lunes, 23 de julio de 2018

ARCHIVO VALLEJO VOL. 1 Nº 1 ENERO- JUNIO 2018. REVISTA DE INVESTIGACIÓN DEL CENTRO DE ESTUDIOS VALLEJIANOS (Reseña I)


Nuevo formato de las Actas del “Vallejo Siempre”, congreso bianual (2014, 2016, 2018), y hoy por hoy “Revista de Investigación del Centro de Estudios Vallejianos”; cuyo primer número reúne las actas del congreso llevado a cabo recientemente en Salamanca.  Catadura del conjunto que, aunque pretende ser especializado, constituye más bien una miscelánea; esto por la factura muy desigual de los contenidos.  Sin embargo, y para contento de todos, no faltan ensayos o pasajes de artículos en este mismo número que reflejan  compromiso con la investigación, frente a refritos u obviedades, más una palabra viva, frente a una escritura moribunda.
Acaso el más intenso y logrado de todos sea el de Stephen Hart, “El cadáver exquisito de César Vallejo”, y que tratándose de cadáveres vivos y del brillo del oro (‘metal’ y ‘plegaria’) y de los colores del crepúsculo, “!Oh botella sin vino [vida, verdad, verdadismo, Sol, “gracia incaica”, vaso de sangre]! ¡O vino que enviudó de esta botella!…” Hart no se remite a Inkarrí ni cita siquiera algo de nuestros libros que se regodean alrededor de ello, Trilce: húmeros para bailar(2014) ni Trilce/teatro: guión, personajes y público (2017).
Samain diría el aire es quieto y de una contenida tristeza
Vallejo dice hoy la Muerte [la Vida] está soldando cada
lindero a cada hebra de cabello perdido, desde la cubeta
de un frontal , donde hay algas, toronjiles…
En un aspecto importante, el rechazo de Vallejo al Surrealismo en tanto burgués, efectista, políticamente oportunista y finalmente “muerto” (‘sin vida’) es análogo al de Alejo Carpentier (El reino de este mundo) en su crítica a André Breton; pero resulta exclusivo del peruano, en su debate con aquella escuela europea, rescatar y encumbrar   –aunque de modo sutil o casi a manera de un secreto– el aspecto cultural solar, amerindio o andino, y no menos multinaturalista (animal, vegetal, post antropocéntrico en suma).  Herencia o legado, absolutamente vivo en Vallejo, y sin el cual, aunque demos con el manubrio [“crea, en efecto, otro cadáver del material del cadáver exquisito, pero el cadáver de Vallejo es vivo y, en algún sentido, eterno” (Hart 345)], no acertaremos a abrir del todo la puerta de su poesía.  Como hemos dicho en otro lugar –en concreto en la conclusión de  Trilce: húmeros para bailar— el “vanguardismo” del poeta peruano no está constituido realmente de fragmentos (desde Apollinaire); sino más bien, como en el caso del cuerpo de Inkarrí, de redes o fragtales.  No se trata de algo en ruinas, devastado o absurdo; sino de algo radicalmente actual y vivo.  No se trata de folklore (“me friegan los cóndores”), se trata de patrimonio inmaterial.  No se trata de Darwin, se trata de pensamiento amerindio o multinaturalismo. No se trata de ser glocal (global-local) para entender mejor al poeta; como si esto consistiera en aumentar o multiplicar las miradas en un mismo rasero dimensional o sintagma coordinado (Europa + USA + América Latina, etc.).   Se trata, más bien, de subir y bajar ontológica o culturalmente; a modo de los Zorros de José María Arguedas y donde el autor de Trilce, según el propio José María, es el primero entre todos ellos: no dos seres o dos personas o un consumado “hipócrita” (culpable/inocente, surrealista/no surrealista…).  Aquello de global/local se haya sobrepasado a la hora de leer a Vallejo.  “Botella” es icónicamente un ser humano, tal como “vino” constituye el color de la luz del crepúsculo (no aquélla todavía melancólica o rubendariana de Los heraldos negros, sino la abrumadoramente epifánica y simétrica de Trilce) que llenaba a dicho ‘ser humano’; pero lejos de ya no estar habitándolo, el “Vino” se siente viudo de la “botella”.  Ética del cuidado o de la compasión –bien observada por Alain Sicard, otro crítico que se queda sólo en el manubrio,  aunque para otro texto y recreando un contexto más bien místico-cristiano– del “vino” ante el nihilismo en que derivaron Bretón y los suyos y, en general, también la cultura europea (¿de los 20′ del siglo pasado, de los años 20 del actual?).  Esta dialéctica que, aunque ambas convivan en Vallejo, no es la marxista, es fundamental para leer también, y acaso sobre todo, los Poemas humanos.
Otros ensayos que llamaron poderosamente nuestra atención, y que en algún momento también someramente reseñaremos (dado el formato de nuestro blog). Son los firmados por los consagrados críticos Dominic Moran, Alan Smith Soto, José Julio Vélez Sainz, Antonio Merino; y por los jóvenes y talentosos profesores Laurie Lomask y Joseph Mulligan.

miércoles, 18 de julio de 2018

Chuponeo a los biógrafos de César Vallejo

La muy reciente publicación de los Manuscritos poéticos de César Vallejo, por parte de Enrique Ballón Aguirre, ha traído consigo, aparte del tan significativo acceso a aquellos papeles junto a un minucioso estudio –de más de seiscientas páginas firmados por el lingüista peruano–, el destape de un auténtico submundo en lo que atañe a los vallejólogos o biógrafos de nuestro “Cholo” universal. Libelo, mejor convendría denominarlo, el que  Ballón ventila en su “Preámbulo” (páginas 5-26) y torna al desconcertado lector en un escéptico radical   –todos los vallejólogos terminan por ser gente de muy baja estofa–; incluido el propio autor del libelo.  Estudioso que acaba de hacer público, aunque por la misma fecha ya lo supieran Pablo Macera y Fernando de Szyszlo (p. 25), que en 1978 recibió en calidad de donación los manuscritos del poeta.  Aunque, más que donación, mejor cabría hablar de canje, dados los buenos oficios de Ballón en tanto estudioso de Vallejo, abogado y facilitador editorial de la myor consideración y complacencia por parte de la autora deMasque de Chaux (Máscara de cal).  Es más, desde aquel “Preámbulo”, pareciera que su autor se aproximó y brindó apoyo a la viuda de Vallejo en tanto y en cuanto ya conocía –por intermedio de E. González Bermejo desde 1976 (p. 23)– de la existencia de aquellos manuscritos.  Obvio, Ballón intenta en primer lugar  –no con cierta inmodestia o sostenido auto exhibicionismo intelectual de su parte– limpiarse de la acusación de apropiación ilícita de  un trabajo ajeno y que hasta hoy lo toca, aquel de la reunión de las crónicas vallejianas por obra de Jorge Puccinelli.  El asunto es que, con sus luces y sombras, Ballón  logra que Puccinelli (fallecido el 2012) caiga bajo sospecha de hurto impune.  Para el efecto, convoca y se apoya en la autoridad de Luis Alberto Sánchez y, constituye una constante, en la complicidad de Georgette de Vallejo.  ¿Ladrón que roba ladrón?  Según aquel “Preámbulo”, fue otra vez la viuda la que proporcionó a Ballón –y por lo tanto no tenía necesidad de hurtárselas a nadie– las crónicas que publicara nuestro “autor sin derechos de autor” en el Diario El Norte (1923-1926) y que constituyen el eje del problema.  Librados aquí de culpa no queda casi nadie, con excepción de Georgette y el propio Ballón por supuesto.  Evidentemente, Juan Larrea, André Coyné, Gonzalo More, conocidos enemigos de la viuda, son pasto del fuego.  Pero algo semejante ocurre, por enemistad con una o con otro, con José Miguel Oviedo, Antonio Cornejo Polar y alguno más.  Algo semejante, con el prurito de no haber contextualizado sus minuciosos hallazgos, ocurre con la crítica de Ballón a los trabajos de  Giovanni Meo Zilo y Roberto Paoli.  Crítica, esta última, para nada gratuita ya que el perfil de ambos estudiosos italianos es relativamente semejante al del propio Ballón.  Es decir, un tanto, aunque no del todo, al margen del libelo, la “clamorosa falta de interpretación del sentido contextualizado de cada composición” (p. 22) es únicamente la de ambos peruanistas y de ninguna manera la de Enrique Ballón.  Hecho, este último, que por nuestra parte hemos debatido hace muy poco al reseñar un artículo de nuestro compatriota y ahora más famoso todavía gracias a los manuscritos vallejianos, “Diglosia poética: Vallejo/Verlaine“.
Por último, lo que deseamos puntualizar es que frente a tanta manipulación de los datos de la vida del nacido en Santiago de Chuco.  Es decir, frente a los gruesos intereses de variada índole por parte de los vallejólogos y, además, no menos miopía crítica que  media  en la  elaboración de su biografía fáctica.  Por ejemplo, presente también aquí, aquel auténtico fetiche de la “evolución política” de Vallejo en sus poemas póstumos, como si en Los heraldos negros o en Trilce no existiera desde ya  una plenitud “política” aunque, acaso, con ingredientes culturales  distintos.  Por lo tanto, deberíamos más bien, y haciendo el camino inverso, ir de sus poemas  a sus crónicas e incluso a su biografía.  En otras palabras, deberíamos elaborar, y creemos se hace urgente y necesario, una suerte de biografía “interna” y multinaturalista. En eso estamos y a eso los convocamos.

domingo, 15 de julio de 2018

Enrique Ballón Aguirre, “Diglosia poética: Vallejo/Verlaine” [Reseña]

Ensayo de Enrique Ballón; el mismo que, en la sumilla, declara su objeto de estudio: “mostrar los modos en que se manifiesta el cambio de diglosia literaria castellano-quechua por la intervención del francés en la poesía vallejiana a partir del análisis del poema sin título [“Calor, cansado voy con mi oro, a donde”] incluido en Poemas humanos” (133).  Es decir, bajo “Diglosia poética: Vallejo/Verlaine”, tenemos aquí tratadas: “diglosia literaria”, cultura y poesía.  Enfoque complejo, aunque acaso no menos necesario hoy en día, que intenta trascender –tarea ardua y, no menos, imaginativa por delante — la actual y dominante lectura al “británico modo” en lo que se refiere a la vida y obra del poeta peruano (v.g. Stephen Hart, César Vallejo.  Una biografía literaria.  Lima: Cátedra Vallejo, 2014).  Para ilustrar  su propuesta, Ballón Aguirre recala en el análisis puntual de aquel poema de 1937; tarea para la cual le resulta fundamental la edición César Vallejo. Obra poética completa (1968), porque básicamente ésta incluye los famosos mecanografiados o “tiposcritos” de los poemas[1]
[1] Aunque ahora sabemos –mejor dicho, justo ayer: 15 de julio de 2018– que desde 1978 Enrique Ballón ha tenido acceso privilegiado no sólo a los tiposcritos, sino también a los manuscritos del poeta.  Los cuales les fueron donados, aquel  último año, por Georgette de Vallejo “Apreciado Dr. Ballón: Me es muy grato dirigirle la presente carta para hacerle entrega en calidad de donación de los manuscritos y tiposcritos originales que conservo de César Vallejo, los mismos que constan de dos legajos correspondientes al  teatro y el resto a Poemas en ProsaPoemas Humanos y España, aparta de mí este cáliz” (Ballón 24).  ENRIQUE BALLÓN-AGUIRRE (2018) «Manuscritos Poéticos de César Vallejo», [En línea], Volume XXIII – n° 2 (2018). Coordonné par Carine Duteil-Mougel.


http://blog.pucp.edu.pe/blog/granadospj/wp-content/uploads/sites/97/2018/07/Enrique-Ball%C3%B3n-Aguirre-2.pdf

domingo, 17 de junio de 2018

Los heraldos negros y la playa

“Como consecuencia de la lógica de la inclusión, predominante en Los heraldos negros, donde la unidad nunca está sola (es decir, la unidad por lo menos son dos: uno en el otro), este libro de poemas también son dos poemarios. El primero, el explícito y que figura como título del volumen de 1918, al que hemos denominado texto A; el segundo, inferido del otro, «Los heraldos blancos», al que hemos denominado texto B.
Por un lado, y después de realizado el análisis de cada una de las partes del libro, los conceptos predominantes y congruentes entre sí del texto A son: [«negro(s)»] – charco – tumba – 0 – vagina – sol como Cristo (Dios) – ocaso (tarde) – agua salada – mar de la profundidad – sangre (enfermedad de Dios y del hombre). En cambio, entre aquellos del texto B se encuentran: [blanco(s)] – nueva madre mía – sol como madre – amanecer [utopía] – unidad (dos) – lluvia – agua dulce – mar de la playa – piedra. Ya que los «heraldos» son «mensajeros» de estas dos series de conceptos que constituyen la unidad, Los heraldos negros, será el texto B el que se abrirá paso hacia los siguientes poemarios de César Vallejo; el texto A permanecerá intermitente, aunque prácticamente quedará ya relegado en Trilce” (Poéticas y utopías en la poesía de César Vallejo, Capítulo 1).

Pedro Granados, Poéticas y utopías en la poesía de César Vallejo (Lima: PUCP Fondo editorial, 2004)

Índice

Introducción

Capítulo 1
La poética de la inclusión: heraldos negros y heraldos blancos en Los heraldos negros 
Capítulo 2
La poética de la circularidad: el mar y los números en Trilce
Capítulo 3
La poética del nuevo origen
  1. La piedra fecundable de los poemas de París (Poemas Póstumos I)
  2. La piedra fecundada de España, aparta de mí este cáliz (Poemas Póstumos II)
Conclusiones
Bibliografía

domingo, 10 de junio de 2018

¡Fozi Lady!


                 César Vallejo y Otilia Villanueva Pajares (“O.”)

Novela breve sobre el poeta César Vallejo, esta vez  en Foz do Iguaçu (Paraná, Brasil); y también, paralelamente, sobre Juvenal Agüero.  ¡Fozi Lady! continúa la saga de Prepucio carmesí y otras novelas cortas (Lima: Tribal, 2013).  ¿Las últimas palabras del poeta fueron, realmente, las dedicadas a España ("-Me voy a España")?  Postrado en su lecho, próximo a la muerte, aquéllas    -y reiterativas- fueron más bien  otras; para disgusto de Georgette y su venganza contra la máscara mortuoria del poeta a la que hizo pedazos.  Hace un par de años se publicaron unos muy pocos ejemplares de ¡Fozi Lady!, de modo artesanal (Guardanapo Editores) y en versión bilingüe, traducidos magníficamente al portunhol selvagem por Bruno Melo Martins.  Aquí les va el pdf –por gentileza de “Vallejo Sin Fronteras Instituto” (VASINFIN)– con la versión íntegra en español.

http://blog.pucp.edu.pe/blog/granadospj/wp-content/uploads/sites/97/2016/04/Fozi_Lady.pdf

lunes, 23 de abril de 2018

Salud y poesía/ Escuela de EE. GG. (UNMSM)


15 lágrimas
Caían sobre su rostro
Lenta y tristemente
Lágrimas amargas.
¿negras?
¿mares?
Como el color
Del espacio

La monotonía
Era una mañana templada
No entiendo
No veo
No sé a dónde fui a parar
A la calle
Tal vez, o al río, tal vez
A nadie
En sus recuerdos quedé

Heraldos negros
Grandes
Sabrosos
Y suculentos
Hay golpes en La

Frutos  del primer taller de poesía colectiva entre los jóvenes estudiantes de Ciencias de la Salud.

sábado, 21 de abril de 2018

César Vallejo al (multi)natural: Biografía

Sumilla
Investigar las diferentes etapas de la poesía y narrativa de César Vallejo; y también las biografías canónicas de este mismo autor (Juan Espejo Asturrizaga, Georgette de Vallejo, Stephen Hart, entre otras) bajo los parámetros de la perspectiva simétrica (Bruno Latour) o multinaturalista (Eduardo Viveiros de Castro) o, lo que el mismo César Vallejo denomina en sus crónicas de 1926, “fisiológica”: “La cuestión clave del arte y de la poesía nueva es fisiológica”[1].  En otras palabras, intentaremos levantar –cual una serie de capas o niveles yuxtapuestos y simultáneos[2]: histórico, político, médico (narrativas, suyas o de otros estudiosos, sobre su enfermedad), cotidiano, mítico– y editar en formato digital un nuevo tipo de biografía del autor peruano por ahora planteada sólo, en lo fundamental, desde una perspectiva historicista, positivista o unidimensional; lo cual, a su vez, sirva como precedente o modelo para otras biografías en la región.  Biografías multinaturalistas y polidimensionales, tanto de individuos como de colectivos sociales, vinculados fuertemente no solo a la historia o a los procesos sociales, sino también a la geografía o mitos inscritos en el paisaje (Chocano, Usandizaga y otros).
[1] En las huellas del neurólogo Antonio Damasio, y tal como expone Anna Caballé: “la identidad reside en el cuerpo antes que en la mente […] es una cuestión biológica, antes que lingüística o cultural”.  A lo que cabría agregar, para matizarlo y darle una cobertura ontológica y no menos latinoamericana a nuestra lectura de César Vallejo: “es más verdad la geografía que la historia” (Caballé); en referencia a los mitos inscritos en los paisajes en los que hemos nacido, le haríamos decir nosotros.
[2] “Una de las diferencias con Europa […] es que los incas pensaban que el pasado, el presente y el futuro eran paralelos (suceden al mismo tiempo) y no lineales […] Eso explica por qué sacaban a las momias en procesiones, al público. La gente que podía mediar entre las diferentes vidas era muy poderosa […] Si crees que el pasado, presente y futuro son paralelos, lo único que los une es un lugar físico. Una montaña, una piedra particular se convierte en el punto de conexión entre el pasado, presente y futuro.  Lo que para los europeos era una cima de una colina, para los incas podía ser un lugar sagrado, de gran importancia. La gente todavía no entiende esas percepciones del paisaje, la importancia de los lugares” (Cooper).
*Abierto al apoyo o colaboración de otras instituciones e investigadores.