martes, 31 de diciembre de 2013

Apostillas al Vallejo de González Vigil



La bohemia de Vallejo en Trilce no es la de Ricardo Palma (romántica o “profunda”… de intelectuales y artistas) ni tampoco modernista o meramente anti-burguesa.  Es, precisa y paradójicamente, aquélla contra la cual nos  advierte el  prologuista; es decir, incorporaría “el desarreglo placentero en la farándula y la jarana criolla” (16).  Sino que a esta compleja e intensa marinera limeña de enjundia mestiza y afro-peruana --materiales impuros, híbridos, bastardos… todo el  proceso de modernización de la capital del Perú en los años 20 del siglo pasado--  se le añade la fuerza incluyente del mito vivo de Inkarrí.  Sin desarreglo, exceso e incluso perversión no existiría Trilce; todo esto forma parte de la amalgama a ser transmutada en esa alquimia de inversiones y metamorfosis que es el poemario de 1922. Obra o periodo artístico vallejano que, es cierto, no se hallaría en “búsqueda del sentido” (1923-1927) --a ser éste encontrado, para González Vigil, recién en los denominados Poemas humanos (1928-1938)-- porque sentido existe ya pleno en Trilce; incluso en su aspecto de futuridad.  Un presente y un porvenir sin holismos en automático o políticamente correctos; un ciudadano tanto sano (Martha Nussbaum) como insano (Juan Duchesne Winter); unas humanidades que son literatura, pero simultáneamente también multiplicidad y heterogeneidad de personas concretas. Ya enTrilce, y no sólo en sus Poemas humanos, a Vallejo: “no le importan los códigos o las convenciones del contrato social, sino la justicia, la libertad y la dignidad de un hombre verdaderamente humano” (30).  Todo esto expresado a través de un envolvente y contagiante performance; retablos --cada uno de los poemas de Trilce y también el conjunto-- de danza, música y canto.

Por lo tanto, tampoco: “Al alejarse del hogar y el medio andino, César padeció una inserción dolorosa y conflictiva en las urbes costeñas (Trujillo y Lima, básicamente), ante una ˈcultura occidentalˈ sin los valores andinos… esto lo han señalado James Higgins, José Cerna y Jorge Guzmán [y Bernardo Ignacio Massoia, según el mismo prologuista]” (35).  Esto último resulta exagerado o, por lo menos,  acaso sea cierto sólo parcialmente (en Los heraldos negros); pero en Trilce de ninguna manera… el sujeto poético  llega Lima, pero gana “un sueldo de cinco soles” (Trilce XIV).  Es decir, más bien en el exilio se halla multidimensional y como multiplicada al cubo su compañía y protección; henchido de sol, pues, y de modo muy productivo. En medio tanto de lo afro-limeño, como después en las etapas iluminista y revolucionaria de su experiencia europea: francesa y soviética, respectivamente.



Ricardo González Vigil, “Introducción”.  César Vallejo.  Poesía completa (Lima: Petróleos del Perú, 2013) pp. 7-38.

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