leído desde la obra de Royce [“El pensamiento es para las cosas y todas las cosas son para el pensamiento, en el vivimos y en él nos movemos”], así como en el duro cuestionamiento que realiza del materialismo [como del materialismo histórico de José Carlos Mariátegui o Víctor Raúl Haya de la Torre] que él cree encontrar entre los neorrealistas” (61).   En pocas palabras, sintetiza Quintanilla: “Quizás la crítica más puntual que podría hacérsele a nuestro autor no es el abrazar el concepto de espíritu [cercano a Spinoza, es decir, al panteísmo o al panenteísmo] ni utilizarlo en su filosofía, sino el no explicarlo conceptualmente con más claridad, dado que lo emplea como una pieza principal en su filosofía y le sirve para elaborar cuestionamientos a posiciones filosóficas y psicológicas” (66)

            Obvio, César Vallejo no compartiría estas incertidumbres o dubitaciones zulenianas.  Por un lado, ya en su tesis de “Bachiller en Filosofía y Letras” de 1915 (El Romanticismo en la poesía castellana), echó mano --más bien-- de la noción positivista o naturalista de un Hippolyte Taine; desde la cual se analizaban las obras artísticas y literarias considerándolas como el resultado de la raza, el ambiente y el momento.  Aunque, a decir verdad, aquí Vallejo desde ya ensayando unos larvarios estudios culturales o perspectiva intercultural: “He then went on to evaluate the rol played by 'elementos extranjeros' (foreign elements), and here he marshalled the main points about Italian, English, German, anf French literatura and their influence on Spanish literaure” [Stephen Hart, César Vallejo.  A literary biography (Croydon, Great Britain: Támesis, 2013) 18].  Obvio, esto no impidió una gran amplitud de miras por parte del autor de Los heraldos negros (1918); ya que justamente en este su primer poemario se aclimata todavía y también se rinde homenaje --junto a la Biblia, Darwin o la cultura andina-- a ciertas lecturas poéticas que podríamos considerar “espiritualistas” o incluso “bergsonianas”, tipo José María Eguren (muy admirado y difundido por Pedro Zulen) o Julio Herrera y Reissig.  Por otro lado, y sólo para circunscribirnos a la poesía de César Vallejo elaborada y publicada antes de su viaje a Europa (1923),  Trilce (1922) elaboraría su propia y radical crítica a la metafísica occidental --sin acaso dejar de permanecer bíblico-- permitiendo que aflore a través de sus poemas un elaborado, consistente y no menos incluyente mito de Inkarrí [Pedro Granados, Trilce: Húmeros para bailar (Lima: VASINFIN, 2014)]; en la catadura “bergsoniana” de César Vallejo, su: “experiencia inmediata, absoluta, concreta” (101).  En otras palabras, aquellos remanentes trascendentalistas --todavía presentes en Los heraldos negros-- se hacen en Trilce del todo inmanentistas; aunque no necesariamente materialistas y dialécticos, como en general la crítica apunta sobre la poesía de su etapa europea o póstuma (Poemas humanos). 

            En conclusión, creemos que Vallejo, en Trilce, fue mucho más allá que Zulen.  No sólo en lo tocante a superar el dualismo de este último, tal como lo nos lo presenta Joel Rojas en estos mismo Escritos reunidos: “En Zulen de hecho encontramos una visión dualista de la nación peruana: el indígena y el criollo [la cual] acusa limitaciones en la concepción de la heterogeneidad.  Así, nuestro autor [un tanto como José Carlos Mariátegui] no aboga por las minorías chinas y afroperuanas, históricamente explotadas tanto como el indio” (161).  Sino que, además, fue mucho más allá en el desmontaje y aporte –semióticos-- del tiempo que a ambos les tocó vivir.  Prueba irrefutable de ello, en este caso específico, no es tanto la filosofía o el pensamiento; sino, desde la doctrina de Pierce (“acción” o pragmatismo), la constituye finalmente la poesía que, en la misma época, uno y otro pusieron en práctica.


Pedro Granados, PhD
Presidente de VASINFIN


jueves, 30 de junio de 2016

"Hablando sobre Vallejo" (Entrevista)/ Amalia Domínguez


Para estudiar a César Vallejo hay que dibujarlo, combinar el lenguaje icónico con el simbólico, ya que la suya es una poesía para verla, una poesía tridimensional, un atentado contra la linealidad del lenguaje.
Quien así se expresa es el poeta peruano Pedro Granados (Lima, Perú, 1955), estudioso de la obra vallejiana, uno de cuyos frutos es el libro Poéticas y utopías en la poesía de César Vallejo, publicado por el Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú, recientemente. Granados, busca compartir sus conocimientos sobre Vallejo y su poesía, en el curso que impartirá bajo el mismo nombre de su libro, en Profética, la casa de la lectura (México), a partir de este jueves 17 de junio.

En entrevista sobre el tema, destacó que Vallejo es un poeta importante que se ha leído poco, porque es difícil. Lo que se conoce de él es el Vallejo comunista, combativo, que si bien es una arista mayor, no ha tenido la suerte de Octavio Paz, (Pablo) Neruda, y otros. De hecho lo que más se conoce de él es Los Heraldos Negros, Trilce –el libro más difícil de la poesía española-, y la compilación España, aparta de mí este cáliz, que hizo Manuel Altolaguirre, pero que el autor no conoció; sin embargo fue también un cronista extraordinario, dramaturgo y novelista, pero estas facetas poco se conocen de él. Los libros de Crónica fueron de los pocos que le dieron plata, como corresponsal de periódicos y de la agencia France Press, pero la poesía es la flor de su obra, la más interesante y bonita.

Vallejo es una gran lección para la poesía de ahora. El resuelve muchas cosas con ese espíritu de aclimatación que tenía, por eso es llamado poeta del oxímoron, los contrarios conviven en él, lo mismo los heraldos negros que los heraldos blancos, son dos ejes, uno predominando sobre el otro. Lo curioso es que Vallejo no quiere hacer literatura; cuando se pone a escribir dice, “quiero escribir pero me sale espuma”.
Por lo que se refiere a las utopías vallejianas, básicamente no es el alcanzar un mundo mejor, donde todos seamos gordos, tengamos salud y un auto. Entre otras cosas, su utopía consiste en su maternidad, Vallejo se hizo mamá, siempre le interesó lo femenino. Uno de sus versos que ilustra esto, dice: “Y hembra es el alma del ausente, y hembra es el alma mía”.

Vallejo fue un poeta de vanguardia, que combinó nihilismo, dadaísmo, siglo de oro, especialmente el barroco, la cultura andina y la literatura modernista, todo ello lo hace ser un vanguardista no deshumanizado. Por tanto es el poeta de ahora, actual, al igual que Borges, ambos son íconos de la poesía contemporánea latinoamericana, sostuvo su compatriota Pedro Granados.

 http://spanport.byu.edu/instituto_vallejiano/hablando.html

martes, 28 de junio de 2016

El "gesto" de César Vallejo/ Giorgio Agamben




Veamos la poesía que comienza Padre polvo que subes de España. Nosotros sabemos -o al menos así se dice- que esa poesía fue escrita un día de 1937 por un hombre llamado César Vallejo, que había nacido en Perú en 1892 y está ahora sepultado en el cementerio de Montparnasse en París, junto a su esposa Georgette, que lo sobrevivió muchos años y que es la responsable, según parece, de la mala edición de esa poesía y de otros escritos póstumos. Tratemos de precisar la relación que constituye esta poesía como obra de César Vallejo (o a César Vallejo como autor de esa poesía). ¿Deberemos entender esta relación en el sentido de que un día determinado, ese sentimiento particular, ese pensamiento incomparable pasaron por un instante por la mente y por el ánimo del individuo de nombre César Vallejo? Nada es menos cierto. Es probable, incluso, que sólo después de haber escrito -o mientras escribía- la poesía, ese pensamiento y ese sentimiento se volvieron para él reales, precisos e imposibles de negar como propios en todos sus detalles, en todos sus matices (así como se hicieron reales para nosotros sólo en el momento en el cual leímos la poesía).

¿Significa esto que el lugar del pensamiento y del sentimiento está en la poesía misma, en los signos que componen el texto? ¿Pero de qué modo una pasión, un pensamiento podrían estar contenidos en una hoja de papel? Por definición, un sentimiento, un pensamiento exigen un sujeto que los piense y experimente. Porque ellos se hacen presentes, ocurre entonces que alguien toma en sus manos el libro, se arriesga en la lectura. Pero eso sólo puede significar que este individuo ocupará en el poema exactamente el lugar vacío que el autor había dejado allí, que él repetirá el mismo gesto inexpresivo a través del cual el autor había testimoniado sobre su ausencia en la obra.



 

martes, 21 de junio de 2016

"César Vallejo's Ars Poética of Nonsense: A Deleuzean Reading of Trilce"/ Rolando Pérez. PDF


"La obra está en la obra" (Severo Sarduy), es la tesis que defiende aquí --aplicada en específico a Trilce I, y en contra de todo positivismo-- el profesor Rolando Pérez (Hunter College, NY).  En este sentido, tal como Alicia en el País de las Maravillas, la poética del Nonsense nos invitaría a interrumpir nuestro arduo entretamiento --y consiguientes conquistas de escalafón-- como funcionarios del sentido común e ir a la conquista de otra lógica.  No sólo preferible esta última por lo alternativa, es lo de menos; sino, sobre todo, por más acorde con nuestra libertad y dignidad en tanto seres humanos. Menos "territorialización" y más imaginación --cuando leemos a Vallejo-- parecería invocar este sugestivo y, no menos, siempre oportuno tipo de perspectiva como en la del presente ensayo. 

sábado, 18 de junio de 2016

Luis Hernández Camarero y César Vallejo


 “Spasmo-Dolviran”: ¿el último cuaderno de Luis Hernández?

Lo que en un sentido se escribe; en el otro, se intenta borrarlo: sería la poética general que distingue y acerca ambas partes de “Spasmo-Dolviran”.  Como si al humo, de la ofrenda, ya se lo estuviera llevando el viento; y con éste al propio sujeto levísimo que levanta precariamente esta escritura.  Las numerosas páginas en blanco de esta libreta, no incluidas en su totalidad en esta edición, señalarían los auténticos efectos bienhechores del analgetikum; la paz, la calma  No así la escritura, propiamente dicha, disputada --a semejanza de la poesía de César Vallejo-- por círculos concéntricos crecientes de oximorones; desde la reiterativa boutade o la paradoja, la contraescritura del dibujo, los márgenes que asedian constantemente el centro de la página… hasta este pretender borrar lo poco que se ha escrito, aunque ello quiera ser --cómo no-- siempre grato al lector.  Dar es mejor que comunicarse, no se puede escribir sobre las flores, preferible es el dulce del olvido --entre otros memorables versos de Luis Hernández que con libertad glosamos-- es lo que más se parecería a ese silencio, a esa plenitud efímera de la poesía.  A ese “estar en flor de la hora marchita” --inminencia, antesala, primicia-- que por todos lados exhala este extraordinario ¿último cuaderno?

 http://letras.s5.com/pg270411.html




miércoles, 8 de junio de 2016

El “silencio” Vallejo-Cabral de Melo Neto: un Neruda elocuente. País Cultural, No 19 (2016) 97-102


Resumen
Este ensayo se propone, por un lado, reconstruir un diálogo intelectual y artístico --en apariencia inexistente-- entre César Vallejo (1892-1938) y Joao Cabral de Melo Neto (1920-1999).  En la biografía del poeta brasileño, de modo recurrente y acaso no menos sistemático, no existe mención alguna del peruano; aunque España fuera en ambos tema y motivo fundamental de sus  respectivas obras literarias; y, según ventilaremos aquí, ambos poetas tuvieran mucho en común, repetimos, tanto en el aspecto literario como en el político de sus poemas.  Por otro lado, en cuanto desencadenante de este paralelo entre dichos autores, se analizará el poema cabralino “España en el corazón” (homónimo del poemario nerudiano editado por primera vez en1937).  Es decir, aquel poema del brasileño será el puente, de ida y vuelta, para transitar e iluminar los “silencios” entre  las poesías del brasileño y del peruano y, no menos, tornar inesperada y particularmente elocuente la poesía del chileno.
El presente trabajo se enmarca, por un lado, en el contexto de la actual literatura comparada; es decir, aquélla que: “ha dejado de lado la perspectiva historicista tradicional y su correlato --los viejos estudios de fuentes e influencias-- y ha pasado a ocuparse cada vez más del texto literario y de sus relaciones inter-literarias e interdisciplinarias” (Eduardo F. Coutinho).  Asimismo, tiene que ver con la cuestión del canon y su discusión o puesta al día o incluso puesta en valor; en particular aquí, el rol ideológico que, frente a la Guerra Civil Española,  les cupo a Pablo Neruda y César Vallejo.  Y, por último, este breve ensayo gira también alrededor de la traducción, entendida ésta, según Benjamin, como “una ampliación de la operación crítica de la lectura” (Delfina Muschietti).

Palabras clave: Poesía latinoamericana, César Vallejo y Joao Cabral de Melo Neto, César Vallejo y Pablo Neruda.

http://blog.pucp.edu.pe/blog/granadospj/2016/06/08/el-silencio-vallejo-cabral-de-melo-neto-un-neruda-elocuente-pais-cultural-no-19-2016-97-102/#more-4676