jueves, 16 de abril de 2015

El Perú y yo


Estoy orgulloso de jamás haber publicado en Hueso húmero.
Estoy orgulloso de que la Casa de la Literatura Peruana
ahora mismo me  evite.
Estoy orgulloso de no ser  un damnificado más
ni  tener que pensar como Antonio Cornejo Polar
ni  como sus discípulos menos.
Estoy orgulloso de no ser un funcionario del sentido común.
Y de haber estudiado en la PUCP
y en BU, aunque sin el membership de ninguna.
Me alegro de no haber sido Antonio Cisneros; casi
iba a decir, ninguno de los Cisneros.  Pero
con Luis Jaime nos cagábamos de la risa,
mutuamente, inmediatamente, sin tener
que usar palabras y acaso
ni siquiera pensamientos.
Me alegro de Adán (Martín) y de Germán (Paulino)
--poeta y hermano mío--
y de mi madre,
mis mentores en esto de la poesía.
Me alegro de las mujeres que he amado
a pesar de mi exceso de amor.
Me alegro de la gente
en los mercados y en las fiestas
donde  veo Trilce.
Y me alegro de ser el mejor lector
que ha tenido César Vallejo.
Pero esto de modo  arbitrario o no serio.
Por joder, como siempre.

domingo, 12 de abril de 2015

César Vallejo: la poesía como vivencia de nuestro tiempo (Reseña)



Julio Ortega
Propensión de la poesía de Vallejo hacia el tiempo futuro; distinto del documental, testimonial, de la experiencia…  tiempo pasado.  El lenguaje por sí mismo lleva el peso del pasado… y se convierte en dudas, por exceso de tiempo aparece el futuro.
“Solo la muerte morirá” no significa matar a la muerte; ni romanticismo ni optimismo ni utopía ni voluntarismo… sino como un exceso del propio lenguaje.  Futuro que está en el pasado [¿mito?]; la humanidad potencial en el lenguaje mismo.  [¿Niños sólo de la República los que cuentan en España,…?] Preocupación actual del autor sobre el tema.

Marta Ortiz Canseco
Líneas (Contra el secreto profesional, Poemas en Prosa) versus simultaneidad (Trilce).  
Tiempo, espacio, linealidad/ simultaneidad, modernidad (velocidad).
Importancia del lenguaje [Pero qué lenguaje, desde dónde, están ya suficientemente manidos Foucault o Nietszche; falta dimensión cultural].  
La simultaneidad [cuatro conciencias… ¿Pariacaca?] va más allá de Bergson.  

Miguel Casado
Carácter apelativo de Trilce… da entidad a su destinatario… plural; se refiere a la soledad, pero no se le siente solo al poeta porque incluye al lector.
Lengua hablada/ escritura.  Ausencia narrativa (jirones de anécdota), a pesar de la madre, Otilia u otras amantes y reclusión en cárcel… ninguno, juntos ni por separado, compone un relato… no se ordenan ni deslindan sus tiempos.
Ausencia de estilo voluntaria: texto sin autoridad [Esta, en particular, es una idea muy bonita y productiva], aunque no se trata de ausencia de riqueza retórica.  No deja de estar presente lo que no se dice con vibración indudable, en tanto secreto [Summers].  Tampoco es un problema su lengua porque es reconocible.  Juego de voces, montaje pessoano.  El terreno de la poesía de Vallejo es el del habla.   
Frente a la repetitivo o  lineal: “por dónde romperás”… como algo positivo… los poemas vallejianos lo convocan; tal cual “el salto por el ojo de la aguja” [Tiempo detenido del escenario o de todo el poemario en tanto epifanía].
Nuevo tipo de objetividad… a lo que Vallejo entendía como “precisión” (entrevista). ¿Poesía pura?  Cuando todos, en Europa, lo incluirían a él en el bando de lo “impuro”. Entonces, rechazo de una lógica uniforme.  Nueva forma de literalidad, indirecta; precisa y asimismo lateral. Escritura corporal frente al destino de abstracción del lenguaje.


lunes, 30 de marzo de 2015

"Una entrevista a César Vallejo olvidada"


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Conversación fue en París, se publicó en Cuba en 1925 y no se sabía más de ella hasta ahora. El poeta habla de la literatura peruana de entonces. Celebra a Manuel González Prada.

Conversación fue en París, se publicó en Cuba en 1925 y no se sabía más de ella hasta ahora. El poeta habla de la literatura peruana de entonces. Celebra a Manuel González Prada.
Carlos Fernández
Valentino Gianuzzi.

En su artículo "La conquista de París por los negros", publicado en Mundial el 11 de diciembre de 1925, César Vallejo escribía: "y si yo he expresado luego, en una entrevista que me hizo últimamente el corresponsal en París de El Diario de la Marina de La Habana, que no tuve nunca la mente de seguir al autor de Relâche [Francis Picabia] ni a escuela literaria alguna, lo hice sólo respondiendo a una pregunta categórica del amable periodista cubano". Vallejo proporcionaba de este modo coordenadas suficientes para localizar el texto que a continuación presentamos y que ha permanecido olvidado hasta la fecha. "La literatura peruana según César Vallejo", como tituló el periodista y dibujante cubano Armando R. Maribona (1893-1964) esta peculiar "entrevista" —de una sola pregunta y con una larga respuesta— y en la que Vallejo manifiesta con bastante detalle su canon de la literatura peruana, se publicó en la columna "Postales parisienses" del 9 de agosto de 1925 (p. 2), en el Diario de la Marina, de La Habana.
LA LISTA DEL VATE
No era esta la primera vez que Vallejo hacía un balance personal de la literatura peruana. Lo había hecho antes en sus artículos "Literatura peruana, la última generación" (El Norte, 12 de marzo de 1924) y, de manera menos incluyente, en "Los escritores jóvenes del Perú" (El Norte, 4 de abril de 1925). En esta oportunidad, Vallejo amplía el espectro de su balance y comenta junto a la actividad literaria de los más jóvenes, la de las promociones anteriores, lo que nos permite conocer, por ejemplo, la alta estimación que tenía por la obra de Manuel González Prada, Francisco García Calderón y Manuel Ascensio Segura. En este mismo sentido, también son novedosas las alusiones a la labor narrativa de Clemente Palma y Manuel Beingolea, considerados dos de los cuentistas más destacados del Perú. Entre los más jóvenes encontramos a bastantes amigos de Vallejo en Trujillo —Antenor Orrego, José Eulogio Garrido, Óscar Imaña, Alcides Spelucín, Federico Esquerre, Juan Espejo Asturrizaga—, y a algunos compañeros en Lima —Ernesto More, Luis Berninsone, José Carlos Mariátegui, Luis Alberto Sánchez, Juan José Lora, Felipe Rotalde, Francisco Sandoval—. Entre los escritores de la última generación debe destacarse especialmente a aquellos no citados en los artículos de El Norte arriba mencionados: Pablo Abril de Vivero, Héctor Velarde, César Falcón, Ricardo Vegas García, Carlos Ríos Pagaza, Angélica Palma, Clodo Aldo López Merino.
En sus palabras introductorias, Maribona parece seguir lo ya afirmado por Juan José Lora en "El dadaísmo: sus representantes en el Perú" (La Crónica, Lima, 20 de junio de 1921), artículo en el que el joven poeta y amigo de Vallejo lo consideraba "el iniciador en América" del dadá. Lora fundamentaba su afirmación de este modo: "Para llegar al convencimiento de mis palabras hay que lograr un elevado plano de sensibilidad, y leer con detención la obra que hace tres años dio a la publicidad Vallejo, con el título de Los heraldos negros. En ella está marcado, con agudo relieve, el intento de liberación rítmica, de concentración emocional, de sugerencia sensacional inmediata, de expresión íntima, que es la acordación total y fundamental de Dadá, el porvenir magnífico del nuevo verso". Es interesante notar que tanto Lora como Maribona se refieren a la originalidad estética de Los heraldos negros, y que ambos se confunden al afirmar que este libro apareció en 1918, y no en 1919. Aunque no vinculada con Los heraldos negros, la filiación de Vallejo con el dadaísmo puede encontrarse también en la primera reseña conocida de Trilce, publicada por Luis Alberto Sánchez, "Dos poetas" (Mundial, 3 de noviembre de 1922); de ella se hicieron eco algunas de las contribuciones a la polémica de Chiclayo que despertó el segundo libro de poemas de Vallejo. Aún más, la segunda edición de este libro, la madrileña de 1930, también mereció un comentario de Pierre Legarde, publicado en la revista parisina Comoedia (12 de julio de 1931, p. [3]) y titulada "Trilec [sic] ou le dadaïsme au Peru". Todo ello nos recuerda que la relación de Vallejo con la vanguardia, y con el dadaísmo en particular, fue subrayada desde su aparición.
¿POEMAS INÉDITOS?
Hacia el final de su crónica, Maribona parece afirmar que presentará poemas de Vallejo —dice que el poeta tiene varios libros inéditos—, pero no se encuentra ninguno en ese número ni en los inmediatamente subsiguientes de El Diario de la Marina. Por ello, no nos es dado discernir si las "primicias" a las que se refiere Maribona son, en efecto, poemas de Vallejo que no se publicaron, o si en cambio se refiere solamente a las opiniones de Vallejo sobre la literatura peruana ya presentadas. No debe sorprendernos, sin embargo, que en el futuro se puedan encontrar más sorpresas vallejianas, como esta, en El Diario de la Marina, o en alguna otra publicación peruana o extranjera. Las investigaciones adicionales están en curso.

Tomado de:
 http://www.larepublica.pe/16-11-2008/una-entrevista-cesar-vallejo-olvidada

domingo, 15 de marzo de 2015

lunes, 9 de marzo de 2015

¿Quién es Vallejo para los demás?/ Guido Podestá



Salvo los discursos que se pronuncian en su entierro, el retrato que le esculpe José Drecrefft, las pocas fotografías en las que aparece, y los testimonios de quienes fueron sus amigos, no hay memoria de quien es ahora uno de los poetas latinoamericanos más importantes.  El dibujo que hace Picasso de Vallejo es un tributo póstumo.  Sólo se puede conjeturar sobre la imagen que tienen los demás de él.  El poeta del que han leído poco o nada.  El cronista que los entrevista o los explica a veces con poco o demasiado aprecio.  El peruano que tiene cachuelos por empleo.  El que sueña con la revista propia.  El becario del gobierno español que no asiste a clases y hace agitados viajes a España.  El propagandista del indigenismo o del gobierno peruano.  El materialista que aún en 1929 le pide a su hermano que le mande a decir misa al santo de su pueblo porque le ha pedido que le “saque de un asunto”.  El periodista que fue a Rusia como free-lance.  El activista que deporta el gobierno francés.  El escritor ignorado por la Revista de Occidente y La Gaceta Literaria.  El dramaturgo que Camila Quiroga y Louis Jouvet rechazan.  El marido de la “hija de concierge” como la llama Neruda a Georgette Phillipart.  El “criollo” que maquina fraudes con los que engaña a dos gobiernos.  El métèque que no paga el alquiler.  El “cholo” que vive en París y cuyo regreso al Perú nadie toma en serio.  La encarnación del pathos.  El “zorrillo” de Montparnasse.  ¿Cuál sería la palabra usada por latinoamericanos para referirse a quienes como él tenían como acreedores a sus amigos?  ¿Cuál retrato hubieran preferido o preferían quienes lo conocieron: el de la escultura de Joseph Decrefft o el de las caricaturas de Toño Salazar? 



Podestá, Guido A.
1994    Desde Lutecia.  Anacronismo y modernidad en los escritos teatrales de César      Vallejo.  Berkeley, CA: Latinoamericana Editores. 20-21


miércoles, 25 de febrero de 2015

La Ciudad Trilce de Christian Vera Ossina

"Bajo los términos de mi escritura, de la estética que quisiera configurar creo que los géneros son una frontera artificial y caprichosa.  Mi libro Ciudad Trilce es una intrincada obra que somete al lector a un juego narrativo muy perverso, ambicioso y difícil. Además que está escrito con infinitas huellas poéticas, invadido de referencias literarias y teóricas", declara por ahí Christian Vera y no se equivoca.  Todavía no hemos leído la "novela" Click (2012); pero sí demorada y minuciosamente, es decir de modo muy perverso, Ciudad Trilce (La Paz: Plural, 2009), "poemario" con el que el autor obtuviera, en su natal Bolivia, el Premio Nacional de Poesía Yolanda Bedregal de 2008.  
            El esquema de Ciudad Trilce es el siguiente: Vallejo-Sáenz-Vera; con el autor de Muerte por el tacto (Jaime Sáenz) a manera de bisagra o aduana en la concepción e incluso --a pesar del espeso venecianismo de la propuesta-- de la escritura aparapita de este encarnado libro de ensayo-novela policial-poesía por entregas al que le vamos metiendo diente.  Un primer logro de Vera, hacernos olvidar a un autor tan aburrido y, en su contrato con el lector, tan políticamente correcto como Edmundo Paz Soldán: listo y holista.  En la crítica, a los epígonos --bolivianos-- de Antonio Cornejo Polar: “Las huestes de alimañas andróginas que surfean por la/ porosidad metálica de los restos aglomerados de Ciudad /Trilce han perdido el don de alimentarse de la palabra”.  Y en la poesía de su país a casi todo el mundo entre los poetas neo-románticos, neo-místicos, neo-comprometidos de hace un momento y de ahora mismo.  Con Vera la literatura culta boliviana, aunque escasamente luego de un siglo,  confirma su vanguardia más específica que no representaron los desplantes de  Hilda Mundi y sí, volvemos a repetirlo, la también vallejeana obra de Sáenz (probablemente éste leyó a César Vallejo en la edición de Losada de 1949).  Como la de este último autor, y seguro como los versos de un Humberto Quino, Ciudad Trilce es --en medio de Kafka, Joyce o   Flaubert-- un homenaje y debate con la poesía peruana.  Y, en particular, una extra-ordinaria lectura del poemario de Vallejo de 1922; aunque contamine a ésta, y sea a su vez un homenaje póstumo, el más de medio siglo de fervor de André Coyné por la obra del peruano.

            Ciudad que tiene como alcalde a Macedonio Fernández: “duramente criticado por la oposición realista”.  Simbiosis de autores (Vera y Vallejo).  Heroína (H, muda) incrustada en el horadado y penetrado héroe-lector denominado el “aHsesino”.  Y epifanías encontradas no a priori, sino como a posteriori y a través del mismo encabritado e imaginativo lenguaje: “Escribí sobre la transparencia de una superposición de dudas…/ Y me dormí, como suelen dormirse los fantoches de goma/ sobre El Alto gatuno de un poste”.  Christian Vera en tanto autor es ante todo un lector emancipado.  Soberano.  En la medida en que aún no lo somos los escritores andinos o, al menos, sus poetas.  Por eso tan sosamente narcisista o inintencionadamente banal o tozudamente comprometida o fácilmente manipulable por el mercado de valores (verbigracia, Kozer, Milán o Zurita) es todavía aquélla entre nosotros.


Christian Vera (1976) nació y vive en La Paz (Bolivia). Realizó estudios literarios en Bolivia y Argentina, trabaja como profesor de literatura y escribe poesía y ficción.