miércoles, 6 de noviembre de 2013
martes, 22 de octubre de 2013
AHAYU-WATAN. Suma poética de Gamaliel Churata/ Mauro Mamani (compilación y estudio)
El poeta, entre los Churata, es el autor de Ande (Alejandro), no Gamaliel (Arturo). Es decir, el poeta en estricto, el versificador. Alejandro Peralta, a su vez, influido directamente por Trilce; el franco vanguardista. Muy
al contrario de su hermano (Gamaliel), hechizado por Eguren y, otro
tanto, por Apollinaire (el de “Zona”: “sol/ cuello cortado”); sin
desprenderse del todo del modernismo y cierto simbolismo. Es como si el “Interludio Bruníldico”, del autor de El pez de oro (Arturo) se continuara en la poesía de su hermano. Virtual tema de estudio este diálogo y complicidad literaria entre ambos hermanos. Acaso Gamaliel discutiera con César Vallejo; pero no Alejandro.
Por
lo tanto, el interés de este volumen es ante todo documental; y acaso
el sesudo discurso de Mauro Mamani en el extenso prólogo (la mitad del
libro de 148 páginas), aquello que deba ser comentado. Y
elogiado por facilitar al especialista, luego de un arduo trabajo de
investigación, la “Suma poética de Gamaliel Churata” que, asimismo dicho
prólogo, enfatiza que aún “no ha sido estudiada”. Algunas
preguntas pertinentes a la narración de Mamani podrían ser, tomando
sólo en cuenta las páginas 22-23: ¿Es posible hablar todavía de forma y
contenido?; ¿Lo andino lo constituyen el paisaje y el ambiente? o ¿el
incorporar “significantes quechuas y aymaras”? Muy
probablemente (otro subtema a cotejar) Arturo Peralta en su poesía
jamás dejó de ser Juan Cajal: seudónimo hispánico que aquél usara para
acompañar sus poemas de influencia modernista.
viernes, 27 de septiembre de 2013
Trilce e Inkarrí
Viernes 11 de octubre
Lugar: Casa de la Literatura Peruana
PROGRAMACIÓN GENERAL:
Lugar: Casa de la Literatura Peruana
11:20 a.m. – 12:00 m.
Mesa 21 Sala 15 de la Casa de la Literatura Peruana
LAS HUELLAS DEL MITO EN LA POESÍA DE VALLEJO
Pedro Granados (Universidade Federal da Integração Latino-Americana)
Trilce e Inkarrí
Sumilla:
Luego de encontrado un
consistente y persuasivo repertorio solar en este poemario de 1922 --es
más, toda una acabada versión de Inkarrí que se adelanta en tres
décadas a las primeras recolecciones del mito por Óscar Núñez del Prado y
José María Arguedas a mediados de los años 50--, Trilce
sería un espacio mítico de máxima concentración y contracción
sintácticas de ese exceso metonímico en que, a modo de un indigenismo
minimalista incluyente, no se produce sentido, más sí un territorio de
posibilidades que enlaza las alteridades (mapeado por la tendencia de
los pueblos amerindios a la incorporación barroquizante de lo exógeno
asimétrico). Las “Nostalgias imperiales” (Los heraldos negros) y su Trilce hasta,
por ejemplo, su “Piedra cansada” (drama de 1937) serían un mismo mito
expuesto por César Vallejo de modo minimalista, con la opacidad
característica de la poesía y con vocación incluyente siempre. De
lo afro-limeño, primero, y después de las etapas iluminista y
revolucionaria de su experiencia europea: francesa y soviética,
respectivamente.
Palabras claves: Trilce, Poesía y Mito, Poesía de César Vallejo.
Victor Quiroz (Universidad Nacional Mayor de San Marcos)
Betanzos, Sahagún y Vallejo: huellas de la mitología andina y tolteca en el poema XXX de Trilce
PROGRAMACIÓN GENERAL:
martes, 10 de septiembre de 2013
Este é o lugar onde me ponho.../ Leonardo Almeida (Trad.)
Este é o lugar onde me ponho
a calça, é uma casa onde
retiro a camisa em alta voz
e onde tenho um solo, uma alma, um mapa de minha Espanha.
Agora mesmo falava
de mim comigo, e punha
sobre um pequeno livro um pão tremendo
e logo, fiz o traslado, hei trasladado,
querendo cantarolar um pouco, o lado
direito da vida ao lado esquerdo;mais tarde, me lavei todo, o ventre,
briosa, dignamente;
volteei para ver o que se suja,
raspei o que em mim se aferra
e ordenei bem o mapa quecabeceava ou chorava, não sei.
Minha casa, por desgraça, é uma casa,
um solo porventura, onde vive
com sua inscrição minha colherinha amada,
meu querido esqueleto já sem letras,a navalha, um cigarro permanente.
Decerto, quando penso
no que é a vida,
não posso evitar de dizê-lo a Georgette,
a fim de comer algo agradável e sair,
pela tarde, comprar um bom jornal,
guardar um dia para quando não haja,
uma noite também, para quando haja
(assim se diz no Peru – me desculpo);do mesmo modo, sofro com grande cuidado,
a fim de não gritar ou de chorar, já que os olhos
possuem, independente de alguém, suas pobrezas,
quero dizer, seu ofício, algo
que resvala da alma e cai na alma.
Havendo atravessado
quinze anos; depois, quinze, e, antes, quinze,alguém se sente, em realidade, tontinho,
é natural, quanto ao mais, que fazer!
E o que deixar de fazer, que é o pior?
Senão viver, senão chegar
a ser o que é um entre milhões
de pães, entre milhares de vinhos, entre centenas de bocas,entre o sol e seu raio que é de lua
e entre a missa, o pão, o vinho e minha alma.
Hoje é domingo e, por isso,
me vem à cabeça a ideia, ao peito o prantoe à garganta, assim como um grande fardo.
Hoje é domingo, e isto
tem muitos séculos; de outra maneira,
será, talvez, segunda, e viria ao meu coração a ideia,
ao crânio, o pranto
e à garganta, uma ânsia espantosa de afogar
o que agora sinto,
como um homem que sou e que sofri.
Ello es que el lugar donde me pongo
el pantalón, es una casa dondeme quito la camisa en alta voz
y donde tengo un suelo, un alma, un mapa de mi España.
Ahora mismo hablaba
de mí conmigo, y ponía
sobre un pequeño libro un pan tremendo
y he, luego, hecho el traslado, he trasladado,queriendo canturrear un poco, el lado
derecho de la vida al lado izquierdo;
más tarde, me he lavado todo, el vientre,
briosa, dignamente;he dado vuelta a ver lo que se ensucia,
he raspado lo que me lleva tan cerca
y he ordenado bien el mapa que
cabeceaba o lloraba, no lo sé.
Mi casa, por desgracia, es una casa,
un suelo por ventura, donde vive
con su inscripción mi cucharita amada,mi querido esqueleto ya sin letras,
la navaja, un cigarro permanente.
De veras, cuando pienso
en lo que es la vida,
no puedo evitar de decírselo a Georgette,
a fin de comer algo agradable y salir,
por la tarde, comprar un buen periódico,
guardar un día para cuando no haya,
una noche también, para cuando haya
(así se dice en el Perú — me excuso);
del mismo modo, sufro con gran cuidado,
a fin de no gritar o de llorar, ya que los ojos
poseen, independientemente de uno, sus pobrezas,
quiero decir, su oficio, algo
que resbala del alma y cae al alma.
Habiendo atravesado
quince años; después, quince, y, antes, quince,
uno se siente, en realidad, tontillo,
es natural, por lo demás ¡qué hacer!
¿Y qué dejar de hacer, que es lo peor?
Sino vivir, sino llegar
a ser lo que es uno entre millones
de panes, entre miles de vinos, entre cientos de bocas,
entre el sol y su rayo que es de luna
y entre la misa, el pan, el vino y mi alma.
Hoy es domingo y, por eso,
me viene a la cabeza la idea, al pecho el llanto
y a la garganta, así como un gran bulto.
Hoy es domingo, y esto
tiene muchos siglos; de otra manera,
sería, quizá, lunes, y vendríame al corazón la idea,
al seso, el llanto
y a la garganta, una gana espantosa de ahogar
lo que ahora siento,
como un hombre que soy y que he sufrido.
sábado, 31 de agosto de 2013
ENCUESTA de Floriano Martins & Eduardo Mosches
PEDRO GRANADOS
En el Perú nunca debería haber sido escrito
Trilce, porque nos recuerda que la poesía puede existir… y
no es un reconocimiento meramente exterior siempre: de la
institución literaria en funciones, de criterios políticamente
correctos, de los amigotes del poeta tras el poder, etc. Es el
único organismo completo y vivo made in, el resto de la poesía
peruana son fragmentos, versos, hebras, huesecillos como en Luis
Hernández Camarero, alguna carta de Miguel Grau, esas hembras
núbiles que fueron enterradas para siempre -atadas a un tronco-
junto al Señor de Sicán de su natal Ferreñafe.
jueves, 29 de agosto de 2013
A roda do faminto/ Leonardo Almeida (Trad.)
Por entre meus próprios dentes
saio fumegando,
bradando, lutando,
baixando minhas calças...
Vazio meu estômago, vazio meu
jejum,
a miséria me arranca por entre
meus próprios dentes,
agarrado com um palito pelo punho
da camisa.
Uma pedra em que me sentar
não haverá agora para mim?
Ainda aquela pedra em que tropeça
a mulher que deu a luz,
a mãe do cordeiro, a causa, a
raiz,
essa não haverá agora para mim?
Sequer aquela outra,
que passou agachando-se pela
minha alma!
Sequer
a calcárida ou a má (humilde
oceano)
ou a que já não serve nem para
ser lançada contra o homem,
essa me dá agora para mim!
Sequer a que acharem tombada e só
em um insulto,
essa me dá agora para mim!
Sequer a retorcida e coroada, em
que ressona
somente uma vez o andar das retas
consciências,
ou, ao menos, essa outra, que
arremessada em digna curva,
cairá por si mesma,
em mister de entranha verdadeira,
essa me dá agora para mim!
Um pedaço de pão, tampouco haverá
agora para mim?
Já não mais hei de ser o que
sempre hei de ser,
porém me dá
uma pedra em que me sentar,
porém me dá
por favor, um pedaço de pão em
que me sentar,
porém me dá
em espanhol
algo, em fim, de beber, de comer,
de viver, de repousar,
e depois irei...
Acho uma estranha forma, está
muito rota
e suja minha camisa
e já não tenho nada, isto é
horrendo.
La rueda del hambriento/ César Vallejo
Por entre mis propios dientes salgo humeando,
dando voces, pujando,
bajándome los pantalones...
Váca mi estómago, váca mi yeyuno,
la miseria me saca por entre mis propios dientes,
cogido con un palito por el puño de la camisa.
Una piedra en que sentarme
¿no habrá ahora para mí?
Aun aquella piedra en que tropieza la mujer que ha dado a luz,
la madre del cordero, la causa, la raíz,
¿ésa no habrá ahora para mí?
¡Siquiera aquella otra,
que ha pasado agachándose por mi alma!
Siquiera
la calcárida o la mala (humilde océano)
o la que ya no sirve ni para ser tirada contra el hombre,
¡ésa dádmela ahora para mí!
Siquiera la que hallaren atravesada y sola en un insulto,
¡ésa dádmela ahora para mí!
Siquiera la torcida y coronada, en que resuena
solamente una vez el andar de las rectas conciencias,
o, al menos, esa otra, que arrojada en digna curva,
va a caer por sí misma,
en profesión de entraña verdadera,
¡ésa dádmela ahora para mí!
Un pedazo de pan, ¿tampoco habrá ahora para mí?
Ya no más he de ser lo que siempre he de ser,
pero dadme
una piedra en que sentarme,
pero dadme,
por favor, un pedazo de pan en que sentarme,
pero dadme
en español
algo, en fin, de beber, de comer, de vivir, de reposarse,
y después me iré...
Hallo una extraña forma, está muy rota
y sucia mi camisa
y ya no tengo nada, esto es horrendo.
Leonardo Almeida, talentoso narador, traductor y docente universitario carioca.
miércoles, 14 de agosto de 2013
César Vallejo en Nueva York/ Ulises Gonzales
No sé imaginar el mundo de otro modo que no sea con los ojos de César Vallejo.
Heraldos, telúrica, magnética, triste, dulce, masa, dolor, celda, hermano ausente, combatiente, España, monstruos, París, hueso húmero, aguacero, humanos, desgraciadamente, muchísimo, sanseacabó...
Estas palabras, escuchadas una y otra vez a lo largo de mi vida, me remiten a César Vallejo. Tiene que existir en mí uno que otro gen chauvinista que se cuela en mi buen juicio, porque algunos de sus versos, sólo sus versos, me explican el mundo por completo.
El caso de la Guerra Civil española es patético. He visto varias películas, he leído una buena cantidad de crónicas, cuentos y novelas que me la contaron, ya sea desde los ojos del Robert Jordan de Hemingway o del Sánchez Masas de Cercas. Pero nadie me ha cantado aquellas batallas, con la claridad que escribe Vallejo en España, aparta de mí este cáliz.
Dicen, que su poesía es dolorosa y depresiva. Lo es, pero también –sin ánimo de citar a Cantinflas– es todo lo contrario. El poeta de la condición humana –como lo llama Vargas Llosa e Illan Stevens en el prólogo a su Spain, Take This Chalice From Me and Other Poems para la editorial Penguin– no se queda en la anécdota, el paisaje que le duele, o el pronóstico de su muerte; sino que combina los sonidos y los significantes de sus palabras, y a través de ellos, de modo casi mágico, presenta un retrato completo del hombre común enfrentándose a la vida, tanto a sus posibilidades como a sus negaciones. Hay dolor en Vallejo pero también hay algarabía, deseo, rabia, duda y permanente búsqueda de sentido.
Uno de mis amigos en Nueva York, un joven playboy que estudiaba inglés y que regresó a Lima para dedicarse a la improvisación, alguna vez empezó a bombardear mi correo electrónico con poemas inspirados en sus lecturas de César Vallejo. Era terrible escucharlo sufrir en el papel: Me dolía, me dolía y me seguía doliendo. Sin embargo, sus tropiezos poéticos me hacían pensar en aquellas tardes en Lima, de adolescente, cuando yo mismo rebuscaba entre las páginas de mi colección de sus poemas para encontrar, al azar, un buen título para mis cuentos.
¿Por qué Vallejo? Sospechaba que sólo por ser peruano y que sólo los peruanos nos podíamos comunicar con él. Sin embargo, una y otra vez acá en Newyópolis, me he tropezado con gente de otros mundos entusiasmada por sus poemas. Uno de ellos fue Clayton Eshleman, el poeta de Indiana que tradujo y publicó la obra completa al inglés, y que declamaba con pasión, allá en el 2007 Completely, Furthermore, Life! reclamando que todo poeta serio que se aventurase en el camino, tenía que llegar a la fuente de Vallejo, al Oh, escándalo de miel de los crepúsculos. Oh estruendo mudo ¡Odumodneurtse!
En esta ciudad, el poeta de Santiago de Chuco aparece con frencuencia en conferencias a las que asisto, casi siempre con buen gusto y pertinencia. Hace sólo unas semanas, por ejemplo, al llegar con tardanza a un auditorio repleto que dirigía el escritor salvadoreño Horacio Castellanos Moya, mientras éste hablaba, una imagen era proyectada a sus espaldas, con un poderoso verso de Trilce que lo resumía todo. Hace años, recorriendo por primera vez los pasillos de Lehman College, un poeta chileno de inmensa amistad con Nicanor Parra, me decía que Neruda era bueno pero que Vallejo era otra cosa.
Sin patriotismo barato, que a veces abusa de los huesos húmeros y de la tumba con aguacero en Montparnasse, algunos peruanos han contribuído a incrementar la importancia de su obra total. Sólo se me ocurre mencionar a Juan Acevedo, cuya bellísima historieta de Paco Yunque, a tinta china y en letra corrida, acelera la vida del famoso cuento; y al escritor Diego Trelles Paz, quien me hacía notar este último verano, que la frase a la que llegan los personajes que consumieron los cinco años de su vida en los Estados Unidos escribiendo Bioy, es un homenaje al Vallejo cronista.
Se le ha dicho poeta universal. Tal vez porque ese hay, hermanos, muchísimo que hacer puede retumbar correctamente en los muros de cualquier ideología. De cierto modo a todos nos inquieta cuando vemos al pan, crucificado y al nabo ensangrentado, algunas veces quisiéramos aconsejar ¿La muerte? ¡Opónle todo tu vestido! o quejarnos diciendo Fósforo y fósforo en la oscuridad, lágrima y lágrima en la polvareda.
Alguna vez, en una de aquellas tardes de mi pubertad en las que pretendía ser poeta, releyendo en mi habitación, descalzo, a voz en cuello, las páginas amarillentas de Poemas Humanos, imaginé una historia en que la foto de su tumba estaba empapelada contra el techo de mi habitación. Por alguna razón, la fuerza de su dolor, las imágenes provocadas por su ¡Cuánto catorce ha habido en la existencia! me hablaban con absoluta claridad. Varias catorces después, hoy en Nueva York, aún lo siguen haciendo.
Tomado de: http://www.fronterad.com/?q=bitacoras/ulisesgonzales/cesar-vallejo-en-nueva-york
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