La inseguridad económica, ya sabes tú que es y que ha sido
siempre mi fuerte. En cuanto a lo político,
he ido a ello por el propio peso de las cosas y no ha estado en mis manos
evitarlo. Tú me comprendes, Juan. Se vive y la vida se le entra a uno con
formas que, casi siempre, nos toman por sorpresa. Sin embargo, pienso que la política no ha
matado totalmente el que era yo antes.
He cambiado, seguramente, pero soy quizá el mismo. Comparto mi vida entre la inquietud política
y personal y mía para adentro. (Carta a Juan Larrea, 29/1/1932)
Fue leyendo a Mariátegui y después
a Lenin que encontré un orden permanente en las cosas; la teoría socialista no
sólo dio un cauce a todo el porvenir sino a lo que había en mí de energía, le
dio un destino y lo cargó aún más de fuerza por el mismo hecho de encauzarlo.
¿Hasta dónde entendí el socialismo? No lo sé bien. Pero no mató en mí lo mágico.
(“No soy un aculturado”, 1968; El zorro
de arriba y el zorro de abajo, 1971)
“Vallejo era el principio y el fin”
(El zorro de arriba y el zorro de abajo,
1971)
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