En síntesis, en “César Vallejo en español selvagem y portunhol trasatlántico“, se intenta describir transversal y sucintamente –respecto a Trilce y, en general, a la obra de Vallejo – el estado actual de su recepción en el Brasil. Descripción un tanto distante, aunque a la larga no menos en paralelo, a una reflexión de tipo “división internacional del trabajo” en la República de las Letras (Cono Sur vs. Ande).
El portunhol selvagem [que es lo que hoy mismo practica una amplia red de poetas y traductores jóvenes y no tan jóvenes] es una poética y una política. Una poética que tiene como base la mezcla de lenguas y, en casos logrados como los de Wilson Bueno o Douglas Diegues, cierta agradable y extraña (fruto de la misma mezcla) eufonía. Sin embargo, una mezcla –cada tanto incluso más exagerada o disforzada sobre todo entre sus autores epigonales– contenta de sí misma, de no ir a ninguna parte, y donde el término nihilismo le queda muy ancho. Esto último, en contraste a cierta homogeneidad de una poesía que confía en el español (con comillas) como válido mediador cultural-conceptual (sería el caso de Trilce) la cual apuesta, en oposición a aquella galopante y proliferante Babel, por el sentido.
Creo que esto es lo que se juega, ahora mismo, respecto a la recepción de Vallejo en el Brasil bajo una u otra agencia. La propiamente red sureña (argentinos, chilenos, uruguayos, paraguayos) conectados, a su vez, con afines en el resto del mundo (ver, por ejemplo, Sien en Trilce); versus, por ejemplo, aquella otra un tanto más opaca representada por los trabajos de Amálio Pinheiro y este servidor.
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