martes, 17 de mayo de 2011

Vallejo sin fronteras en Asunción, Paraguay


La emblemática Estación del Ferrocarril, de Asunción, será sede de la Feria del Libro del Bicentenario, que abrirá sus puertas el próximo jueves 19 de mayo, bajo el lema “Leer nos hace libres” e irá hasta el 5 de junio. Ha confirmado su asistencia el poeta peruano Pedro Granados, quien presentará en Asunción su libro “Vallejo sin fronteras”, y se espera la presencia de poetas y narradores de Argentina y Chile.

De Paraguay participarán destacados escritores como Gladys Carmagnola, Guido Rodríguez Alcalá, Victorio Suárez, Augusto Casola, Renée Ferrer, Lourdes Espínola, Juan de Urraza, Irina Ráfols, Feliciano Acosta, Óscar Pineda, Lourdes Talavera, Emi Kasamatsu, Alejandro Hernández, Lita Pérez Cáceres, Delfina Acosta, Dirma Pardo, Miguel A. Fernández, Nelson Aguilera y Mónica Bustos, entre otros. Los mismos formaran parte de ponencias, lecturas de poesía y narrativa, mesas redondas y presentaciones de libros.

Bajo el lema “Leer nos hace libres”, la Cámara Paraguaya de Editores, Libreros y Asociados (CAPEL), homenajea al Bicentenario de la Independencia patria, conjuntamente con el Ministerio de Educación y Cultura, Secretaría Nacional de Cultura, Comisión Nacional Bicentenario, Banco Central del Paraguay y Municipalidad de Asunción.

VAGONES DE LIBROS

Édgar Ruiz Díaz, presidente de la Capel sostiene que “Su importancia en este año del Bicentenario se multiplica de manera notoria, principalmente por la implicancia del libro como herramienta de registro histórico-cultural que dejará plasmada en la historia de nuestro país el impacto de este año memorable. La elección de la antigua estación del ferrocarril, una de las primeras del continente, como sede de la Feria del Libro del Bicentenario se fundamenta, en la riqueza del significado emblemático de esta reliquia histórica del pueblo paraguayo. Es como si quisiésemos cargar esos vagones, que ya vienen colmados de la historia de nuestro pueblo, con el nuevo producto cultural del Paraguay contemporáneo para después dejarlos partir con destino a las generaciones del tricentenario, robusteciendo de ese modo la historia de la heroica nación paraguaya”.

martes, 5 de abril de 2011

Entrevista a Pedro Granados/ RED LITERARIA PERUANA

Conversamos con Pedro Granados (Boston University, Ph.D.; profesor de español en la Universidade Federal da Integração Latino-Americana) durante nuestra estadía en agosto de 2010, en Arequipa, por motivo de la Feria Internacional del Libro de Arequipa. Pedro presentó su último libro Vallejo sin fronteras (2010), editado por Arcadia Editorial y Espacio Cultura Editores.

lunes, 14 de marzo de 2011

Apuntes sobre la actualidad “teórica” de la poesía de César Vallejo



El oxímoron vallejiano, a diferencia de la dialéctica de Hegel [“ordena lo real al pensamiento como forma del saber organizado” (Goodzich 33)], respeta la “diferencia” o alteridad de las cosas. En Trilce, Vallejo no es dialéctico; es, más bien, rizomático y místico.

De aquí la actualidad “teórica” de Vallejo, que se acerca más al estudio de las antinomias que la dialéctica: “en la dialéctica los términos en oposición se distribuyen a lo largo de un eje siempre jerárquicamente orientado, de modo que el resultado de la oposición se decide tan pronto como ésta es identificada, mientras que en una antinomia no existe semejante eje y el esfuerzo del pensamiento se dirige a la determinación de las posibles relaciones entre los términos de la antinomia” (Goodzich 33)

En ilustrarnos, pues, su particular “esfuerzo del pensamiento” sobre las antinomias estriba la poesía del peruano. Pensamiento que involucra por cierto, y acaso en primer lugar, preguntarse por la sociedad profundamente dividida y multicultural de la época y del país --luego el mundo-- en el que le tocó vivir. Deteniéndose en cada fragmento de éste, aquilatándolo en su pasado y en su presente; y también en su misterio, aunque no como parte de la encandilada incógnita del modernismo hispanoamericano, sino como potencia o utopía: callejones de más vida, salidas eficaces para burlar la fatalidad y la muerte. Pero, ojo, no es posible considerar a Vallejo en la órbita del multiculturalismo contemporáneo ya que éste, en los términos que vamos enhebrando, es dialéctico y se halla monitoreado de modo unilateral. Es decir, el diálogo inclusivo o de mutua tolerancia que promueve supuestamente el poder se halla, como sostiene lúcidamente Gianni Vattimo, viciado o contaminado de sospecha. Y tampoco podríamos entender el radical rechazo de Vallejo a la homogeneización, si no concebimos allí un lugar de opción o libertad --¿sexual, de género?-- también para la mística de las personas y, por qué no, también de las cosas u objetos en apariencia más insignificantes e inertes. ¿Mística de los objetos?

Al interpolar estas coordenadas vallejianas a nivel de los urgentes acuerdos sociales de orden político, entendemos claramente su pertinencia y virtualidad productiva. No homogeneizar; pero tampoco --con igual énfasis-- heterogeneizar de modo unilateral, fundamentalista y autoritario. ¿Heterogeneidad cultural y homogeneidad teórica?, se planteaba ya, de manera sugestiva, Ottmar Ette. Al recorrer hace poco de sur a norte el interior del Perú, nos planteamos una pregunta acaso incluso más elemental: heterogeneidad u homogeneización: ¿desde la pobreza extrema?, ¿desde el cerro insólitamente torneado o el indiferente desierto?, ¿desde el mall ascéptico o nuestros inalienables olores? ¿desde una historia donde la mira va puesta en la inevitable tristeza o en la fugaz alegría?

miércoles, 16 de febrero de 2011

Retrato de César Vallejo/ Antenor Orrego


Paréceme verlo todavía, a una distancia de más de treinta años [1955]. Figura magra, escurrida en demasía, flexible, ligeramente dislocada al caminar, de mediana estatura. Frente vasta, alta, sin ninguna arruga, con suavísima prominencia en la parte superior. Caía sobre ella, con gracia viril, desordenada en ocasiones, una bruna, copiosa y larga cabellera. Vigoroso el entrecejo, mas sin dureza ni acrimonia. Empero, lo característico de su semblante eran los ojos buídos y oscuros, sumergidos a pique en dos cuencas profundas, abismales casi. Parecían taladrar, estuporados de misterio, el enigma de la vida, desde la honda sima de su alma. Y, luego, los pómulos salientes y el audaz mentón beethoveano que avanzaba, como una quilla cuadrada y resuelta, que acometiera, por anticipado, el duro destino que le aguardaba. El rostro, en conjunto, de rasgos originalísimos, daba la impresión tan honda, difícil.

Memoria, mezcla de bondad y energía, a la vez. No tenía puras facciones de indio, ni tampoco de blanco. Menos aun esa hibridación fisonómica del mestizo tan frecuente en nuestro pueblo. Repito que era una efigie muy original, de vigorosa, armoniosa y enérgica unidad de expresión. El pergeño, en conjunto, traía al recuerdo la imagen de Abraham Lincoln moreno. Tenía, más bien, por sus facciones, por sus gestos y por su color amarcigado, el aire de un hindú. Hablaba poco y poseía una noble seriedad en la actitud. Jamás le vi colérico, aunque se le adivinaba transido por angustiosas inquietudes internas. Era incapaz de herir a nadie. Magnánimo y tolerante siempre. Cuando se producía una situación tensa o violenta entre amigos, le afloraba el humor a los labios. Una graciosa y amable agudeza deshacía la tempestad inminente, como por ensalmo.

Ambos supimos, desde el primer instante, que íbamos a ser amigos de toda la vida. Lo supimos por esa intuición juvenil que nos alumbra, a veces, desde el futuro, panoramas enteros de nuestra propia existencia (90-91).

Era un niño que en ciertos momentos sufría las agonías de un hombre (114).




“Mi encuentro con César Vallejo”. En: Eugenio Chang Rodríguez, Antenor Orrego. Modernidad y culturas americanas (Lima: Fondo Editorial del Congreso del Perú, 2006) 83-134.

lunes, 24 de enero de 2011

Vallejiano Beckett/ Abelardo Oquendo

A fines de 2009 Editorial Castalia publicó una edición de Los heraldos negros de César Vallejo que apenas ha circulado entre nosotros, tiene un interés muy especial: es la única que recoge de manera sistemática las variantes textuales hasta ahora advertidas en el cotejo de diversos ejemplares de la edición príncipe de Los heraldos. (Insólitamente, no todos los volúmenes de esa edición son idénticos, según descubrieron Silva y Martos en 1992). Las variantes halladas eran siete, la edición de Clásicos Castalia, debida a Marta Ortiz Canseco, añade tres más. Ortiz enriquece este aporte con notas al texto, una bibliografía de las primeras versiones de los poemas de Los heraldos y otros materiales de valor para estudiosos.

Una razón más que hace especial este librito –que tan poco ha circulado entre nosotros– es su introducción, escrita por Efraín Kristal, talentoso crítico y comparatista literario, quien menciona en ella algo sorprendente relativo a Samuel Beckett, concretamente a Lucky, el personaje de Esperando a Godot: “Existen poemas importantes de Vallejo –afirma– que podrían haber inspirado la creación misma de Lucky, agredido con una soga y con un palo por quienes lo castigan sin causa.” Dado que Beckett leía español y tradujo al inglés poesía hispanoamericana, los breves datos que ofrece aquí Kristal bastan para no pensar en coincidencias.

jueves, 13 de enero de 2011

"RECORDANDO A CÉSAR VALLEJO" (1988)



Tomás Mallo, Marcos R. Barnatán, Antonio Cillóniz, Miguel Cabrera y P. G.

domingo, 9 de enero de 2011

Comentario al video "Dressing room" de Stephen Hart



Tal como nos lo ilustra y resume muy bien, Natalia Gómez, en su artículo "La sombra de Charles Chaplin en César Vallejo":

"César Vallejo durante su estancia en Europa (1923-38), toma activa participación en el mundo artístico-cultural parisiense. A partir de 1925, año en el que Vallejo empieza sus colaboraciones en el Mundial, el escritor peruano escribe con asiduidad reseñas sobre el cine y el teatro. Entre estos artículos, Vallejo denota un especial interés en el trabajo de Charles Chaplin. Esta admiración por el cineasta británico ya ha sido mencionada en ensayos de Xavier Abril, Armando Bazán, Jean Franco, Juan Larrea, Guido Podestá, Roberto Armiso y más recientemente en Victor Fuentes. Todos los críticos coinciden en señalar que la influencia del director cinematográfico queda patente en la obra póstuma vallejiana y sobre todo en Poemas humanos […] cómo la sombra cinematogáfica de Charles Chaplin toma cuerpo en la obra del escritor peruano"

En este nuevo video [el anterior, Stumbling between 46 stars], Stephen Hart, se inspira en las cuatro versiones --hasta ahora conocidas-- del drama vallejiano Dressing Room para seguir buceando en esta rica conexión Chaplin-Vallejo. Según nos comenta, el mismo Hart, en un interesante correo:

"En la version del drama es Chaplin quien lucha contra sí mismo, y lo converti en una lucha entre Chaplin y Vallejo; porque entendí la proyeccion de Chaplin en las poesías de Vallejo como una proyección de si mismo. Lo filmé en Londres y en París; se reconstruye un viaje desde el hotel donde vivió Vallejo en la rue Moliere hasta su tumba en Montparnasse, y hay también la quizás inevitable alusión al film de Chaplin, The Idle Class"

El video se estructura en base al contrapunto de los enredos Charlot-Vallejo (propiamente la parte "bufonesca" de este breve filme) y de modo alternado, e introductorio a cada uno de los cuatro actos de la pieza Dressing Room, la lectura también dramatizada del poema "El libro de la naturaleza" (de corte más bien serio o didáctico). La elección por parte de Hart de aquel poema (fechado en 1937, edición Moncloa) es una de las cosas que más nos ha llamado la atención en esta propuesta; hasta qué punto este destacado profesor inglés ha sido consciente de su, creemos, tan atinada elección (1). Ser “profesor” en la poesía del peruano sólo lo merece o amerita, efectivamente, la naturaleza; dado el caso, tenemos un neto ejemplo anterior de esto ya en el famoso Trilce LXIX (“Qué nos buscas, oh mar, con tus volúmenes/ docentes”). La naturaleza, de algún modo, es completa o “doble”… ya encontró su otra mitad… que no desdeña la alusión al concepto del amor en Platón (El banquete). Naturaleza "completa" o plena y, por lo tanto, también sabia. No otra cosa serían también las películas de Charlot, sino esta conjunción de crítica lúcida y cruda, a los tiempos y sociedad en que se viven y, de modo complementario y no menos paradójico, profunda y auténtica compasión por todo y todos. Esto último, asimismo, otro ya familiar exímoron vallejiano de los que, si hablara, seguramente también constataríamos en los versos de Charlot.



(1) Sobre todo en cuanto ilustra de modo muy sugestivo aquello que apunta el mismo Vallejo para el ACTO II de Dressing-Room: "[…] Un hombre hipnotizado (Charlot) toma la sensibilidad de un árbol y reacciona como un árbol"

En: César Vallejo, Teatro completo, T.I. Ricardo Silva-Santisteban y Cecilia Moreano (eds.) (Lima: Edición del Rectorado PUCP, 1999) p.489