domingo, 11 de diciembre de 2016

Literaturas e Amazônias: Tiempo de opacidad


Por ejemplo, los respectivos ensayos de Aliza Yanes Viacaba y  de Gerson Rodrigues de Albuquerque enfatizan en la necesidad de estudiar la "opacidad" (Éduard Glissant).  Entendiendo que este último concepto nos permitiría “poder reaccionar contra tantas reducciones a la engañosa claridad de los modelos universales”.  Asimismo, dado que el agua o el río constituyen de por sí en la Amazonía un  “mito inscrito en el paisaje”, debemos cuidarnos de tratarlo al modo de un “pensamento nostálgico” (Rodrigues de Alburequerque).

El “todo-o-mundo” de Glissant asimismo va, pero tal como Rodrigues de Albuquerque también remarca: “sem compreender isso como uma alienação das práticas culturais tecidas nas diferentes e múltiplas territorialidades amazônicas, articuladas/ produzidas na dinâmica das diferentes temporalidades  dos grupos e sociedades humanas que ai vivem” (283).

Por su parte, otro aspecto de la "opacidad" constituye el que percibe Aliza Yanes Viacaba en el  cuento “La canción de los delfines”, de Luis Urteaga Cabrera: “a pesar de ser un texto escrito en español que maneja con destreza técnicas literarias propias del sistema 'culto' […] sin utilizar giros lingüísticos, marcas de oralidad ni estructuras propias de la cultura aborigen de la que se nutre, es una de las más profundas muestras de la tradición oral amazónica, tanto de la cultura shipibo-coniga como de las culturas amazónicas en general, pues desarrolla relaciones de intercambio que existen entre los seres humanos y el río aplicables a toda la Amazonía” (126).  Sin que al respecto olvidemos, puntualizamos por nuestra parte, que también César Vallejo --en tanto crítico cultural y ya en 1927-- manejó en sus crónicas semejante idea de opacidad cultural y, además, en casi idénticos términos: “Un arte, a base de sensibilidad indígena, así se busque en él fines cosmopolitas, se trate temas extranjeros y se emplee materiales estéticos igualmente advenedizos, frutece, por fuerza, en obra y emoción genuinamente aborígenes […] La indigenización es acto de sensibilidad indígena y no de voluntad indigenista.  La obra indígena es acto inocente y fatal del creador político o artístico, y no es acto malicioso, querido y convencional de cualquier vecino”.


Aliza Yanes Viacaba, “Las leyes de intercambio con el río en 'La canción de los delfines', de Luis Urteaga Cabrera”, 111-127; Gerson Rodrigues de Albuquerque, “Nas margens do Aquiry: leituras a traduções sobre a cidade de Rio Branco-Acre”, 255-284.  Organizadores: Gerson Rodrigues de Albuquerque, Miguel Nenevé y Sônia Maria Gomes Sampaio.  Literaturas e Amazônias: colonização e descolonização.  Rio Branco: Nepan Editora, 2015.
César Vallejo, “Los escollos de siempre”. En: Artículos y crónicas completos (I).  Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú, 2002.  495-496.

jueves, 17 de noviembre de 2016

Luego de leer un ensayo de José Morales Saravia sobre poesía peruana




Trilce es oral y letrado, metafórico e icónico, cristiano y pagano, histórico-cotidiano y mítico, de empaque imprevisible o aleatorio y cierto o correcto, todo de modo simultáneo.  Confluencias “técnicas” en relación y proporción, precisamente, a su densa opacidad cultural.  Si Trilce nos plantea una constante inversión y reconversión en nuestros modos de leer --con todos y cada uno de los cinco sentidos-- no es por evasiva sinestesia modernista ni por complicidad con el embotamiento informativo de nuestros días en semejantes, ambos, cambios de siglo.  Trilce, simplemente, nos permite acceder y experimentar un cronotopo: el de nuestras vidas junto con las de los demás o con lo demás --todo lo que pueda ser esto último- en un productivo, multiplicado e intenso estado de intersección.  Trilce remarca o auspicia una cualidad de la convivencia individual y social: anfibia y en estado de archipiélago.  Efectivamente, y a contracorriente, el mensaje no es el medio (McLuhan) o “es una banalidad decir que vivimos [y escribimos] en el mundo de la imagen” (Morales Saravia); hoy, más bién, en pertinente y sugestiva metáfora de Amálio Pinheiro: “o meio é a mestiçagem”.  Pareciera que se han quedado cortas, pues, las lecturas desde el gabinete.  Hoy por hoy no se interpreta ni se fabrica ya más un objeto de estudio.  Más que nunca, las lecturas requieren sobre todo se les acompañe; como una aventura no sólo intelectual, sino también del cuerpo y del deseo.  Trilce convida, sea la latitud en la que moremos, a este performance de “sensibilidad indígena”.  Devora las palabras, nomás; engulle las cortapisas de las lecturas ideológicas: coloniales o postcoloniales.  Desnuda al hipócrita lector que habita en cada uno de nosotros.



Morales Saravia, José

2014    El dominio de la imagen técnica en la poesíaperuana reciente”.  5 metros de poemas.  Carlos Oquendo de Amat.  10 noviembre.





martes, 15 de noviembre de 2016

domingo, 30 de octubre de 2016

Hip-hop limeño y vallejiano



Los encuentro en el micro por la zona de Surquillo, son muy talentosos. Han asimilado totalmente a César Vallejo y lo han fundido con el habla de la calle de una Lima cada vez más inmensa, volcada hacia los andes y al mar; y muy ligada a las redes sociales del mundo.

sábado, 22 de octubre de 2016

"BIRDS IN THE NIGHT"/ José Emilio Pacheco



(Vallejo y Cernuda se encuentran en Lima)  
                                          
Al partir de las aguas peruanas, la anchoveta ha
puesto en crisis a la industria pesquera y ha
provocado, en las ciudades del litoral, la invasión 
de las hambrientas aves marinas.        
Excélsior, 1972                                                                                                                                                                

Toda la noche oigo el rumor alado desplomándose
y como en un poema de Cisneros,
albatros, cormoranes y pelícanos
se mueren de hambre en pleno centro de Lima,                                

baudelaireanamente son vejados.

Aquí por estas calles de miseria
(tan semejante a México)
César Vallejo anduvo, fornicó y deliró
y escribió algunos versos.

Ahora sí lo imitan, lo veneran
y es "un orgullo para el Continente".

En vida lo patearon, lo escupieron
lo mataron de hambre y de tristeza.

Dijo Cernuda que ningún país
ha soportado a sus poetas vivos

Pero está bien así:
¿No es peor destino
ser el Poeta Nacional
a quien saludan todos en la calle?




Irás y no volverás (1969 - 1972)

sábado, 8 de octubre de 2016

Camilo Fernández Cozman. Las técnicas argumentativas y la utopía dialógica en la poesía de César Vallejo. (Reseña)/ Javier Morales Mena




Constantes isotópicas y modelos de interpretación que serán replanteados, enriquecidos y sintetizados en las últimas dos décadas del siglo XX (Roberto Paoli, Julio Ortega, Ricardo González Vigil, David Sobrevilla) y las primeras dos décadas del siglo XXI (Pedro Granados, Enrique Bruce) mediante investigaciones cuya insistente presencia “calibran la vigencia de la obra del gran poeta peruano y su influencia en las generaciones poéticas posteriores” (20).


sábado, 1 de octubre de 2016

Incomodidad de “El palco estrecho”




El palco estrecho

Más acá, más acá. Yo estoy muy bien.
Llueve; y hace una cruel limitación.
Avanza, avanza el pie.
Hasta qué hora no suben las cortinas
esas manos que fingen un zarzal?                              5
Ves? Los otros, qué cómodos, qué efigies.
Más acá, más acá!
Llueve. Y hoy tarde pasará otra nave
cargada de crespón;
será como un pezón negro y deforme                       10
arrancado a la esfíngica ilusión.
Más acá, más acá. Tú estás al borde,
y la nave arrastrarte puede al mar.
Ah, cortinas inmóviles, simbólicas...
Mi aplauso es un festín de rosas negras:                   15
cederte mi lugar!
Y en el fragor de mi renuncia
un hilo de infinito sangrará.
Yo no debo estar tan bien;
avanza, avanza el pie!                                                20

(Los heraldos negros, “Buzos”, 1918)

Dominic Moran [“The Author´s Favourite, But is it Any Good?  Some Thoughts on 'El Palco Estrecho'”.  En: Stephen M. Hart (Ed.).  Politics, Poetics, Affect.  Re-visoning César Vallejo.  Cambridge: Cambridge Schollars Publishing, 2013, pp. 67-87] hace un balance general de la crítica vallejiana hasta el presente y nos alerta, no sin razón, que: “We do not posses the sort of systematic, line by line commentary on Vallejo´s work which the greatest poetry such as Shakesperae´s sonnets, and I can think  of no critical study on Vallejo comparable to Malcolm Bowie´s Mallarmé and the Art of Being Difficult [dificultad que, en el caso de Vallejo, y según George Stainer, sería 'ontological' (68)]” (67); y, la misma estudiosa, enseguida agrega: “Most critical editions contain little or no close textual commentary, and those which do are often highly (some might say strategically) selective [desde Américo Ferrari, pasando por Julio Ortega hasta, entre otros, Marta Ortiz Canseco o Efraín Kristal; con excepción parcial de Roberto (sic) González Vigil, aunque éste guarde silencio ante los aspectos más problemáticos de los textos]” (68).  Sumario estado de la cuestión para enseguida, y a modo de alternativa, plantearnos la necesidad de subsanar la lectura de “El palco estrecho” [según Espejo Asturrizaga: “el poema preferido de Vallejo”]: “It is never anthologized, rarely elicits more tan a passing reference in most critical works and does not even get a mention in one of the seminal academic studies of Vallejo´s poetry [Jean Franco´s  César Vallejo: The dialectics of Poetry and Silence]” (69). 

Por nuestra parte, en nuestro libro de 2004 editado por la PUCP (Poéticas y utopías en la poesía de César Vallejo, pp. 37-39) apuntábamos que lo que en el poemario de 1918 representaría el apartado «Buzos» [“La araña”, “Babel”, “Romería” y “El palco estrecho”] --aquello de bucear o ir hacia el inconsciente-- estaría ilustrado precisamente por aquel poema en cuestión. Apuntábamos que en la progresión «Más acá, más acá. Yo estoy muy bien» (v. 1); «Más acá, más acá. Tú estás al borde» (v. 12), hasta, «[Más acá, más acá] Yo no debo estar tan bien» (v. 19), el uso del verbo estar refleja el drama de la posibilidad o imposibilidad de la auto-reflexión por parte del yo poético. A su vez, lo único de lo que no cabe duda es que «avanza, avanza el pie» (vv. 3 y 20). Se trataría aquí, como dice Jean Franco, del gesto tan contemporáneo y tan adelantado en su contexto —el Perú de la época— «de la descentralización del yo que nunca puede enunciar el yo real. Como dijo Lacan, “Yo no soy lo que yo digo. Yo no soy donde yo pienso, no pienso donde soy”» [Jean Franco, “La desautorización de la voz poética en dos poemas de Vallejo”.  Actas del Coloquio Internacional. Frei Universitat Berlin, 1981, p. 56].  Asimismo, que en «El palco estrecho», se presenta por vez primera la lluvia: «Llueve; y hace una cruel limitación» (v. 2); «Llueve. Y hoy tarde pasará otra nave/ cargada de crespón» (vv. 8-9). El verbo «Llueve», en realidad, está aquí en función anafórica y antepuesto a la conjunción copulativa ‘y’. Verbo explícito en los ejemplos inmediatamente antes citados, pero implícito en los versos 13 y 17-18, donde deberíamos leer: «[Llueve] y la nave arrastrarte puede al mar» y «[Llueve] Y en el fragor de mi renuncia/ un hilo de infinito sangrará», respectivamente. Y donde la lluvia aún no se presenta en la poesía del peruano con un valor, podríamos decir, bienhechor [como sin duda lo será en Trilce], que lava o purifica. Aquí anuncia y acompasa al menos aquel autodescubrimiento lacaniano del Yo. Es en este sentido como debemos leer el verso «hace una cruel limitación», lucidez —a final de cuentas— positiva o necesaria en el desarrollo de la personalidad; y asimismo los versos 15-17: «Mi aplauso es un festín de rosas negras:/ cederte mi lugar!».

            Finalmente, también en Poéticas y utopías…, observábamos que lluvia y mar interactuaban por primera vez en Los heraldos negros. Esto sucedería precisamente en los versos 13-14: «[Llueve] y la nave arrastrarte puede al mar./ Ah, cortinas inmóviles, simbólicas...». Es obvio aquí que el mar está asociado semánticamente al peligro, al riesgo de la inmovilidad: «cortinas inmóviles»; lo que no hace, a su vez, sino ilustrarnos nuevamente respecto al carácter de mar como «charco» o «tumba». Lugar aquel, entonces, de desconcierto por la constatación de la problemática identidad o espacio del yo («El palco estrecho»), y que predomina en el poemario de 1918.

            Ahora, para una lectura actualizada de este poema, echaríamos mano de otros presupuestos; culturales y andinos estos últimos.  En tanto y en cuanto incluiríamos un eje bíblico-solar en debate en todo “El palco estrecho”.  Donde, por ejemplo,  aquel “zarzal” (v.5) no vendría de “zarzuela” (Moran 84), para ceñirse al supuesto tema general y prevaleciente allí del Theatrum Mundi; sino, más bien, de Sol o fuego o gracia, en tanto 'zarza ardiente'.  Asimismo, una lectura del Sol o “nave” (vv. 8 y 13) opacado o interferido --aunque jamás de modo absoluto o definitivo-- precisamente allí  por la lluvia en esta época de la poesía de César Vallejo; es decir, Inkarrí en un escenario previo al de Trilce.  Pero esto lo elaboramos ahora mismo dentro un trabajo de más largo aliento y en pleno desarrollo.