Mis manos juegan con el poema
Como con una pequeña
piedra
Dedos sin huellas
digitales
Piedra que un perrito
lame
Mientras estropea
Todo lo delicado que
toca.
Pero todavía así y a pesar de todo
Pequeñas piedras como
las que
Lanzamos al cielo y éste
Invariablemente evita.
Piedras como el agua
que recordaba
Como mi alegría entre
las mariposas
Y los pájaros
Que se desprendían de aquel
huerto.
Piedras como dados
Piedras como pezones
Que un día sustraje u
otro día
Quedaron entre mis
manos
Como sin darme cuenta.
La mente es todo nuestro cuerpo
Como lo entendieron
Spinoza, el holandés,
Y César Vallejo, el de
Santiago de Chuco.
Pensar con las manos
Recoger a través de
ellas
Arrancar desbrozar
uncir
Levantar muy en alto
Entre ambas el poema
Que también se va de
manos
Y que es desde donde nos viene el alma
Pira de piedras
Precaria llama que
activa
Pareciera que por
capricho el poema.
Como sin darnos cuenta.
Nuevo poema que habría que agregar a AMARUS o acaso a ACTIVADO
o que incluso constituya una colección nueva o el inicio –a modo de
portada– de un ensayo sobre la intrersección entre Baruch Spinoza y
César Vallejo. No lo sabemos todavía.
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