Contra lo que señala la crítica canónica; e incluso interesantes obras de ficción --tan
recientes como las bien documentadas y sugestivas novelas Monsieur Pain (1999) de Roberto Bolaño o Vallejo en los infiernos (2009) de Eduardo González Viaña--,
creemos que la clave de Vallejo no es el dolor ni lo más decisivo fue el
“infierno” que vivió durante cien días en la cárcel de Trujillo. Acaso sí, más
bien, como otra constante, esa suerte de ninguneo y saboteo que sufrió su
poesía por obra del poder pequeño primero (Santiago de Chuco, Trujillo, Lima);
y luego, aunque a la larga sea el mismo poder, por el inmenso y transnacional
del fascismo que en la época se cernía sobre Europa y que, por ejemplo, Bolaño
en su novela ubica incluso en la mismísima Clínica Arago --al pie de la
cabecera del enfermo y mientras Vallejo padecía, además, de un enigmático
hipo--, lugar donde falleciera el poeta.
Temor y persecución a una obra que, en primer lugar, fue elaborada como
si no tuviera nada que perder; es decir, no por ingenua o evasiva, sino por
carente de cálculo artístico y costo vital.
De este modo la detestó la regalada izquierda (Pablo Neruda) como,
obvio, también el fascismo. Aquella zona
obscura --la hiper conciencia del dolor, la traición, el arribismo y la
hipocresía-- constituye en Trilce
sólo una parte, probablemente la mitad.
La otra mitad es el testimonio de una utopía: gozo y esperanza. Haciendo la salvedad de que cuando aquellas
mitades se ponen en plan de performance, como en el caso de este poemario, el
sentido del dolor se invierte y, sin éste desaparecer ni soslayarse en absoluto,
lo que prima es la celebración y la dicha.
Trilce es el poemario de un
ser henchido e ininterrumpidamente inteligente; o más bien de un “archipiélago” (Trilce XLVII) y, al mismo
tiempo, de una colectividad popular --heterogénea y sabia-- que a través del
baile conjura las penas y se reafirma ella misma hacia el futuro. Tal como
observa Freud, al cual Vallejo admiraba:
“También el alma colectiva es capaz de dar vida a
creaciones espirituales de un orden genial como lo prueban, en primer lugar el
idioma, y después los cantos populares, el folklore, etc. Habría además de precisarse cuánto deben el
pensador y el poeta a los estímulos de la masa, y si son realmente algo más que
los perfeccionadores de una labor anímica en la que los demás han colaborado simultáneamente”
Esto último lo supo captar muy bien el autor de Trilce, particularmente en Lima. Lugar donde se soltó la trenza con la
quinceañera Otilia Villanueva Pajares; se modernizó desde el pueblo y la
migración interna; se secularizó de todos los provincianismos; y se inmunizó a
todo lo que en arte o literatura estuviese meramente de moda.
Trilce, lugar de encuentros más que de exclusiones: mar y
lluvia, relato y poesía, marinera y resbalosa, melodrama y vanguardia, kitsch y
mito. Sobre todo si lo seguimos con el
oído. De este modo reivindicamos y
apelamos por una nueva generación de críticos con oído; no re-freidores de
alguna agenda teórica y metodológica exógena o endógena. Críticos que, asimismo, sepan bailar. Que leer Trilce
exige despojarnos de nuestras apreciadas disciplinas. Incluso de nuestro decoro. Y que es necesario conocer un tanto más el
Perú, la amada y odiada Lima de Vallejo, y el léxico local. Que Trilce
no está escrito en francés ni tampoco en runa simi. Que el más extendido entre aquellos
oximorones y también el más íntimo señalan al Sol como comienzo y fin de
este peregrinaje poético. Que aquel: 'Canta, lluvia, en la costa aún
sin mar!', refiere también al de confesar o revelar lo secreto. Y que es este secreto, precisamente, el que
mantiene vivo a este poemario. La
carpintería biográfica, política y sentimental que conocemos del poeta sólo en
algo nos puede ayudar a vislumbrar aquello.
Es decir, que dicha carpintería no constituye, por sí misma, la
cerradura por donde atraviesa y se entretiene manso el sol en cada una de
nuestras lecturas.
Con
el abrazo de hermano que tú conoces,
¿Firmo Pedro
Granados, firmo César Vallejo, firma el mismísimo Juvenal Agüero? ¿Desde Foz do Iguaçu,
desde Lima, desde a praia do Pântano do Sul de
Florianópolis? ¿Con 57 años, con 20 (de la pura arrechura), con amnesia
de la edad? ¿Fozi Lady es Otilia
Villanueva Pajares? ¿Mi andina y dulce es
Rita? ¿Una colega de la Universidad es
Georgette?
(Fragmento de "!Fozy Lady!", nueva novela breve de Pedro Granados)
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