En la
página No 76 --nota al pie-- de nuestro libro reciente, Trilce:
húmeros para bailar (Lima: VASINFIN), decíamos de Trilce en relación con el mito de
Inkarrí:
“Lugar no es éste para
desplegar y debatir, puntualmente, los múltiples puntos de vista sobre este
mito. Donde seguramente cabría
distinguir, junto con Takahiro Kato, entre un
Inkarrí de los años 50 (José María Arguedas y Efraín Morote) de otro de los 70
(Pease, Ossio, Ortiz Rescaniere) e incluso otro de los 80 (Enrique Urbano)
[sobre todo su “Inkarrí antes y después de los antropólogos”, 1987]. Tampoco para ventilar las polémicas como, por
ejemplo: Alberto Flores Galindo- Carlos Ivan Degregori; entre una lectura de Inkarrí
por parte de una izquierda “oficial” y otra acaso decididamente “senderista”, e
incluso la participación en este debate del mismo Mario Vargas Llosa con su La
utopía arcaica (1997)” (Granados 2014: 76)
Pero ahora, al leer el excelente
artículo de Fernando Armas Asín (“Sobre trickster y héroes andinos. Los aportes de Henrique Urbano al estudio de
la tradición mítica andina”), en el volumen dedicado a este finado estudioso y
sacerdote dominico portugués (Historia y
cultura en el mundo andino: Homenaje a Henrique Urbano) y presentado la semana pasada
en la USMP, nos percatamos --sin esconder la alegría-- que no andábamos tan
descaminados:
“a
Urbano hay que ubicarlo en el contexto de renovación de los estudios sobre el
pasado andino [en particular, los trabajos sobre Viracocha] que, junto con
Pierre Duviols, César Itier o Gerald Taylor, entendieron, desde diferentes
perspectivas, que había que superar los enfoques discursivos tradicionales [Julio
C. Tello, John H. Rowe, Franklin Pease, Arthur Demarest, María Rostworowski,
Manuel Marzal, Jan Szemininski, etc.], que a pesar de los loables esfuerzos
realizados habían terminado leyendo a las crónicas bajo la perspectiva católica
previa. Así el Dios Creador y Único
andino, el hacedor de todas las cosas, de la nada, y ordenador de la tierra,
que a veces ciertas crónicas incluso lo grafican vestido de atuendo blanco y
con cayado en la mano […] olía a catequética cristiana, a construcción
discursiva del mundo colonial naciente del siglo XVI. Si se quería conocer el mundo sagrado andino
prehispánico había que superar esa perspectiva” (32)
Ya que en nuestro libro de
2014, luego de encontrado un
consistente y persuasivo repertorio solar --es más, toda una acabada versión de
Inkarrí que se adelanta en tres décadas a las primeras recolecciones del mito
por Óscar Núñez del Prado y José María Arguedas a mediados de los años 50--, Trilce
sería un espacio mítico de máxima concentración y contracción sintácticas de
ese exceso metonímico en que, a modo de un indigenismo minimalista incluyente,
no se produce sentido, más sí un territorio de posibilidades que enlaza las
alteridades (mapeado por la tendencia de los pueblos amerindios a la
incorporación barroquizante de lo exógeno asimétrico). Las “Nostalgias imperiales” (Los heraldos negros), su Trilce
hasta, por ejemplo, su “Piedra cansada” (drama de 1937) serían un mismo
mito expuesto por César Vallejo de modo minimalista, con la opacidad
característica de la poesía y con vocación incluyente siempre. De lo afro-limeño, primero, y después de las
etapas iluminista y revolucionaria de su experiencia europea: francesa y
soviética, respectivamente.
Es
decir, en tanto que no se puede estudiar Inkarrí (“Cri-sol”) sin tener en
cuenta a Viracocha y sin integrar, simultáneamente, al Dios cristiano. Y, según Armas, en tanto las crónicas desvían
más bien nuestro conocimiento del “mundo sagrado andino”; ergo, probemos con la
poesía, aunque esta sea contemporánea. Y
hagámonos, por lo tanto, de un archivo, sensibilidad (entre el mundo académico)
y de una metodología o metodologías para abordar este estudio con éxito.
Desde
este artículo de Fernando Armas Asín (aquello del “trickster”), al menos una cosa
queda clara respecto, sino tanto a su poesía, sí a la persona misma de César Vallejo. Acaso uno de los perfiles más sugerentes y no
menos persuasivos, del nacido en Santiago de Chuco, se lo debemos a Guido
Podestá, citamos:
“Salvo los discursos que se pronuncian en su entierro, el retrato que le
esculpe José Drecrefft, las pocas fotografías en las que aparece, y los
testimonios de quienes fueron sus amigos, no hay memoria de quien es ahora uno
de los poetas latinoamericanos más importantes.
El dibujo que hace Picasso de Vallejo es un tributo póstumo. Sólo se puede conjeturar sobre la imagen que
tienen los demás de él. El poeta del que
han leído poco o nada. El cronista que
los entrevista o los explica a veces con poco o demasiado aprecio. El peruano que tiene cachuelos por
empleo. El que sueña con la revista
propia. El becario del gobierno español
que no asiste a clases y hace agitados viajes a España. El propagandista del indigenismo o del
gobierno peruano. El materialista que
aún en 1929 le pide a su hermano que le mande a decir misa al santo de su
pueblo porque le ha pedido que le “saque de un asunto”. El periodista que fue a Rusia como free-lance. El activista que deporta el gobierno
francés. El escritor ignorado por la Revista de Occidente y La Gaceta Literaria. El dramaturgo que Camila Quiroga y Louis
Jouvet rechazan. El marido de la “hija
de concierge” como la llama Neruda a Georgette Phillipart. El “criollo” que maquina fraudes con los que engaña
a dos gobiernos. El métèque que no paga
el alquiler. El “cholo” que vive en
París y cuyo regreso al Perú nadie toma en serio. La encarnación del pathos. El “zorrillo” de Montparnasse. ¿Cuál sería la palabra usada por
latinoamericanos para referirse a quienes como él tenían como acreedores a sus
amigos? ¿Cuál retrato hubieran preferido
o preferían quienes lo conocieron: el de la escultura de Joseph Decrefft o el
de las caricaturas de Toño Salazar?” (1994, Desde
Lutecia. Anacronismo y modernidad en los escritos teatrales de César Vallejo. Berkeley, CA: Latinoamericana Editores. 20-21)
Creemos que aquella palabra sería, intentando responder a Podestá,
precisamente la de “trickster”, leemos en https://pt.wikipedia.org/wiki/Trickster:
"Trickster
(malandro)
Mircea
Eliade mostra que o Malandro, por sua característica de burlar os limites, é
frequentemente andrógino (masculino e feminino ao mesmo tempo - o que não se
equivale a homossexualismo), como o Shiva indiano
Para
Jung, tal simbolismo se refere à harmonização psíquica de Animus e Anima
(imagens internas da Psiquê para masculino e feminino), dinâmica importante no
processo de individuação.
A
dualidade também se apresenta como uma espécie e "ambiguidade" que
lhe é característica.
Na
cultura de massa de origem norte-americana, são expressões do trickster:
o Pernalonga, o Pica Pau e O Máscara"
Alguna vez, hace no muchos
años y luego de alguna consulta puntual vía
telefónica, Elsa Villanueva --Las
palabras de Trilce (1989)-- me refirió y me cedió la primicia siguiente para
que yo acaso la investigara: “-Vallejo cojeaba”. Quedé intrigado y algo desconcertado. Y en la primera ocasión que me encontré con
un familiar de César Vallejo, aproveché para preguntar y me contestó: “-Sí,
cojeaba cuando iba borracho”.
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