martes, 20 de mayo de 2014
lunes, 19 de mayo de 2014
VALLEJO SIN FRONTERAS INSTITUTO (VASINFIN)
(Logo por Norka Uribe)
VASINFIN pretende honrar el espíritu abierto, incluyente, crítico y, no menos, libre, lúdico y hasta arbitrario del autor de Trilce.
VASINFIN tiene como objetivo fundamental el estudio de la obra de César Vallejo. Paralelamente,
la investigación, traducción y difusión de la poesía de la región; es
decir, aquella en español, portugués, inglés, creole, portunhol,
brasiguayo, spanglish y un amplio etcétera.
De
modo complementario, diseña y gerencia planes de tipo educativo
vinculados al cultivo del gusto por la lecto-escritura y, en general,
aquellos vinculados a la creación y crítica literarias: talleres,
cursos, asesoría individualizada; tanto para instituciones, personas ya
iniciadas en la materia como para el público en general. Presenciales o a través de la Internet.
VASINFIN,
en síntesis, apunta a constituirse en un Creative Writing Program sin
membership o una Escuela Andina de Escrituras sin chauvinismos ni
fronteras.
Correo:
vasinfin@gmail.com
domingo, 20 de abril de 2014
Escribe Juan Larrea... sobre Vallejo/ Neruda:
Vaso en mano, Neruda empezó de pronto
a reprochar a Vallejo sus convicciones y actitudes, indicándole como quien
tuviera autoridad para hacerlo, cómo había que comportarse en aquella circunstancia.
Vallejo trató de eludir la querella, pero Neruda insistía tozudamente en sus
recriminaciones. Cuando llegaron las cosas a un grado de tensión difícilmente
soportable, intervine resueltamente para recordarle a Neruda que él era un
novicio en cuestiones marxistas, mientras que Vallejo había estudiado y
practicado la materia durante años. Lo más acertado que podía hacer, por tanto,
era callarse. Lo hizo así. Pero el caso es que desde entonces, Neruda no se
portó bien con Vallejo. Lo acusó públicamente y sin fundamento, de trotskista
por el hecho de que a la mujer del peruano se le fuera la lengua con facilidad,
cosa que a nadie le era dado evitar por lo anárquico de su equilibrio. Y lo peor, impidió que se le confiara a
Vallejo un trabajo retribuido que le correspondía por muchas razones y que
quizá lo hubiera salvado de aquella su lastimosa muerte. A él y a Delia les
eché en cara en más de una ocasión que no se dieran cuenta de que Vallejo no se
encontraba bien, posiblemente a causa de sus contrariedades y privaciones, y
que necesitaba comprensión y ayuda de sus amigos para sobreponerse y hasta para
independizarse un tanto de su mujer y mantenerse a flote. Fue inútil. Otra vez
volvió a faltarle a Neruda la humana fibra amistosa. Antes de cumplir el año, Vallejo
fallecía.
Página 410. Juan Larrea. Angulos de Visión, Edición de Cristóbal Serra. Marginales. Tusquets editores.
Tomado de http://lagunabrechtiana.blogspot.com.br/
miércoles, 16 de abril de 2014
Querido Juvenal:
Contra lo que señala la crítica canónica; e incluso interesantes obras de ficción --tan
recientes como las bien documentadas y sugestivas novelas Monsieur Pain (1999) de Roberto Bolaño o Vallejo en los infiernos (2009) de Eduardo González Viaña--,
creemos que la clave de Vallejo no es el dolor ni lo más decisivo fue el
“infierno” que vivió durante cien días en la cárcel de Trujillo. Acaso sí, más
bien, como otra constante, esa suerte de ninguneo y saboteo que sufrió su
poesía por obra del poder pequeño primero (Santiago de Chuco, Trujillo, Lima);
y luego, aunque a la larga sea el mismo poder, por el inmenso y transnacional
del fascismo que en la época se cernía sobre Europa y que, por ejemplo, Bolaño
en su novela ubica incluso en la mismísima Clínica Arago --al pie de la
cabecera del enfermo y mientras Vallejo padecía, además, de un enigmático
hipo--, lugar donde falleciera el poeta.
Temor y persecución a una obra que, en primer lugar, fue elaborada como
si no tuviera nada que perder; es decir, no por ingenua o evasiva, sino por
carente de cálculo artístico y costo vital.
De este modo la detestó la regalada izquierda (Pablo Neruda) como,
obvio, también el fascismo. Aquella zona
obscura --la hiper conciencia del dolor, la traición, el arribismo y la
hipocresía-- constituye en Trilce
sólo una parte, probablemente la mitad.
La otra mitad es el testimonio de una utopía: gozo y esperanza. Haciendo la salvedad de que cuando aquellas
mitades se ponen en plan de performance, como en el caso de este poemario, el
sentido del dolor se invierte y, sin éste desaparecer ni soslayarse en absoluto,
lo que prima es la celebración y la dicha.
Trilce es el poemario de un
ser henchido e ininterrumpidamente inteligente; o más bien de un “archipiélago” (Trilce XLVII) y, al mismo
tiempo, de una colectividad popular --heterogénea y sabia-- que a través del
baile conjura las penas y se reafirma ella misma hacia el futuro. Tal como
observa Freud, al cual Vallejo admiraba:
“También el alma colectiva es capaz de dar vida a
creaciones espirituales de un orden genial como lo prueban, en primer lugar el
idioma, y después los cantos populares, el folklore, etc. Habría además de precisarse cuánto deben el
pensador y el poeta a los estímulos de la masa, y si son realmente algo más que
los perfeccionadores de una labor anímica en la que los demás han colaborado simultáneamente”
Esto último lo supo captar muy bien el autor de Trilce, particularmente en Lima. Lugar donde se soltó la trenza con la
quinceañera Otilia Villanueva Pajares; se modernizó desde el pueblo y la
migración interna; se secularizó de todos los provincianismos; y se inmunizó a
todo lo que en arte o literatura estuviese meramente de moda.
Trilce, lugar de encuentros más que de exclusiones: mar y
lluvia, relato y poesía, marinera y resbalosa, melodrama y vanguardia, kitsch y
mito. Sobre todo si lo seguimos con el
oído. De este modo reivindicamos y
apelamos por una nueva generación de críticos con oído; no re-freidores de
alguna agenda teórica y metodológica exógena o endógena. Críticos que, asimismo, sepan bailar. Que leer Trilce
exige despojarnos de nuestras apreciadas disciplinas. Incluso de nuestro decoro. Y que es necesario conocer un tanto más el
Perú, la amada y odiada Lima de Vallejo, y el léxico local. Que Trilce
no está escrito en francés ni tampoco en runa simi. Que el más extendido entre aquellos
oximorones y también el más íntimo señalan al Sol como comienzo y fin de
este peregrinaje poético. Que aquel: 'Canta, lluvia, en la costa aún
sin mar!', refiere también al de confesar o revelar lo secreto. Y que es este secreto, precisamente, el que
mantiene vivo a este poemario. La
carpintería biográfica, política y sentimental que conocemos del poeta sólo en
algo nos puede ayudar a vislumbrar aquello.
Es decir, que dicha carpintería no constituye, por sí misma, la
cerradura por donde atraviesa y se entretiene manso el sol en cada una de
nuestras lecturas.
Con
el abrazo de hermano que tú conoces,
¿Firmo Pedro
Granados, firmo César Vallejo, firma el mismísimo Juvenal Agüero? ¿Desde Foz do Iguaçu,
desde Lima, desde a praia do Pântano do Sul de
Florianópolis? ¿Con 57 años, con 20 (de la pura arrechura), con amnesia
de la edad? ¿Fozi Lady es Otilia
Villanueva Pajares? ¿Mi andina y dulce es
Rita? ¿Una colega de la Universidad es
Georgette?
(Fragmento de "!Fozy Lady!", nueva novela breve de Pedro Granados)
domingo, 2 de febrero de 2014
Vallejo pero Massoia
Bernardo Massoia, Absurdo pero en Lima. Universal pero Vallejo (Córdoba, Argentina: Alción Editora, 2012) 248 pp.
Este primer libro de Massoia, contraviniendo a lo que sugeriría el título de marras de esta reseña, es intelectualmente estimulante. Nos hace recordar nuestra propia tesis de doctorado para Boston University (Poéticas y utopías en la poesía de César Vallejo);
al menos por el empaque académico… estar ante un jurado y deber
demostrar que hemos leído casi todo al respecto, aparte de --acaso en
los más comprometidos con su objeto de estudio-- cierta voluntad de
estilo algo torpe o incluso injusta con la
comunidad de lectores que nos antecede; cierta impericia, del todo
justificada dado un primer trabajo de envergadura, en matar al padre.
Massoia
sospecha y tilda de alienantes para acercarse a Vallejo tanto al
postestructuralismo, al psicoanálisis, existencialismo e incluso al dato
antropológico e histórico tomado a rajatabla. Incluso pareciera no tener el deber de persuadirnos,
al pie de la letra, de su propio objeto de estudio: la crisis histórica
del sujeto y de la institucionalización de la individualidad burguesa
en la poesía de Vallejo (185). Y más bien recomienza, lleva ya varios siglos y vinculada al imperio español, el ejercicio de la filología y la estilística. Cosa que, sin embargo, no necesariamente está mal; sobre todo si recordamos al Edward Said de The
return to Philology (2004) y su glosa latinoamericana, por ejemplo en
los “estudios trasatlánticos” de un crítico como Julio Ortega:
“los trasatlánticos reivindican la textualidad literaria. No poner de lado, hecho en que usualmente incurren los estudios culturales y post-coloniales, los textos mismos; y junto con ello la filología. Aunque, advierte el renombrado crítico peruano, habría que liberar previamente a esta última --para que sea realmente internacional-- del estigma que como discurso de legitimación del Estado-nación ha tenido tradicionalmente” (“Estudios trasatlánticos o nueva “geotextualidad”, Blog de pedro granados, 30/05/11)
Es decir, el joven crítico argentino cree todavía, un tanto también como nosotros mismos aunque no somos ya jóvenes, en el arte de la lectura demorada o la relectura.
De
esta manera el libro de Massoia tiene varios pasajes notables; menos en
sus 131 primeras páginas: la evaluación del estado de la cuestión de
los estudios vallejianos, a brocha gorda e inevitablemente reiterativo y
esquemático, ante una especificidad tan ardua y compleja como es la
poesía del autor de Los heraldos negros, así como también a causa del empaque académico al que nos referíamos más arriba. Y más, cuando agarra al toro por las astas y comienza a analizar. Aquí
el talento e inteligencia, aparte de la honradez intelectual de Massoia
(aquél que no se casa con nadie y continúa libre o a su aire en la
tarea crítica), son útiles para hacer avanzar los estudios vallejianos y la poesía latinoamericana en general. Por
ejemplo, aquel apunte que liga la poesía de nuestro autor con la
plástica de José Sabogal: “En 1922 Sabogal retorna de México
'galvanizado en su planteamiento autoctonista', aquel que habrá de
caracterizar su distinguida obra; el mismo año Vallejo publica Trilce,
plasmación bastante precoz de los latidos de una nueva cultura peruana,
al mismo tiempo vernácula, moderna y antimoderna” (139). Aquella
explicación del verso 5 de Trilce XXV (“caravela/ carabela”)… “una de
las heterografías más originales de la poesía moderna” (175), que
complementa y va más allá de la lectura de Eduardo Neale-Silva. O,
incluso, y entre otros memorables ejemplos, aquello tan lúcido,
oportuno y aclarativo --y ahora mismo tan reiterado vía el liderazgo de
Stephen Hart-- que se observa a propósito de los famosos “dobles” de los
Poemas póstumos:
“resulta
bastante diversa esta operación de objetivación del propio ser, de
aquella, muy frecuentemente postulada por la crítica, en que el sujeto
que enuncia padece la presencia de un 'doble' cuya subjetividad se
hallaría asimilada también a él, o en competencia directa con la suya. Tampoco
puede afirmarse, desde nuestra perspectiva, que el problema del 'otro'
sea siempre el problema del doble, y que constituya, por tal motivo, el
simple traslado de las invenciones de Poe en el plano de la narrativa a
la poética de los Poemas póstumos” (189).
Aunque
acaso lo más interesante para nosotros, respecto a lo que no
desarrollamos más ampliamente en nuestra tesis de 2003 para Boston
University*, y que tampoco termina por desarrollar aunque sí atisbar en
la suya el propio Massoia, es la relación que establece el crítico
argentino --a propósito del poema “Acaba de pasar en que vendrá”-- entre
lo que denomina “Dios y hombre” y, tomando nosotros más en cuenta el
aspecto cultural (una de las carencias de Absurdo pero en Lima. Universal pero Vallejo;
junto con la no inclusión del humor, del gozo y del erotismo entre las
coordenadas oximorónicas que evalúa), denominaríamos Sol-Inkarrí y
hombre:
“Esta
relación de términos –particularmente la de Dios y Hombre-- nos remite a
cierta jerarquía que, a nuestro juicio, edifica el paradigma [de aquel
poema y, a la larga, del yo poético vallejiano]. Dios es un dios colectivo, formal y extático. Trasciende
las meras sustancias de su persona biológica --en la figura de
Cristo--, atraviesa la circunstancia animal de su nacimiento, ocupa, a
un tiempo, diversos lugares de la conciencia de un enunciador poético
como el que construye Vallejo” (206); “[Respecto a “Los desgraciados”,
otro poema póstumo,] No se registra aquí un intento de constitución
ortopédica del yo, o algo similar, sino más bien la evidencia de que el
sujeto asume el desmembramiento como su condición permanente […] Ahora
bien. Dicha asunción no ignora la progresividad del desligamiento entre
los diversos sujetos sociales… el propio cuerpo, semánticamente con el
cuerpo social de los sujetos que trabajan y sufren, todavía inconexos
entre sí para lograr articularse en una instancia de transformación
social e histórica” (219).
En otras palabras, los fragmentos de la poesía vallejiana no son nihilistas, como los que constituyen y reflejan la vanguardia europea sino --cada uno de ellos y en las diversas etapas de su poesía, aunque en Trilce de manera más palpable por cierto-- partes del Inca en pleno proceso de restitución. De
este modo, incluyente y atravesando toda la poesía del peruano
--explícito y escolar todavía en “Nostalgias imperiales”, mucho más
complejo y opaco en 1922, y nuevamente acaso más didáctico en España, aparta de mí este cáliz-- es como se manifiesta, activo y en plena presencia, el mito de Inkarri (el Sol que se restituye) en toda esta poesía. Ergo,
también, de esta manera se entiende el oxímoron fundamental y
predominante en todas las etapas de la poesía de César Vallejo; aquella
radical postura de no conducir al lector hacia callejones cerrados o
unívocos de sentido, y sí deslizar inmediatamente lo opuesto, el
contrasentido, e incluso sutilmente lo reparador (el humor de Vallejo,
no por leve menos ubicuo, forma parte de esto). Finalmente,
fragmentos aquéllos (seres humanos, objetos, paisajes, pensamientos,
datos históricos, sentimientos, etc.) que son a la larga --los
vinculados a Santiago de Chuco, Francia o la Unión Soviética-- partes de un solo cuerpo. De
aquí la densa materialización --llamémosle corporalización-- de la
experiencia en la poesía vallejiana tanto como, rasgo de ninguna manera
secundario, la efectiva, eficaz y honda expresión de una fe.
*Tesis a la que sigue, Vallejo sin fronteras (2010), colección de ensayos de crítica literaria y cultural; y un libro aún inédito, “Trilce: húmeros para bailar”, donde se ventila el tema y los motivos de Inkarrí a lo largo de todo este último poemario.
lunes, 20 de enero de 2014
César Vallejo: un poeta en el país de los sóviets/ José María Matás
César Vallejo visitó hasta en tres ocasiones la URSS entre 1928 y 1931 atraído por el colosal experimento social emprendido tras la Revolución bolchevique de Octubre. Fruto de estas estancias, el escritor peruano, fue publicando una serie de artículos, reportajes y crónicas aparecidos en la prensa de su tiempo que finalmente, junto a algunos textos inéditos, serían reunidos por la editorial madrileña Ulises bajo el título Rusia en 1931: Reflexiones al pie del Kremlin. El libro, del que se llegaron a agotar tres ediciones en apenas unos meses, le reportó al autor un éxito inmediato, desconocido, convirtiéndose en la obra que le granjeó a Vallejo una mayor repercusión a lo largo de su vida.
Como otros muchos intelectuales de su tiempo, de Bernard Shaw a Upton Sinclair, de Waldo Frank a Edmund Wilson, de Anatole France a Romain Rolland, de Miguel Hernández a Ramón J. Sender, pasando, por ceñirnos al ámbito hispano, por los Valle-Inclán, Antonio Machado o Federico García Lorca, César Vallejo fue llamado en nombre de «la fuerza de la ilusión» de la que participaron algunos de los más significativos hombres de su generación, por utilizar la expresión de Claude Lefort, a saludar la mayor obra de ingeniería social del pasado siglo aunque, como bien subraya Fernando Iwasaki en el prólogo a esta bella edición que ahora presenta Renacimiento, «a diferencia de otros intelectuales europeos y americanos, Vallejo jamás fue invitado por la Unión Soviética». Una nota aclaratoria incluida por la editorial –que publicó esta obra dentro de su colección “Nueva Política”: que dio cabida por las mismas fechas, tal era su ecléctico y comercial espíritu, tanto a un alegato contra Stalin como a una encendida hagiografía de Hitler– quiso salir al paso de las posibles acusaciones de parcialidad que pudieran sobrevenirle al autor en tiempos de creciente y tormentosa polarización política.
http://www.fronterad.com/?q=bitacoras/josemariamatas/cesar-vallejo-poeta-en-pais-soviets
miércoles, 15 de enero de 2014
TLC (Traducción, lectura y crítica)
Trilce es caja de resonancia del elemento alado
Noche oscura en alba transformándose
Flor serrana en leve vello púbico ensortijado
Alma del llama y del gato techero
Comestible por maquillado
En conejo, en margarita, en besos de tu boca
Trilce es sonaja del infante
Para que despierte y pida de comer
Su lonja de sinsentido y copa de sinpudor
Agua excesiva desde la pluma y desde la plomada
Para no verte y encontrarte guardando
La compostura de decir la L
Que antes fuera W y acabó siendo T
Si el Señor no se hubiéra llevado las manos al sexo
Y no se hubiéra hallado espléndidamente erecto
Y fuera la C misma en el entrecejo
Y fueran TLC en ese modo de gritar en sordina
De hablar con clavículas y omóplatos
Que le decían Ministerio de Educación
Por lo cóncavo del torax
Trilce y su zamba de olor de higo y canela
Justito en los 999 (novecientosnoventaynueve)
Grados para la evaporación
Para el abracadabra de combinar
El dolor con el dolor
Que a resultas da siempre lo opuesto
Algo así como doblar una ola de papel
Que moja
Un origami del fondo de tu alma
Inevitable la muerte en la casta mirada
Inocente de tan culpable
Porque de hacer cosas con las palabras
Se trata
De meterse de uñas y manos en el poema
Con el impulso ciego que invariable
Va desde nuestros resueltos y no menos educados pies
Para "Poemas 2014"
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