sábado, 28 de enero de 2023

"Y la península párase": Contra André Coyné

 

                               Foto por Rosario Bartolini, 2023


Hace tiempo teníamos pendiente, aunque por pura pereza no lo procurábamos, encontrar una buena imagen para lo que desde nuestro, Poéticas y utopías en la poesía de César Vallejo (Lima: PUCP, 2004), vamos sosteniendo contra la canónica --por indiscutida e indiscutible-- lectura de André Coyné, sobre Trilce I, en tanto acto de defecar en un contexto carcelario.  No es así, aunque el guano de los alcatraces por estar vinculado al sol o venir desde lo alto, sea tan valioso en este poema: guano como luz o luz como guano que fertiliza.  Vallejo, por lo común, en virtud de su militancia en el viejo oxímoron, abordará lo sublime con un lenguaje inverso al de su institucionalizado decoro. Entonces, no se trata de ninguna defecación sino, más bien, podría decirse también así, del testimonio de un coito: "Y la península párase"; aquel cotidiano y efímero (“en la línea mortal del equilibrio”), durante el crepúsculo, entre el sol y la playa; implícitos aquí, el mar y cada uno de nosotros (observadores o lectores).  Un coito o un llamado, una invitación, a ser fertilizados por aquellos: “MÁS SOBERBIOS BEMOLES”.  Convocatoria simétrica y política, sin duda, de singular importancia para nuestros tiempos en que nos debatimos entre utopías y distopías, y donde el antropocentrismo, sin lugar a dudas, ya no va más. 

© Pedro Granados, 2023


martes, 20 de diciembre de 2022

TRILCE TESTIMONIO

 


PUCP: Mediados del 70

Porque allí pillé a Góngora

Leyendo a Góngora

En la voz de Luis Jaime Cisneros

Lo mismo que a Salomón Lerner

Incrédulo y de a pie

Sujetando alguno de mis poemarios

Porque no por las huevas estuvo allí

Luis Hernández Camarero

Que estar allí, acompañar,

Es mucho más poderoso

Que el mero hecho de estudiar

Porque en la PUCP, y junto con algunos de mis profesores,

Ensayábamos explicar la verdad hasta confinarla

En un esquema

Algo mucho más humano que el solo hecho de creer

Y porque entre  algunas de mis compañeras

De aquel entonces

Descubrí  la bondad, la inteligencia

Incluso  el amor

Porque desde el segundo piso de Letras

En el Fundo de Pando

Mirando hacia la playa y por las tardes

Se ve a Trilce o a Inkarrí

Da exactamente lo mismo

Una sonrisa de tan amplia

Aparentemente horizontal

Dorada y abozaleada

Remando contra lo corriente

 

Fragmento de La mirada (2020)

A la sombra del poeta

Al que no suelo encontrar

Estando sentado

Aunque así ha sucedido hoy día

Hurgando sus poemas

Leyendo sus crónicas

Un dado de ocho lados

Multiplicado por otros ocho

Pero reducido también

Si fuese necesario

A cuatro ojos sobre tres rostros

Y de modo penúltimo

A una mirada

Sumergida

Hasta el párpado inferior

Bemol (es) contra Bulla

Así es Trilce

Puñal o península

A quema ropa


“Mi Vallejo” (“Pedro Granados”, p. 257).  Susana Cella y Lucas Peralta (Comps.), Mundo Vallejo (Buenos Aires : Ediciones del CC Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini, 2022) pp. 211-289.  

“Mi Vallejo” constituye el testimonio de treintaiocho (38) poetas; una tercera parte argentinos y, los otros, entre uruguayos, peruanos, cubanos, chilenos, españoles, etc.  En el corte sincrónico que constituye toda opinión, aquí hallamos de todo; aunque, en lo básico, aquello previsible.  Es decir, destaca el Vallejo experimentador con el lenguaje y, en proporción semejante, el Vallejo comprometido.  Pirotecnia, entonces, ciertamente motivada, jamás por caprichosa; y, por otro lado, el par: utopía/ distopía.

Susana Cella habla de Trilce en tanto “manifiesto” (nosotros también, aunque con adicionales sentidos, en un libro muy reciente: Trilce manifiesto).  Marcelo Díaz, destaca ciertos versos de Vallejo: “Hasta el día en que vuelva de esta piedra”, “Del borde de un sepulcro removido/ se alejan dos marías cantando./ Lunes”; los cuales, añadimos por nuestra cuenta, podrían ilustrar muy bien, a través del énfasis en la “piedra”, una perspectiva de lectura simétrica o multinaturalista.  Asimismo, simpatizamos con aquello del “descartonamiento” al que nos sometería Trilce, según Daniel Freidemberg, previo a cualquier marco teórico del que estuviéramos premunidos.   De Antonio Gamoneda, sin coincidir con su recepción post Guerra Española de César Vallejo, nos gusta su poema; aunque el final mismo de su texto suene más nerudiano que vallejiano: “Dame la mano para entrar en la nieve”.  Sin embargo, acaso sea el testimonio de Víctor Rodríguez Núñez, previa pasteurización de su cubanismo, aquel con el que más coincidimos: ”Creo que César Vallejo nunca quiso ser, ni lo fue en realidad, un poeta vanguardista. Sus objeciones al futurismo y el surrealismo están claramente expresadas en Contra el secreto profesional. La ruptura con el modernismo que representa Trilce va más allá del posmodernismo y orienta nuestra poesía por un camino independiente, que no es el de los sujetos coloniales y neocoloniales, y por tanto resulta radicalmente descolonizadora”.  “Ruptura”, sin embargo, a la que convendría añadir para que no cojee o no traicione el ubicuo oxímoron vallejiano, su opuesto (unión, reconciliación, hospitalidad, cuidado), dado precisamente por el mito (Inkarrí).

En fin, nos agradan también algunas otras respuestas, venidas de personas sensatas y agradecidas (antes incluso que supuestos poetas); como, por ejemplo, aquella de José Antonio Mazzotti que retrocede tres siglos para percibir la novedad que constituye Trilce: “Nada tan trascendente ni original había sido escrito hasta entonces, salvando quizá los impresionantes poemas culteranos Fábula de Polifemo y Galatea y Soledades, de Luis de Góngora y Argote a principios del siglo XVII”.  Sin embargo, la desubicación de algún muchacho (perdonable, por cierto), la mezquindad de alguno del canon (imperdonable), lo mismo que la lobotomía de algún personajillo recurrente en este tipo de publicaciones, no dejan de habitar también este tan humanísimo “Mi Vallejo”.   P.G.

Rodolfo Alonso

(Argentina)

Pablo Ananía

(Argentina)

Roberto Appratto

(Uruguay)

Rito Ramón Aroche

(Cuba)

León Félix Batista

(Santo Domingo)

Diego Bentivegna

(Argentina

Marco Antonio Campos

(México)

Susana Cella

(Argentina)

lberto Cisnero

(Argentina)

Alejandro Crotto

(Argentina)

Arturo Dávila

(México)

Marcelo Díaz

(Argentina)

Eduardo Espina

(Uruguay)

Soledad Fariña

(Chile)

Daniel Freidemberg

(Argentina)

Antonio Gamoneda

(España)

Fina García Marruz

(Cuba)

Diego L. García

(Argentina)

Christian Gómez Olivares

(Chile)

Raúl González Tuñón

(Argentina)

Pedro Granados

(Perú)

Otoniel Guevara

(El Salvador)

José Antonio Mazzotti

(Perú)

Maurizio Medo

(Perú)

Víctor Manuel Mendiola

(México)

Eduardo Mileo

(Argentina)

Lucas Peralta

(Argentina)

María Ángeles Pérez López

(España)

Jean Portante

(Luxemburgo)

Víctor Rodríguez Núñez

(Cuba)

Silvio Rodríguez

(Cuba)

Gonzalo Rojas

(Chile)

Susana Romano Sued

(Argentina)

Roger Santibáñez

(Perú)

José Ángel Valente

(España)

Juano Villafañe

(Argentina)

Jordi Virallonga Eguren

(España)

Miguel Ángel Zapata

(Perú)



lunes, 12 de diciembre de 2022

SOL DÓNDE NO HAY SOL: Vallejo em camadas/ Amálio Pinheiro*

 


                                Foto por Rosario Bartolini

Soletrem este título em voz alta, por favor. Não à toa surge em seguida ao livro de poemas ROXOSOL, do mesmo autor.

Com Pedro Granados temos de ler (tresler?) Vallejo passando de fragmentos a “fermentos” (de sol), o mito Inkarri sempre nos espreitando agachado em permanente e fervente levedura, desde o seu reconhecimento em Heraldos Negros, à plasmação em Trilce e à disseminação trifurcada nos PoemasPóstumos. A presença concreta de um arquipélago borbulhante solar andino-universal atravessa, por uma espécie de polidialética nativa, situada aquém e além, a linear separação em fragmentos típica da subjetividade moderna, condenada à temporalidade melancólica da sucessão epocal. Vemos assim que a incorporação vanguardista trilceana sempre se dá pelo crivo de uma matéria vital saída do barro primordial, que foi traduzido (huaco) em escultura, artesanato, arquitetura; e também em vozes e, conforme Granados, “algaravias” da paisagem da cultura.

Enorme benefício teórico e prático-analítico, que insere, em vaivém, rigorosamente, os elementos temáticos e conceituais dos conteúdos dentro da insurreição das formas significantes (tão,ao mesmo tempo, plurais, díspares e compactas), que o poeta de Santiago de Chuco desdobra com variações e implicações múltiplas em todos os gêneros, sua biografia inclusa. Granados pode então ir se afastando de  todas as leituras saídas de uma interpretação, em estado de clausura logocêntrica,  de significados conteudistas finais “profundos”, que tendem ao coroamento de um humanismo  socialista essencializante e a um fechamento semântico, centrado nas figuras do índio, do operário, do órfão, do idioma etc. O que busca Granados em Vallejoé o devir de  uma cidadania quase ou pré-humanoide (conforme o mostra vallejianamente, por exemplo, nas figurasdo “megaterio” e do “quadrúpedo intensivo”) em arquipélago universal, vinculada, numa vertente fêmeo-andino-mestiça, a partir da paisagem animal, vegetal e mineral, a um multinaturalismo com base numa erótica/ética musical e cromática.Uma interpretação conteudista nos distanciaria do primitivismo ou nativismo inocente e inclusivo que Granados observa justamente em Trilce: “Originalidad o complejidad, puntualizamos nosotros, fruto de mantener un “nativismo” no episódico, sino inclusivo y palpitante, el cual desarrollará a plenitud justo en aquel poemario”.

Daí a importância de Pedro Granados enfatizar a distinção fundante que faz Vallejo entre “vontade” e “sensibilidade” indígenas, pois somente esta última, liberada da moldura lexical e sequencial das línguas flexionais, coloca — melhor dizendo, entranha, incrusta em filigrana — o sol, o andino, o animal na nervura do texto. Isto é, o sol esparrama-se mesmo, e especialmente, quando e onde não está presente nem é mencionado: “Sol Dónde No Hay Sol”. Ou, como diria o poeta de Trilce I: “Seis de la tarde / DE LOS MÁS SOBERBIOS BEMOLES”.A poesia do peruano entretece e revira tanta coisa que não necessita, despreza até, qualquer resolução acabada.Granados vai mostrando como o “modo de ser político” em Vallejo – “los grandes movimientos animales” sob a fermentação solar – , num incessante aperfeiçoamento, desvia-se das políticas vigentes, caudatárias estas de ontologias ocidentais binárias. Há aí também uma política da linguagem: qualquer separação entre homem e paisagem torna inútil qualquer separação entre o quíchua e o castelhano.

Mais ainda: como esse SOL se dissemina vocal, fônica, gráfica, musical e cromaticamente, ao modo de uma espécie de treliça de caramanchão que compactaas avassaladoras variações do miúdo prolífico (daí as invenções sintáticas e ortográficas dentro das enumerações de perder o fôlego), pode iluminar o mundo inteiro na página exígua. Os fermentos solares, a partir das reverberações míticas na paisagem, acionam, em Vallejo, as propriedades sonoras/visuais/gráficas intensificadas ao máximo pelas capacidades rítmicas e prosódicas do idioma. Nessa direção, o clamor metonímico de tantas passagens trilceanas já antecipa, por volta de 50 anos antes, textos radicais e barroquistas do continente, tais quais, para ficar no Brasil, Catatau, de Paulo Leminski, ou Galáxias, de Haroldo de Campos.

Alinhemos algumas companhias,severamente selecionadas por Granados, do Cholo mundial. Antes e sempre, insistamos, toda a paisagem natural e o entorno cultural: montanhas, pessoas, povos, objetos. José María Arguedas: “… no puedo creer que un río no sea un hombre tan vivo como nosotros”. Destaque para “Zorro de arriba y zorro de abajo”. O grande achado do “Landó por bulerías” (o lundu, tão caro a Villa-Lobos) de Micky González, numTrilceagora já em glossolalias hispano-quíchuas, peruano-afro-flamencas, uma sorte de “cante de ida y vuelta” levado às últimas consequências. Ou como anota Vallejo em “Contra el secreto professional”: “Quizás el tono indoamericano en el estilo o en el alma?”.

Amálio Pinheiro

Outubro de 2020

*Amálio Pinheiro, el más importante estudioso (O abalo corpográfico) y traductor (A dedo, Trilce) de César Vallejo, incluido en el grupo Haroldo de Campos, del Brasil.  Como en el caso de Juan Javier Rivera, hace un par de años solicité a Amálio unas palabras para la presentación de un libro de ensayos, “César Vallejo: Sol donde no hay Sol”; pero como la cosa se alarga demasiado o, incluso, acaso ya no se publique como tal (sino como otra cosa y con otro título), por esta razón procedo a publicar su “Prólogo”.  

jueves, 8 de diciembre de 2022

VASINFIN EN EL CENTENARIO DE TRILCE/ Pedro Granados

Podríamos considerar 2022 como el año de la consolidación de Vallejo sin Fronteras Instituto; sobre todo, desde su gravitación académica y proyección editorial.  Ya en 2021 coeditamos, junto con la revista chilena Mar con soroche que dirige Andrés Ajens, Sien en Trilce; y, en tanto presidente de VASINFIN, coedité este mismo año con Amálio Pinheiro (PUC-SP) “Trilce 100 anos” (Trilce: “el sujeto del acto”) Revista Circuladô).  Y ya, este mismo 2022, dicté un mini-curso, “Humanidades en César Vallejo”, Programa de Pós-graduação em Letras: Linguagem e Identidade Disciplina: tópicos especiais I humanidades (UFAC, Rio Branco), enero-febrero.  Y, asimismo, ofrecimos una conferencia, “Centenario de Trilce: Humanidades en la poesía de César Vallejo”, Capulí, Vallejo y su tierra, 19 feb.  Además de, sumándose a las anteriores, proponer una línea nueva de investigación de VASINFIN: “Muros melografiados”, con relación al centenario de Escalas el 2023:

Postulamos que, desde las nociones de la Humanidades que convergen en la obra de César Vallejo –Libros (H1), Pueblos (H2), Narrativas (H3) y Posantropocentrismo (H4) (Granados 2020) –, los tan presentes y recurrentes “Muros” de “Cuneiformes” (foco de nuestro trabajo), en Escalas melografiadas (1923), sobre todo constituyen, aunque no de modo único ni excluyente, un soporte posantropocéntrico (H4).  Es decir, no sólo se halla encarcelado allí el sujeto poético, sino también Inkarrí; esto último expresamente ilustrado en el texto denominado, “Muro dobleancho” (mayor o polidimensional).  Por lo tanto, al doloroso confinamiento, en que por lo regular ha abundado la crítica, más bien va a corresponder en Escalas, y muy en particular en “Cuneiformes”, la compañía constante del Sol o de Inkarrí.  Y, asimismo, esto constituirá la base de la reflexión ética que de modo sistemático aquí se elabora.

Todo esto, aparte de reseñar algunas significativas publicaciones vinculadas a Trilce en nuestro blog institucional.  Por ejemplo, “Música electrónica [y Trilce] en el Perú (II)”, sobre López Ramírez Gastón, José Ignacio (2022). Este futuro es otro futuro: El papel del discurso social en el (sub) desarrollo de la música electrónica académica en el Perú.  Lima: UNM (https://vallejosinfronteras.blogspot.com/2022/10/musica-electronica-y-trilce-en-el-peru.html); o, también, “Trilce, poema por poema”, sobre Trilce: poema por poema, Alexandra Hibbett y Víctor Vich (Lima: Pesopluma) (https://vallejosinfronteras.blogspot.com/2022/10/trilce-poema-por-poema.html).

También, surgió en el Brasil una institución hermana nuestra, AME (Arquipélagos Mestiços, do Grupo de Pesquisa “Barroco, Oralidades e Mestiçagem”, COS-PUCSP).  Institución, esta última, con la cual organizamos el 30 de sept., en Lima, el Simposio binacional Perú – Brasil | “Trílcica Alegría: poesía, cuerpo y performance” (Municipalidad de Pueblo Libre, Lima).  Y hemos participado, con ensayos sobre Trilce, en varios eventos académicos, entre estos: VIII Jornadas de Creación y Crítica Literarias (“Y este duelo que enmarca la portada”), Buenos Aires Centro Cultural de la Cooperación, sep. 12; y esotro día (“Trilce manifiesto”), PUCP, Lima 30 nov.

Por otro lado, colaboramos con la Fonoteca Española en su “Tributo a Trilce”, leímos junto a Luis Trébol una selección de poemas del libro de 1922 (https://youtu.be/ae_KDzcLRTE); además de presentar internacionalmente a VASINFIN junto a M. Carmen Gascón B.( https://fonotecapoesia.com/vallejo-sin-fronteras-instituto/).  Junto a esto,  lo cual para nosotros es particularmente significativo, nuestra perspectiva amerindia de lectura de la obra de César Vallejo ha repercutido en su traducción al italiano Trilce (Talee), Lorenzo Mari (trad. y ed.), Guiliano Mesa (Intr.) (Bologna: Argolibri, 2021).

Finalmente, en academia.edu, hemos invitado a discutir un PPT, “Trilce manifiesto” (https://www.academia.edu/s/c23ef730e5), de título homónimo a nuestro libro, coeditado por VASINFIN/AME, de aparición en marzo de 2023..

                                               Lima, 8 de diciembre, 2022.


lunes, 5 de diciembre de 2022

NO PERDER DE VISTA A PEDRO GRANADOS/ Juan Javier Rivera Andía*

 

Foto por Rosario Bartolini Martínez

La clave de Vallejo son precisamente sus heterodoxias.

Pedro Granados (2008)[1]

En Bearn o La sala de las muñecas, Lorenzo Villalonga hace decir a su joven protagonista, el capellán y quizá hijo natural del señor de Bearn, que la comunidad de criterio es una de las gracias más preciadas que Dios puede darles a sus hijos. Podríamos agregar, si nos atreviéramos, que esa gracia suele ser concedida —si lo es—sobre todo (o quizá únicamente) en la juventud; ese “riesgo bendito” de otro cura rural, aquel de R. Bresson.

Fue entonces que tuve yo la fortuna de conocer a Pedro Granados, en ese momento de la vida que otro personaje ficticio —una estudiante algo intrascendente de una película de Éric Rohmer—[2] considera sabiamente como “quizá el más importante: aquel en el que uno se desprende de sus influencias del pasado y en el que su personalidad finalmente se define”.

Venido de la sierra, de las barriadas, de la guerra, de la precariedad y del abandono —pero siempre cobijado por el amor de las madres del Perú—, encontré, pues, a Granados; muy probablemente el más memorable profesor que tuviera la suerte de encontrar en mis primeros años de estudiante universitario de primera generación. Pocas manos más sinceras y honestas, aquel joven maltrecho habría podido encontrar en ese refugio semiabierto, en ese oasis efímero del Perú de los noventa: “el lugar más triste del mundo era la playa de estacionamiento de la Facultad de Letras de la Pontificia Universidad Católica del Perú”. Fue, además, a la vista de esa palabra y esa mano tendida que aquel capellán en resentido peregrinaje —de las avenidas polvorientas con dementes abandonados hurgando en la basura de Carabayllo a los jardines con venados paseándose lánguidamente entre los rosales de Pando— concibiera y osara, por primera vez, publicar lo que escribía.

Pero aquella gracia inesperada provenía no solo de su pluma —sus poemarios y novelas como inversiones de su a veces intrincada ensayística—; sino también de su lúcida palabra y su vital enjundia. Fueron estas sobre todo las que encandilaron y deslumbraron, hace ya más de un cuarto de siglo, a aquel Nadja limeño y oscuro que, desde entonces, decidió no perder de vista nunca a Pedro Granados.

Ahora bien, el libro que el lector tiene en sus manos mantiene aquella gracia y aquella promesa. Las mantiene intactas, pues, como la del Arguedas que evoca en sus páginas, la de Granados es también una —nunca más necesaria que en los tiempos actuales— “mirada vagabunda”.[3] Su siempre difícil y suicida ejercicio de la libertad frente a un mundo —el de sus colegas coetáneos y connacionales— escandalosamente fosilizado (si no, como reza alguno de sus poemas, de meros ganapanes) bien lo demuestra. El espíritu autónomo de estas reflexiones de Pedro Granados, de sus referencias explícitas y de la sensibilidad que las anima, así lo prueban.

Tal fue y es, en el fondo, su ejemplo y herencia: casi una arenga para aquellos que no pueden sino aparecer desenfocados en los lentes de las cámaras autorizadas, un oasis para aquellos a quienes su naufragio en las borrascas de las miserias sureñas no terminaron de convencerlos de asir cualquier cuerda que prometiera, a cualquier precio, sacarlos a flote; en suma, un refugio improbable en medio de las ruinas que la violencia no ha cesado de acrecentar. Un violencia, de hecho, que estos versos retratan íntimamente:

La violencia existió siempre,

pero también existimos nosotros.

La violencia sin todas las variables en la palma de la mano,

justo así como nosotros y como cada uno de ustedes.

La violencia que no controla todo, que felizmente no sabe

lo que sus hijos piensan. La violencia temerosa del futuro

y de las calles tan violentas. La pudorosa violencia que no llama

a las cosas por su nombre, que no se atreve a amar.

La violencia con sus males de ojo. Con su tarde o temprano.

Porque largo la hemos mirado y le hemos sobrevivido.

Porque largo le hemos dado a comer directamente de la mano

y conocemos su hendidura, su hedor, aquello que la hace más feliz.

Por eso pendeja (en peruano) nos reconoce y nos teme,

y se está aquí cerrándonos las piernas. Tal como si no

supiéramos,

ya de sobra.

Tal como si hubiéramos olvidado.[4]

No desfallecer, pues, bajo el peso de la miseria. No quedarse agazapado frente a la sombra de su violencia. Todo lo contrario. Es decir, si alguna salida honrosa hubiera para los linajes de esclavos, es la de la osadía y el lujo, la del lujo y la osadía, intelectuales y, ya puestos a ello, poéticos. El presente libro sobre Vallejo —aquel a quien algunos jóvenes de Carabayllo, Canto Grande o Villa el Salvador todavía podíamos darnos el lujo de admirar incluso desde la novísima aventura limeña que nos veíamos obligados a emprender—, su tenacidad reflexiva, su explosión de conexiones y exploraciones —incluyendo recientes propuestas analíticas y dispositivos políticos genialmente lanzados desde Sudamérica tales como el multinaturalismo—, así lo demuestran.

Al leer la poesía de Vallejo nos constituimos o tomamos consciencia de ser “huacas” también nosotros mismos.  Y, a imitación del poeta, encontramos el motivo para educar y educarnos alrededor de esta multinaturalista e intensa invitación del Sol y también de esta poesía. Una suerte de honda alegría y autoestima amerindia, no menos mundial, por la “línea de mira compartida”.

Por momentos, verá el lector, sus osadías pueden tornarse odiseas. En estas páginas se despliega un conocimiento íntimo de la obra de Vallejo; y se la coteja, honestamente, no solo con la de otros emblemas de nuestra América (como Arguedas y sus titubeos) sino también con el todavía insondable mundo amerindio (asediado desde las versiones andinas del perspectivismo o del estructuralismo). Estas páginas muestran bien cómo tales osadías del pensamiento pueden exigir verdaderas odiseas de la escritura en pos de un lenguaje nuevo. Algo de ello está ya en una de las respuestas de Granados a aquel interrogatorio al que generosamente se sometiera mientras, en una de mis involuntarias huidas, merodeaba yo algo apesadumbrado entre los canales de Leiden. Aquí, por ejemplo, recordando a su hermano obrero:

…cada vez que le exponía cosas demasiado articuladas él decía que no me entendía; pero una vez que fragmentaba mi discurso y liberaba mi lenguaje valiéndome de onomatopeyas y de glosolalias, se le iluminaba el rostro y decía que me entendía perfectamente. “Sellones”, era el epíteto con que motejaba literalmente a toda la sociedad; es decir, adocenados, domesticados y predecibles.[5]

Y puede entonces uno preguntarse: ¿A dónde nos conduce, finalmente, la tenacidad de Pedro Granados? Dejemos que cada lector lo decida al enfrentarse a estas páginas. Claro, ojalá, en este terriblemente desigual Perú, osar por la autonomía —sin venir ni beber de sus también terriblemente ignorantes élites— no significara todavía el silenciamiento gratuito, inexorable, apabullante. Pero aun si lo fuera por muchas más décadas (y masacres y mentiras); en todo caso, obras como la de Pedro Granados nos muestran que, al fin y al cabo, bien vale la pena osar así.

Powiśle, verano de 2021

[1] “Peruano brujo: Interrogatorio a Pedro Granados o digresiones entre un poeta (en Lima) y un antropólogo (en Leiden)”, 2008, Pedro Granados & Juan Javier Rivera Andía. URL: https://triplov.com/Agulha-Revista-de-Cultura/2008/Pedro-Granados/index.htm

[2] “Nadja à Paris” (1964).

[3] Alejandro Ortiz Rescaniere (2002): “Una mirada vagabunda. Vigencia de la antropología de Arguedas”. Anthropologica 20: 13-18. URL: http://revistas.pucp.edu.pe/index.php/anthropologica/article/view/394/389

[4] De: “El corazón y la escritura” (Lima: Fondo Editorial Banco Central de Reserva del Perú, 1996).

[5] Ver nota 1.

*Juan Javier Rivera Andía, mi antiguo exalumno de EE.GG . Letras de la PUCP, y mi actual maestro;  de cuando era un TPA de allí.  Aunque, valgan verdades, siempre he sido un “Trabajador a Tiempo Parcial” de las varias  universidades en las que he reincidido, bastante tiempo y por varias partes por el mundo.  Hace un par de años solicite a Javier, también lo hice a Amálio Pinheiro, unas palabras para la presentación de un libro de ensayos, “César Vallejo: Sol donde no hay Sol”; pero como la cosa se alarga demasiado o, incluso, acaso ya no se publique como tal (sino como otra cosa y con otro título), procedo a publicar aquel “Epílogo” (el “Prólogo” corresponde a Amálio Pinheiro, y pronto  aparecerá también en este blog).  Vaya nuestra gratitud a ambos por su solidaridad y gentileza.