miércoles, 16 de abril de 2014

Querido Juvenal:




Contra lo que señala la crítica canónica;  e incluso interesantes obras de  ficción --tan recientes como las bien documentadas y sugestivas novelas Monsieur Pain (1999) de Roberto Bolaño o Vallejo en los infiernos (2009) de Eduardo González Viaña--, creemos que la clave de Vallejo no es el dolor ni lo más decisivo fue el “infierno” que vivió durante cien días en la cárcel de Trujillo. Acaso sí, más bien, como otra constante, esa suerte de ninguneo y saboteo que sufrió su poesía por obra del poder pequeño primero (Santiago de Chuco, Trujillo, Lima); y luego, aunque a la larga sea el mismo poder, por el inmenso y transnacional del fascismo que en la época se cernía sobre Europa y que, por ejemplo, Bolaño en su novela ubica incluso en la mismísima Clínica Arago --al pie de la cabecera del enfermo y mientras Vallejo padecía, además, de un enigmático hipo--, lugar donde falleciera el poeta.  Temor y persecución a una obra que, en primer lugar, fue elaborada como si no tuviera nada que perder; es decir, no por ingenua o evasiva, sino por carente de cálculo artístico y costo vital.   De este modo la detestó la regalada izquierda (Pablo Neruda) como, obvio, también el fascismo.  Aquella zona obscura --la hiper conciencia del dolor, la traición, el arribismo y la hipocresía-- constituye en Trilce sólo una parte, probablemente la mitad.  La otra mitad es el testimonio de una utopía: gozo y esperanza.  Haciendo la salvedad de que cuando aquellas mitades se ponen en plan de performance, como en el caso de este poemario, el sentido del dolor se invierte y, sin éste desaparecer ni soslayarse en absoluto, lo que prima es la celebración y la dicha.  Trilce es el poemario de un ser henchido e ininterrumpidamente inteligente; o más bien de un  “archipiélago” (Trilce XLVII) y, al mismo tiempo, de una colectividad popular --heterogénea y sabia-- que a través del baile conjura las penas y se reafirma ella misma hacia el futuro. Tal como observa Freud, al cual Vallejo admiraba:
“También el alma colectiva es capaz de dar vida a creaciones espirituales de un orden genial como lo prueban, en primer lugar el idioma, y después los cantos populares, el folklore, etc.  Habría además de precisarse cuánto deben el pensador y el poeta a los estímulos de la masa, y si son realmente algo más que los perfeccionadores de una labor anímica en la que los demás han colaborado simultáneamente” 
Esto último lo supo captar muy bien el autor de Trilce, particularmente en Lima.  Lugar donde se soltó la trenza con la quinceañera Otilia Villanueva Pajares; se modernizó desde el pueblo y la migración interna; se secularizó de todos los provincianismos; y se inmunizó a todo lo que en arte o literatura estuviese meramente de moda.
Trilce, lugar de encuentros más que de exclusiones: mar y lluvia, relato y poesía, marinera y resbalosa, melodrama y vanguardia, kitsch y mito.  Sobre todo si lo seguimos con el oído.   De este modo reivindicamos y apelamos por una nueva generación de críticos con oído; no re-freidores de alguna agenda teórica y metodológica exógena o endógena.  Críticos que, asimismo, sepan bailar.  Que leer Trilce exige despojarnos de nuestras apreciadas disciplinas.  Incluso de nuestro decoro.  Y que es necesario conocer un tanto más el Perú, la amada y odiada Lima de Vallejo, y el léxico local.  Que Trilce no está escrito en francés ni tampoco en runa simi.  Que el más extendido entre aquellos oximorones y también el más íntimo señalan al Sol como comienzo y fin de este  peregrinaje poético.  Que aquel: 'Canta, lluvia, en la costa aún sin mar!', refiere también al de confesar o revelar lo secreto.  Y que es este secreto, precisamente, el que mantiene vivo a este poemario.  La carpintería biográfica, política y sentimental que conocemos del poeta sólo en algo nos puede ayudar a vislumbrar aquello.  Es decir, que dicha carpintería no constituye, por sí misma, la cerradura por donde atraviesa y se entretiene manso el sol en cada una de nuestras lecturas.
Con el abrazo de hermano que tú conoces,

¿Firmo Pedro Granados, firmo César Vallejo, firma el mismísimo Juvenal Agüero?  ¿Desde Foz do Iguaçu, desde Lima, desde a praia do Pântano do Sul de Florianópolis?  ¿Con 57 años, con 20 (de la pura arrechura), con amnesia de la edad?  ¿Fozi Lady es Otilia Villanueva Pajares?  ¿Mi andina y dulce es Rita?  ¿Una colega de la Universidad es Georgette? 


(Fragmento de "!Fozy Lady!", nueva novela breve de Pedro Granados)

domingo, 2 de febrero de 2014

Vallejo pero Massoia


Bernardo Massoia, Absurdo pero en Lima.  Universal pero Vallejo (Córdoba, Argentina: Alción Editora, 2012) 248 pp.
Este primer  libro de Massoia, contraviniendo a lo que sugeriría el título de marras de esta reseña, es intelectualmente estimulante.  Nos hace recordar nuestra propia tesis de doctorado para Boston University (Poéticas y utopías en la poesía de César Vallejo); al menos por el empaque académico… estar ante un jurado y deber demostrar que hemos leído casi todo al respecto, aparte de --acaso en los más comprometidos con su objeto de estudio-- cierta voluntad de estilo algo torpe o incluso injusta con  la comunidad de lectores que nos antecede; cierta impericia, del todo justificada dado un primer trabajo de envergadura, en matar al padre.
Massoia sospecha y tilda de alienantes para acercarse a Vallejo tanto al postestructuralismo, al psicoanálisis, existencialismo e incluso al dato antropológico e histórico tomado a rajatabla.  Incluso pareciera no tener el deber de  persuadirnos, al pie de la letra, de su propio objeto de estudio: la crisis histórica del sujeto y de la institucionalización de la individualidad burguesa en la poesía de Vallejo (185).  Y más bien recomienza, lleva ya varios siglos y vinculada al imperio español, el ejercicio de la filología y la estilística.  Cosa que, sin embargo, no necesariamente está mal; sobre todo si recordamos al Edward Said de  The return to Philology (2004) y su glosa latinoamericana, por ejemplo en los “estudios trasatlánticos” de un crítico como Julio Ortega:

“los trasatlánticos reivindican la textualidad literaria. No poner de lado, hecho en que usualmente incurren los estudios culturales y post-coloniales, los textos mismos; y junto con ello la filología. Aunque, advierte el renombrado crítico peruano, habría que liberar previamente a esta última --para que sea realmente internacional-- del estigma que como discurso de legitimación del Estado-nación ha tenido tradicionalmente” (“Estudios trasatlánticos o nueva “geotextualidad”, Blog de pedro granados, 30/05/11)

Es decir, el joven crítico argentino cree todavía, un tanto también como nosotros mismos aunque no somos ya jóvenes, en el arte de la lectura demorada o la relectura.

De esta manera el libro de Massoia tiene varios pasajes notables; menos en sus 131 primeras páginas: la evaluación del estado de la cuestión de los estudios vallejianos, a brocha gorda e inevitablemente reiterativo y esquemático, ante una especificidad tan ardua y compleja como es la poesía del autor de Los heraldos negros, así como también a causa del empaque académico al que nos referíamos más arriba.  Y más, cuando agarra al toro por las astas y comienza a analizar.  Aquí el talento e inteligencia, aparte de la honradez intelectual de Massoia (aquél que no se casa con nadie y continúa libre o a su aire en la tarea crítica), son útiles para hacer avanzar los estudios vallejianos y  la poesía latinoamericana en general.  Por ejemplo, aquel apunte que liga la poesía de nuestro autor con la plástica de José Sabogal: “En 1922 Sabogal retorna de México 'galvanizado en su planteamiento autoctonista', aquel que habrá de caracterizar su distinguida obra; el mismo año Vallejo publica Trilce, plasmación bastante precoz de los latidos de una nueva cultura peruana, al mismo tiempo vernácula, moderna y antimoderna” (139).  Aquella explicación del verso 5 de Trilce XXV (“caravela/ carabela”)… “una de las heterografías más originales de la poesía moderna” (175), que complementa y va más allá de la lectura de Eduardo Neale-Silva.  O, incluso, y entre otros memorables ejemplos, aquello tan lúcido, oportuno y aclarativo --y ahora mismo tan reiterado vía el liderazgo de Stephen Hart-- que se observa a propósito de los famosos “dobles” de los Poemas póstumos:
“resulta bastante diversa esta operación de objetivación del propio ser, de aquella, muy frecuentemente postulada por la crítica, en que el sujeto que enuncia padece la presencia de un 'doble' cuya subjetividad se hallaría asimilada también a él, o en competencia directa con la suya.  Tampoco puede afirmarse, desde nuestra perspectiva, que el problema del 'otro' sea siempre el problema del doble, y que constituya, por tal motivo, el simple traslado de las invenciones de Poe en el plano de la narrativa a la poética de los Poemas póstumos” (189).
                       Aunque acaso lo más interesante para nosotros, respecto a lo que no desarrollamos más ampliamente en nuestra tesis de 2003 para Boston University*, y que tampoco termina por desarrollar aunque sí atisbar en la suya el propio Massoia, es la relación que establece el crítico argentino --a propósito del poema “Acaba de pasar en que vendrá”-- entre lo que denomina “Dios y hombre” y, tomando nosotros más en cuenta el aspecto cultural (una de las carencias de Absurdo pero en Lima.  Universal pero Vallejo; junto con la no inclusión del humor, del gozo y del erotismo entre las coordenadas oximorónicas que evalúa), denominaríamos Sol-Inkarrí y hombre:
“Esta relación de términos –particularmente la de Dios y Hombre-- nos remite a cierta jerarquía que, a nuestro juicio, edifica el paradigma [de aquel poema y, a la larga, del yo poético vallejiano].  Dios es un dios colectivo, formal y extático.  Trasciende las meras sustancias de su persona biológica --en la figura de Cristo--, atraviesa la circunstancia animal de su nacimiento, ocupa, a un tiempo, diversos lugares de la conciencia de un enunciador poético como el que construye Vallejo” (206); “[Respecto a “Los desgraciados”, otro poema póstumo,] No se registra aquí un intento de constitución ortopédica del yo, o algo similar, sino más bien la evidencia de que el sujeto asume el desmembramiento como su condición permanente […] Ahora bien. Dicha asunción no ignora la progresividad del desligamiento entre los diversos sujetos sociales… el propio cuerpo, semánticamente con el cuerpo social de los sujetos que trabajan y sufren, todavía inconexos entre sí para lograr articularse en una instancia de transformación social e histórica” (219).
En otras palabras, los  fragmentos de la poesía vallejiana no son nihilistas, como  los que constituyen  y reflejan la vanguardia europea sino --cada uno de ellos y en las diversas etapas de su poesía, aunque en Trilce de manera  más palpable por cierto-- partes del Inca en pleno proceso de restitución.  De este modo, incluyente y atravesando toda la poesía del peruano --explícito y escolar todavía en “Nostalgias imperiales”, mucho más complejo y opaco en 1922, y nuevamente acaso más didáctico en España, aparta de mí este cáliz-- es como se manifiesta, activo y en plena presencia, el mito de Inkarri (el Sol que se restituye) en toda esta poesía.  Ergo, también, de esta manera se entiende el oxímoron fundamental y predominante en todas las etapas de la poesía de César Vallejo; aquella radical postura de no conducir al lector hacia callejones cerrados o unívocos de sentido, y sí deslizar inmediatamente lo opuesto, el contrasentido, e incluso sutilmente lo reparador (el humor de Vallejo, no por leve menos ubicuo, forma parte de esto).  Finalmente, fragmentos aquéllos (seres humanos, objetos, paisajes, pensamientos, datos históricos, sentimientos, etc.) que son a la larga --los vinculados a Santiago de Chuco, Francia o la Unión Soviética--  partes de un solo cuerpo.  De aquí la densa materialización --llamémosle corporalización-- de la experiencia en la poesía vallejiana tanto como, rasgo de ninguna manera secundario, la efectiva, eficaz y honda expresión de una fe.


*Tesis a la que sigue, Vallejo sin fronteras (2010), colección de ensayos de crítica literaria y cultural; y un libro aún inédito, “Trilce: húmeros para bailar”, donde se ventila el tema y los motivos de Inkarrí a lo largo de todo este último poemario.

lunes, 20 de enero de 2014

César Vallejo: un poeta en el país de los sóviets/ José María Matás


César Vallejo visitó hasta en tres ocasiones la URSS entre 1928 y 1931 atraído por el colosal experimento social emprendido tras la Revolución bolchevique de Octubre. Fruto de estas estancias, el escritor peruano, fue publicando una serie de artículos, reportajes y crónicas aparecidos en la prensa de su tiempo que finalmente, junto a algunos textos inéditos, serían reunidos por la editorial madrileña Ulises bajo el título Rusia en 1931: Reflexiones al pie del Kremlin. El libro, del que se llegaron a agotar tres ediciones en apenas unos meses, le reportó al autor un éxito inmediato, desconocido, convirtiéndose en la obra que le granjeó a Vallejo una mayor repercusión a lo largo de su vida.

Como otros muchos intelectuales de su tiempo, de Bernard Shaw a Upton Sinclair, de Waldo Frank a Edmund Wilson, de Anatole France a Romain Rolland, de Miguel Hernández a Ramón J. Sender, pasando, por ceñirnos al ámbito hispano, por los Valle-Inclán, Antonio Machado o Federico García Lorca, César Vallejo fue llamado en nombre de «la fuerza de la ilusión» de la que participaron algunos de los más significativos hombres de su generación, por utilizar la expresión de Claude Lefort, a saludar la mayor obra de ingeniería social del pasado siglo aunque, como bien subraya Fernando Iwasaki en el prólogo a esta bella edición que ahora presenta Renacimiento, «a diferencia de otros intelectuales europeos y americanos, Vallejo jamás fue invitado por la Unión Soviética». Una nota aclaratoria incluida por la editorial –que publicó esta obra dentro de su colección “Nueva Política”: que dio cabida por las mismas fechas, tal era su ecléctico y comercial espíritu, tanto a un alegato contra Stalin como a una encendida hagiografía de Hitler– quiso salir al paso de las posibles acusaciones de parcialidad que pudieran sobrevenirle al autor en tiempos de creciente y tormentosa polarización política.

http://www.fronterad.com/?q=bitacoras/josemariamatas/cesar-vallejo-poeta-en-pais-soviets


miércoles, 15 de enero de 2014

TLC (Traducción, lectura y crítica)


Trilce es caja de resonancia del elemento alado
Noche oscura en alba transformándose
Flor serrana en  leve vello púbico ensortijado
Alma del llama y del gato techero
Comestible por  maquillado
En conejo, en margarita, en besos de tu boca
Trilce es sonaja del infante
Para que despierte y pida de comer
Su lonja de sinsentido y copa de sinpudor
Agua excesiva desde la pluma y desde la plomada
Para no verte y encontrarte guardando
La compostura de decir la L
Que antes fuera W y acabó siendo T
Si el Señor no  se hubiéra llevado las manos al sexo
Y no se hubiéra hallado espléndidamente erecto
Y fuera la C misma en el entrecejo
Y fueran TLC en ese modo de gritar en sordina
De hablar con clavículas y omóplatos
Que le decían Ministerio de Educación
Por lo cóncavo del torax
Trilce y su zamba de olor de higo y canela
Justito en los 999 (novecientosnoventaynueve)
Grados para la evaporación
Para el abracadabra de combinar
El dolor con el dolor
Que a resultas da siempre lo opuesto
Algo así como doblar una ola de papel
Que moja
Un origami del fondo de tu alma
Inevitable  la muerte en la casta mirada
Inocente de tan culpable
Porque de hacer cosas con las palabras
Se trata
De meterse de uñas y manos en el poema
Con  el impulso ciego que invariable
Va  desde nuestros resueltos y no menos educados pies


Para "Poemas 2014"

lunes, 6 de enero de 2014

RESCATAN CRÓNICA INÉDITA DE CÉSAR VALLEJO


** El artículo fue publicado en 1934 y no aparece en ninguna compilación
 “Las fortalezas incas” es el título de una crónica de César Vallejo aparecida en la revista parisina Le Monde Illustré del 22 de setiembre de 1934, que no había sido publicada antes en el Perú ni recogida en ninguna compilación, y sale a la luz en el último número de la revista de literatura Lucerna. En este artículo, Vallejo describe las grandes obras arquitectónicas incaicas, a propósito de nuevos descubrimientos en la fortaleza de Sacsayhuamán.
Esta crónica fue recuperada y traducida del francés por los investigadores Carlos Fernández y Valentino Gianuzzi, quienes hacen notar el vacío documental de textos periodísticos vallejianos escritos entre 1932 y 1935. Asimismo, señalan que esta crónica permite conocer las fuentes que empleaba Vallejo para sustentar su artículo, y su interés por la leyenda de las piedras cansadas, que luego llevaría al teatro.

viernes, 3 de enero de 2014

Análisis intertextual-retórico del aborto literal y la metáfora en la obra de César Vallejo (Tesis licenciatura)/ Daniel Arroyo Paredes



El aborto literal entendido en fracaso prenatal aparece como constante en la obra
vallejiana , es a su vez muestra de fracaso paternal y de la pareja .El aporte académico
a las letras peruanas es que Trilce: es el poemario del aborto , por ende del nacimiento
y la poética frustrada , temas abordados como hemos analizado por varios críticos entre
ellos Juan Larrea, Espejo Asturrizaga, James Higgins, Roberto Paoli, Neale Silva ,
Enrique Ballón , Marco Martos , Manuel Velázquez, Pablo Guevara , González
Montes, María Aranibar e Irene Vegas.


martes, 31 de diciembre de 2013

Apostillas al Vallejo de González Vigil



La bohemia de Vallejo en Trilce no es la de Ricardo Palma (romántica o “profunda”… de intelectuales y artistas) ni tampoco modernista o meramente anti-burguesa.  Es, precisa y paradójicamente, aquélla contra la cual nos  advierte el  prologuista; es decir, incorporaría “el desarreglo placentero en la farándula y la jarana criolla” (16).  Sino que a esta compleja e intensa marinera limeña de enjundia mestiza y afro-peruana --materiales impuros, híbridos, bastardos… todo el  proceso de modernización de la capital del Perú en los años 20 del siglo pasado--  se le añade la fuerza incluyente del mito vivo de Inkarrí.  Sin desarreglo, exceso e incluso perversión no existiría Trilce; todo esto forma parte de la amalgama a ser transmutada en esa alquimia de inversiones y metamorfosis que es el poemario de 1922. Obra o periodo artístico vallejano que, es cierto, no se hallaría en “búsqueda del sentido” (1923-1927) --a ser éste encontrado, para González Vigil, recién en los denominados Poemas humanos (1928-1938)-- porque sentido existe ya pleno en Trilce; incluso en su aspecto de futuridad.  Un presente y un porvenir sin holismos en automático o políticamente correctos; un ciudadano tanto sano (Martha Nussbaum) como insano (Juan Duchesne Winter); unas humanidades que son literatura, pero simultáneamente también multiplicidad y heterogeneidad de personas concretas. Ya enTrilce, y no sólo en sus Poemas humanos, a Vallejo: “no le importan los códigos o las convenciones del contrato social, sino la justicia, la libertad y la dignidad de un hombre verdaderamente humano” (30).  Todo esto expresado a través de un envolvente y contagiante performance; retablos --cada uno de los poemas de Trilce y también el conjunto-- de danza, música y canto.

Por lo tanto, tampoco: “Al alejarse del hogar y el medio andino, César padeció una inserción dolorosa y conflictiva en las urbes costeñas (Trujillo y Lima, básicamente), ante una ˈcultura occidentalˈ sin los valores andinos… esto lo han señalado James Higgins, José Cerna y Jorge Guzmán [y Bernardo Ignacio Massoia, según el mismo prologuista]” (35).  Esto último resulta exagerado o, por lo menos,  acaso sea cierto sólo parcialmente (en Los heraldos negros); pero en Trilce de ninguna manera… el sujeto poético  llega Lima, pero gana “un sueldo de cinco soles” (Trilce XIV).  Es decir, más bien en el exilio se halla multidimensional y como multiplicada al cubo su compañía y protección; henchido de sol, pues, y de modo muy productivo. En medio tanto de lo afro-limeño, como después en las etapas iluminista y revolucionaria de su experiencia europea: francesa y soviética, respectivamente.



Ricardo González Vigil, “Introducción”.  César Vallejo.  Poesía completa (Lima: Petróleos del Perú, 2013) pp. 7-38.