miércoles, 29 de diciembre de 2010
Trilce LXXVIII
JARDINES OBSOLETOS...
Breviario vacuno de teología apofática
Por Armando Almánzar Botello
“Y ella apenas difunta desnuda en el espejo”
Stéphane Mallarmé
¡Todo ha sido un gran descuido
en la limpieza del jardín!
Se produjo sin pensar el accidente:
un llamado fortuito al indigno portal de loca muerte:
viento y hojarasca...
Y el hombre -no lavado todavía por la lluvia su recuerdo- mira:
el cuerpo abierto en canal y la osamenta,
no escrita, silenciosa, resentida,
en garfios de rencor crucificada, lenta carne indecible que se abisma
desangrándose, convulsa,
todavía suspendida en la viga mayor del cobertizo,
(ni Rembrandt ni Francis Bacon adivinan su misterio)
venerable y ausente vaca triste. Vuelan moscas…
¡Piedad para la carne ayer hermosa y hoy abyecta!
Piedad para el Poema en la penumbra eviscerado.
Larvas proliferan ideas corrompidas por tu mente.
Abren versos nauseabundos por el cuerpo...
¡Oh, escritura!: esquirla furiosa de vacío cortante.
Sin embargo:
en el tronco del árbol más florido
con nuevas direcciones electrónicas, alto y limpio su amor digita el hombre
-galopa con su brío un nuevo texto-
Olvida ciertamente al gusano pertinaz de pobre ditirambo.
Y Arquíloco se ríe de la sombra.
Ahogada ella tu alfabeto en viejos alcoholes no perdona, mas comprende.
En ruin mal-acertijo luego caligrama no agraciado en formol, muerta ella al fin,
rota en el baile,
yerta casi esqueleto sin el buitre, sangra entreabierta mediodía, sangra,
seminal de hambre sin su hombre irreflexiva, agria en tumba,
vomita pena escrita
correos antiguos del infierno y muerte
olida en viejos caminos y tesauros
enemigos, parte a parte,
todavía sin su mundo.
Asegura mano en ristre loco el hombre no desea,
-con firmeza obstinada de pincel por la montaña-,
comer de nuevo carne putrefacta de ausencia,
ni volver a cabalgar la ilusión de los cangrejos, no apetece,
aquí en el lienzo,
trato alguno con aquellos pequeños animales,
las letras que poblaban, dialogantes,
el púbico ramaje oscuro con su hembra,
presumida lujuria de la nada, cefalópodos, cábalas, tijeras,
o piojos acuáticos en las malas hierbas
de fotosíntesis letal, tan engreída en tinta.
¡Oh, Cosmos!
Los veo a todos respirando un aire ajeno,
ya bebiendo, criaturas,
el sudor fosforescente de otro humano más deforme,
casi monstruo, alfabeto caníbal revertido,
filosa uña en mano izquierda, cogitando,
¡vigorosamente vivo en los gerundios!
Perdóname, mujer,
pues que todo lo vivido ha sido un gran desastre:
los poemas dibujados en la luz que un día soñamos,
la limpieza triste ahora del jardín gimiente,
los órganos transgénicos que aúllan su escritura
bajo el golpe de machetes y artefactos abstraídos.
¡Desbrózate, desnúdate mujer de tanto adverbio
y vuelca tus canastos de grafemas en lo neutro.
Criaturas abortadas en la hierba...
Rehabilita el olvido y el silencio:
¡Es tu condena!…
domingo, 19 de diciembre de 2010
Poesía ilustrada y Patrimonio Cultural Inmaterial (PCI) en el Perú
¿Inmaterial, intangible?
1. Para empezar, el PCI es una denominación muy discutible:
“Anteriormente se contraponía a las mal llamadas “bellas artes” con las culturas populares, indígenas, subalternas o incluso denominadas “folclóricas”, visualizadas por las élites como pintorescas y exóticas, donde éstas siempre aparecen en el “imaginario social” como inferiores frente a las primeras […] Ahora se acuñó un término: “patrimonio inmaterial” o “intangible” en el que las culturas populares, indígenas y subalternas ya no son inferiores… ¡ahora las invisibilizaron!” (Mac Gregor)
2. No se tiene claro si a la poesía ilustrada o culta se incorpora en el marco del PCI; aunque, como en la cita anterior, se insiste en sus diferencias:
"Cuando hablamos de cultura, en general se piensa en la cultura de elite, erudita, en las artes profesionales, en la burocracia que la protege. Falta una mayor elaboración conceptual respecto a la cultura y cómo este concepto interpela a la organización total del Estado" (Vega-Centeno 301)
3. Obvio, en todo esto no se trata de valorar sólo las “canciones”; sino, sobre todo, a los “cantantes”; a la gente que produce este mal llamado PCI:
"Es preciso tener en cuenta que el sujeto productor de cultura es el individuo, miembro de la comunidad nacional, regional, local, frecuentemente sumido en la pobreza y que realiza su obra en condiciones de vida sumamente precarias. Por eso las tareas de salvaguardia del PCI están ligadas con la educación en Derechos Humanos y la lucha contra la pobreza" (Vega-Centeno 309)
4. Ante este panorama sólo quisiéramos puntualizar dos cosas:
A. "La cultura viva sufre procesos de desaparición y eliminación de elementos constituyentes, así como procesos de reavivamiento, innovación, resemantización, sustitución, apropiación, hibridación, asimilación o de adición. Se cuestionan todas aquéllas pretensiones de preservar la pureza original de la cultura o de afirmar “autenticidades” que pueden generar procesos regresivos o incluso posiciones racistas o chovinistas que reivindican la “pureza primordial” (Mac Gregor)
Y que, asimismo , comprobado el fenómeno anterior:
B. "La Interculturalidad que trasciende la mera existencia del pluralismo cultural y que brinda a la diversidad cultural una posibilidad de interacción creativa y fecunda a través del diálogo horizontal… diálogo entre iguales, no entre tangibles e intangibles, no entre legitimados y damnificados, no entre modernos dinámicos y tradicionales estáticos, no entre visibles posicionados e invisibles, inmateriales e intangibles… en esas condiciones no hay posibilidad de diálogo" (Mac Gregor)
Por lo tanto, para hacer posible y más productivo el punto A debemos integrar sin temor --e incluso propiciar o facilitar-- la perspectiva del punto B. Es decir, concebir sin complejos la poesía culta dentro del PCI. Total, salvo algunas excepciones, sus actores son análogamente pobres y mal difundidos. Además, desde este punto de vista, a ambas canteras artísticas o patrimonios culturales los va y los irá legitimando --haciendo cada vez más suyo-- un público común. Esfuerzos, en este último sentido, son patentes en cuanto a las letras de poemas de conocidos autores llevados a la canción popular. Y viceversa, acaso como el ejemplo sutil de César Vallejo en Trilce, dejando abierta la puerta de lo culto al sentir y expresión de la gente llana. Y de modo semejante, también, a como la potencia de una propuesta cultural --sea tradicional o culta-- ya no se mide sólo por su gravitación local o regional; sino, vía la Internet, por su lugar en el mundo.
BIBLIOGRAFÍA:
Mac Gregor C., José Antonio
2007 “Crítica al uso del adjetivo intangible en relación al patrimonio cultural y sus consecuencias sobre las culturas populares” [sic.conaculta.gob.mx/documentos/1026.doc]
Vega-Centeno B., Imelda
2008 “Estado del arte del Patrimonio Cultural Inmaterial. Perú”. En: Estado del Arte
del Patrimonio Cultural Inmaterial . Cusco: UNESCO/ CRESPIAL, 279-328.
jueves, 25 de noviembre de 2010
¿César Vallejo, por bulerías?
(Apostillas a “Trilce: muletilla del canto y adorno del baile de jarana”)
1. Micky González acaba de lanzar un disco, titulado “Lando por bulerías”, donde fusiona de modo maravilloso música afro-peruana (marinera limeña incluida) con palos flamencos.
2.Hemos ya publicado, de modo electrónico y en papel, “Trilce: muletilla del canto y adorno del baile de jarana” donde demostramos la pertinencia de relacionar la palabra Trilce con “!Trila!”, término de resbalosa de la marinera limeña y, a su vez, glosolalia de “La Tirana” (la Madre Patria, España, para los soldados españoles de servicio en las Indias y, en concreto, en el Perú).
3. Al presentar mi libro, Vallejo sin fronteras, en el contexto del II Encuentro Universitario e Internacional de poesía en Bogotá (agosto 2010); en específico, aquella relación de Trilce con la marinera limeña, uno de los asistentes al acto (el poeta y actor español, Antonio Castaño) reparó en la pertinencia de mi trabajo y, a su vez, en otras posibles glosolalias análogas; por ejemplo, aquellas de “Tus ojillos negros”:
tiriti tran tran trao
tiriti tran tran tran tran
tiriti tran tran tran trero
ay tiriti tran tran trao
mis relucidos luceros ay en la bahía de Cádi 1era
mis relucidos luceros y eran tus ojillos negros
que me decía te quiero
ay eran tus ojillos negros que me decía te quiero
que con la luz del cigarro yo vi el molino 2da
se me apagó el cigarro perdí el camino
perdí el camino, mare, perdí el camino
ay que con la luz del cigarro yo vi el molino
que le llaman la atención, 3era
ay dos cositas tiene mi Cádi
ay que le llaman la atención
ay las mocitas de mi barrio y
la plaza de San Juan de Dios
ay las mocitas de mi barrio y
la plaza San Juan de Dios
yo pego un tiro al aire cayó en la arena 4ta
confianza en el hombre nunca la tengao
nunca la tenga prima nunca la tenga
yo pego un tiro al aire cayó en la arena
te han puesto en envalanza 5ta
ay dos corazones a un tiempo
ay está puesto en envalanza
ay uno pidiendo justicia
ay el otro pide venganza
ke ya los titirimundi 6ta
que yo te pago la entrá
que si tu madre no quiere ay que dirao ay que dirao
ay qué dirao ay qué dirao ay que tendrá que decir
que yo te quiero y te adoro que yo...
Camarón (con Tomatito), París 1987
http://www.youtube.com/watch?v=p6kd5B6Gh0w
4. Glosolalias, en este caso, también en general de lamento o denuncia; pero que no aluden precisamente a La Tirana (en femenino), sino, pensamos más bien, al “Mundo” (en masculino):
tiriti tran tran trao
tiriti tran tran tran tran
tiriti tran tran tran trero
ay tiriti tran tran trao
Ya que, y ahora tomando el contexto y temas de las coplas en relación con su interpretación, también aquí se comprueba que: “La voz, durante el desarrollo de la copla, adiciona elementos vocales, no literarios, que matizan y dan carácter [a la copla] “ [Molina, Ricardo / Mairena, Antonio: Mundo y formas del cante flamenco. Sevilla: Librería Al-Andalus, 1971 (82-88) 82.]
5. Temas de las coplas.
1era: los ojillos negros y relucientes, de la amada, en la bahía de Cádiz.
2da: análogo a los ojos relucientes de la amada, la luz del cigarro que por un momento alumbró al poeta en medio del --por contraste-- obscuro mundo
3er: “que le llaman la atención” o codicia (el poeta o el mundo) las cosas amables que tiene Cádiz
4ta: Quizá la más enigmática de estas coplas. Es probable anticipe el tema de la venganza, en este caso frustrada (tiro que cayó en la arena), de la copla siguiente.
5ta: Fuero interior del yo poético; se debate éste, irresueltamente, entre el anhelo de justicia y el deseo de venganza.
6ta: El tema pareciera resumirse en el amor o deseo de parte del cantor, hacia la amada, frente a la no aceptación, oposición o mala opinión del “titirimundi”: mundo, comunidad.
6. Lo que se adiciona o matiza en la voz, más bien sutilmente se enfatiza, es la gravitación de sonido vocálico /o/. Tanto, claro, de modo evidente al final de los versos de las glosolalias (vv. 1-4); pero también, de modo más o menos generalizado, al final de los versos de las coplas propiamente dichas. Esto quiere decir que, efectivamente, existe un rechazo, una frustración, una pugna o un lamento, pero no dirigido a La tirana (en femenino)… sino al Mundo (en masculino). Esto, aunque puede ser motivo de un trabajo posterior, puede hallarse vinculado al tópico medieval del mundo cruel; tal como lo ilustra la siguiente y famosa copla de Jorge Manrique.
¡OH, MUNDO!,
PUES QUE NOS MATAS...
¡Oh, mundo!, pues que nos matas,
fuera la vida que diste
toda vida;
mas según acá nos tratas,
lo mejor y menos triste
es la partida
de tu vida, tan cubierta
de tristezas y dolores,
despoblada;
de los bienes tan desierta,
de plazeres y dulzores
despojada.
Jorge Manrique, Coplas por la muerte de su padre
7. Por lo tanto, y retomando el principio de este breve ensayo. Creemos que es tan pertinente y lograda la propuesta de Miky González, de fundir el landó a la bulería, como puede ser observar ya no sólo qué tanto de ritmo afroperuano existe en Trilce, sino también de fusión con los palos flamencos --en voz y versos-- y, obvio, con los tópicos medievales que directa o a través de sus lecturas de los autores del Siglo de Oro (Góngora o Quevedo,por ejemplo) pasaron a la poesía del peruano. No olvidemos que César Vallejo es un peruano de segunda generación (abuelos, materno y paterno, españoles). Y curiosa o paradójicamente, un mestizo que con su arte ha gravitado en los movimientos más aborígenes o nativos del Perú; el Grupo Orkopata, a manera de ejemplo. Pero esto puede ser ya motivo de un posterior ensayo.
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jueves, 4 de noviembre de 2010
VALLEJO POR GRANADOS (CD)
LOS HERALDOS NEGROS
1. Los Heraldos Negros
2. Heces
3.Huaco
4.Idilio muerto
5. A mi hermano Miguel
6. Lluvia
7. Los Anillos fatigados
8. Avestruz
9. La araña
10. El palco estrecho
11. El poeta a su amada
12. Esta tarde
13. Verano
POEMAS POSTUMOS
14. Fue domingo en las claras orejas
15. Telúrica y magnética
16. Hasta el día en que vuelva
17. Hoy me gusta la vida
18 París octubre
19. Piedra negra sobre una piedra blanca
20. Y si después de tantas palabras
21. Quisiera ser feliz de buena gana
22. Poema para ser leído y cantado
23. Confianza en el anteojo
24. Traspié entre dos estrellas
25. Considerando frío, imparcialmente
26. La vida esta vida
27. Los desgraciados
28. Los nueve monstruos
29. El piojo padre
30. Por último
31. Y no me digan nada
32. Calor
TRILCE
33. Trilce I
34. Trilce III
35. Trilce IV
36. Trilce V
37. Trilce VI
38. Trilce IX
39. Trilce XI
PÁGINAS DEL PERÚ
lunes, 1 de noviembre de 2010
Sobre "César Vallejo y la música popular peruana" de Juan Carlos Garay (foto)
César Vallejo: ¿un hombre o una vanguardia?
"Piedra negra sobre piedra blanca"/ César Vallejo
"César Vallejo y las miserias vanguardistas"/ Juan Manuel Roca
"César Vallejo, acerca a nos vuestro cáliz"/ Julio César Rodríguezbustos
"112 días sólo un hombre: Vallejo tras las rejas"/ Celedonio Orjuela
"César Vallejo y la música popular peruana"/ Juan Carlos Garay
"César Vallejo y su creación poética"/ Ricardo Silva-Santisteban
En el contexto de este dossier: "César Vallejo: ¿un hombre o una vanguardia?” (Revista Casa Silva, No 22, 2008, 96-194), a raíz de la conmemoración de los 75 años del fallecimiento del poeta, destaca nítidamente --por su novedad e interés-- el artículo del joven musicólogo y narrador peruano Juan Carlos Garay (1964) que, en seguida, pasamos a reseñar brevemente.
"César Vallejo y la música popular peruana" ( 144-50), publicado un año después de nuestro ensayo “Trilce: muletilla del canto y adorno del baile de jarana” (2007), ventila --intuitiva y de modo muy sugestivo-- la posible relación de Los heraldos negros (1918) con un género musical típico de la región de Trujillo en la costa norte del Perú: el “triste”. Primeros ejemplos de esta melodía que, nos ilustra Garay, sobrevivieron registradas en el Códice de Trujillo gracias a la fervorosa labor del sacerdote español Don Baltazar Martínez y Compañón (s. XVIII); y que anima a decir al mismo Garay, en concreto en cuanto a la canción “Infelices ojos míos” (“dejad ya de atormentarme con el/ llanto”), lo siguiente: “ese sentimiento [ triste] parece estar ligado a la geografía, al paisaje […] los mismos que, un siglo y medio después, alimentarían la creación poética de César Vallejo” (145). En particular, como ya anotábamos, en el libro de 1918, cuyos poemas, además, son los que entre la producción lírica de César Vallejo han sido musicalizados:
“Tal vez esto se deba a que es una primera obra, donde todavía imperan ciertas estructuras clásicas, cierto ritmo de las palabras al que resulta más fácil
adaptarle melodía. Sin duda sería más complicado musicalizar los poemas de Trilce, su siguiente libro, que era mucho más experimental” (Garay 146-7)
Complicado para musicalizar este último, agregamos nosotros, pero no menos radicalmente musical, popular y peruano --es preciso y oportuno no demorar más el paralelo-- tal como quedó demostrado en nuestro artículo sobre Trilce (1922) y la marinera limeña. Y por lo tanto vinculado, desde ya, con los ritmos afro-peruanos; a decir de Garay: “ese tercer elemento que completa nuestra identidad [nacional]” (150).
Filiación esta última; es decir, la de la poesía de César Vallejo con los “elementos negros” (sic, 150) que Garay aquí sólo proyecta o vaticina como un posible y subsecuente desarrollo --no cristalizado-- de la lírica del autor de Trilce:
“Sería falso decir que estos elementos negros lograron aparecer en la poesía de César Vallejo […] Tal vez después de su paso por un modernismo indigenista, un surrealismo americano y un socialismo europeo, hubiera seguido un interés [semejante al proceso creativo de la gran compositora Chabuca Granda] por los elementos negros […] se quedó esperándolo el landó para que se lo apropiara y escribiera con su sonido muchos nuevos versos” (150)
Obvio, opinión que no compartimos; creemos que todo Trilce, y no sólo el poema XXXVII, puede leerse con provecho en clave de zamacueca. Y afirmación de este autor que no deja de sorprendernos ya que en la misma página de su artículo menciona algo más relevante y, pareciera, incluso en contradicción con la cita inmediatamente anterior: “Chabuca [Granda] es una de las artistas a las cuales le debemos el redescubrimiento de un género denominado landó […] una música donde se funden extrañamente África y la Cordillera de los Andes” (150). Es lícito pensar, entonces, que César Vallejo también pudo llegar al landó, en Trilce, siguiendo una vía en apariencia castizamente andina. Si no supiéramos que en el poemario de 1922 eclosiona, junto con la modernización de la capital del Perú, asimismo la jarana limeña.
Por lo tanto, si acaso hubiera sido tentador elaborar desde el artículo de Garay las siguientes analogías o equivalencias:
“Triste” = Los heraldos negros
“Landó” = Trilce
Por el contrario, y aunque un tanto simplificadoras, comprobamos que estas atractivas coordenadas no resultan viables. Faltó a Garay superar algunos prejuicios críticos o, es lo mismo, matizar algunos tópicos o lastres en la lectura de la poesía de César Vallejo (sobre todo el de la ubicuidad y preeminencia del dolor). Junto con el ceñirse al enfoque referencial o temático y no animarse a analizar los poemas. Estos jamás son un tema, sí, un evento; mucho más tratándose de una poesía como la de nuestro peruano universal. Evento --prosódico, sintáctico, emotivo… con todos sus elementos en constante paralelismo-- donde se ponen en movimiento los temas y, no es extraño tampoco, giran e invierten incluso su inicial valor semántico.
Con todo, "César Vallejo y la música popular peruana” es un trabajo inicial, sugestivo e interesante, que puede --una vez actualizadas ciertas nociones generales de teoría y metodología literarias; y específicas, en lo que atañe a la historia de la recepción de la poesía del autor de Trilce-- dar para un muy productivo desarrollo ulterior.
miércoles, 27 de octubre de 2010
Distribuidores del libro, Vallejo sin fronteras, en el mundo
1. Caza de Libros
(Contacto: Gustavo Peña)
Cra. 7A No 19-41 Barrio Interlaken
Teléfonos: (8)2625437 - 3214843065
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2.The Latin American Book Store, Ltd.
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Ithaca, NY 14850 -USA-
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Fax: 607 273 6003
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3.Distribuidora Peruana de Libros
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telef. (511) 247 76 24
distribuidoraperuanadelibros@hotmail.com
4. En México
(Contacto: Edgar Altamirano)
Tel. +52-747-4727341
Móvil: 747-104-6978
edgar@altamirano.biz
5. Librería Española e Hispanoamericana
desde 1984 ofreciendo libros y servicios al profesor de Español
(Contacto: Raquel)
e-mail: libreriaespanola@gmail.com
Telefones/Fax: (011) 3283.4700/3288.6434
R. Augusta, 1371 - lojas 9, 10, 11 e 14
Consolação/SP * Cep: 01305-100 -Brasil-
miércoles, 20 de octubre de 2010
"Pedro Granados: Una forma absolutamente nueva de leer a Vallejo"/ José Antonio Gaspar (Entrevista)
En: BAJO EL VOLCÁN, Suplemento Cultural
Domingo 17 de Octubre de 2010
Cuernavaca, Mor. Año 17 Número 658
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Libros de Pedro Granados,
Vallejo sin fronteras
jueves, 14 de octubre de 2010
Vallejo según Granados: Un pañuelo extraordinariamente elocuente/ Carlos Eduardo Quenaya
Vallejo sin fronteras (Arcadia/Espacio Cultura Editores, 2010) reúne 10 textos que son la prolongación de una propuesta crítica ejercida con tanto fervor como perspicacia. La preocupación crítica de Granados, es cierto, es la poesía. En particular –leemos en la contratapa del libro que reseñamos– la poesía hispana reciente.
Ya se sabe que Vallejo es el mayor poeta peruano del siglo XX. ¿Qué de nuevo, pues, ha de añadir este libro a la copiosa y proliferante lista de estudios sobre el autor de Santiago de Chuco? Creo que una respuesta posible se encuentra en el artículo Trilce: muletilla del canto y adorno del baile de jarana. En este texto, Granados se propone, ni más ni menos, que leer Trilce en clave de marinera limeña, es decir, desde el contexto de la modernización de Lima (años 20) y la gravitación de la clase proletaria… en específico desde la quinta o el callejón donde los obreros (…) celebraban la vida con aquel ritmo de raíz afro-peruana, puntualiza el autor. Este artículo, siendo tal vez el más audaz y personal de Vallejo sin fronteras, puede ser también el hilo conductor hacia los demás textos del libro.
Invocando, primero, a los datos biográficos que le debemos a Juan Espejo Asturrizaga, Granados plantea la posibilidad de que algo más de las dos terceras partes de Trilce se hayan escrito en Lima. Así, el contexto vital del poeta sería un primer factor –hipotético, es claro– para sugerir que la bohemia, la música criolla y el medio popular limeño constituirían la clave del enigmático poemario de Vallejo. El segundo argumento se refiere al título que, en opinión de Granados, aludiría al estribillo de una marinera de capricho limeña (La Tirana). Pero La Tirana de Vallejo, la trílcica, no sería más una alusión a España, sino al Perú. El tercer argumento del artículo se concentra en el análisis del poema XXXVII de Trilce. Este poema reproduce con bastante claridad una escena de cortejo, teniendo como telón de fondo una marinera y el consiguiente juego erótico y sexual. Granados afirma, finalmente, que el artículo es un esbozo de un proyecto en el que se lea todo Trilce en clave de jarana limeña, es decir, en cuanto evento oral, musical y corporal. Ésta es, a nuestro parecer, la gran apuesta de Granados, el elocuente pañuelo que inspira su lectura y –es oportuno decirlo– buena parte su escritura poética.
En el artículo que inicia el libro –Mujer fatal, compañera y madre en la poesía de César Vallejo– el autor indaga en los diversos hitos de la alteridad femenina de la poética de Vallejo. Citando a Alan Smith Soto, Pedro Granados sostiene: Trilce XIII manifiesta un lenguaje erótico que invoca a la vez el cuerpo físico y el alcance simbólico del mismo. En la tradición erótica de la poesía mística y el renacimiento neoplatónico y pitagórico, Vallejo convierte su voz nueva en tema de su propio decir.
Apuesta firme por el erotismo que supone, a su vez, la necesidad de rescatar para la vida el solaz del deseo y el humor. Podemos constatarlo leyendo otro fragmento, esta vez a propósito de Roque Dalton: …el humor de Roque Dalton, en su poesía, constituye para nosotros su logro mayor o hazaña más memorable y, en absoluto, refleja un yo poético diletante. Nos revela, más bien, una voz poética centrada y orientada en la conquista de sus objetivos: la liberación de su pueblo. El humor es lo que le permite a Dalton estar siempre disponible –ligero de ortodoxia– al servicio de la revolución. (Compromiso y magia en la poesía de agitación política: el caso de Roque Dalton).
Corporalidad y alegría son, pues, ingredientes indispensables para la convicción de que la poesía no puede –¿cómo podría?– ser solamente literatura. La búsqueda de la palabra lúcida y festiva, creemos, llevó a Pedro Granados a descubrir la poesía de República Dominicana. En El Taller Literario César Vallejo en la República Dominicana, Granados continúa explorando la poesía que actualmente se escribe en este país caribeño, acompañado de un personalísimo fervor por sus circunstancias y su gente.
Vallejo sin fronteras incluye también un artículo sobre las posibles conexiones y discrepancias estéticas e ideológicas entre Borges y Vallejo. Autores que a su modo representan canteras inagotables para los poetas que, a inicios de este siglo, aprovechan, funden y recrean las propuestas del poeta peruano y del argentino. Redondean el libro algunas reseñas, notas y crónicas que complementan la imagen vallejiana y sugieren rutas futuras de investigación.
Aun cuando echamos de menos un cuidado de edición acorde con la solvencia de los textos y las facilidades tecnológicas de nuestros días, estamos de acuerdo en la necesidad de que la obra crítica de Pedro Granados se difunda y, más pronto que tarde, vean la luz trabajos críticos de los que solamente tenemos noticias por dispersas notas en la web: Cinco ensayos deseantes: de Cárcel de amor a la última poesía española; Breve teatro para leer: poesía dominicana; Hitos de una vida continua: La poesía de Javier Sologuren, entre otros.
Estamos seguros de que, una vez visitada convenientemente su labor crítica, Pedro Granados se revelará como uno de nuestros mejores y más audaces lectores de poesía.
Carlos Eduardo Quenaya (Arequipa, 1984)
viernes, 8 de octubre de 2010
Mario Vargas Llosa: “Vallejo y Borges merecieron el Premio Nobel”
Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de la Literatura 2010, fue consultado sobre qué le parecía recibir un premio que, por ejemplo, no recibió el reconocido escritor argentino Jorge Luis Borges. Video
“Me da un poco de vergüenza recibir el premio Nobel que no recibió Jorge Luis Borges, creo que es una ausencia muy criticada, la academia sueca también se equivoca, pero no soy el indicado para hacer críticas en este día”, respondió.
También consideró que otros peruanos como César Vallejo debieron recibir este importante galardón.
http://www.larepublica.pe/politica/07/10/2010/mario-vargas-llosa-vallejo-y-borges-merecieron-el-nobel
miércoles, 29 de septiembre de 2010
SE ACURRUCAN LOS RINCONES O VALLEJO SIN FRONTERAS/ Manuel Velásquez Rojas
El primer acierto del libro de Pedro Granados es su título Vallejo sin fronteras. Verdad indiscutible. Nuestro gran poeta peruano, con sus versos, llega a los países más remotos. Un breve dato ilustrativo. El 27 de abril del 2010, organizado por el Instituto Cervantes de Nueva Delhi, en ceremonia solemne se leyeron, en castellano y en los idiomas hindi y jaipur, textos poéticos de César Vallejo. El profesor de la Universidad Nehru, el doctor Shyama Prasad Gauguly fue el que pronunció la conferencia sobre la vida y obra de César Vallejo, y leyó en castellano, y en hindi y jaipur los textos escogidos de nuestro vate universal. Gauguly, traductor del poeta santiaguino, es un peruanista destacado en el mundo cultural de la India. Vemos, que ya Vallejo llegó a la India, a ser parte de su cultura milenaria. Recordemos que el hindi es hablado por más de 333 millones de indios, y que el jaipur es una de las lenguas oriundas del Estado de Bihar. Y, ahora sí, hablemos sobre el libro que nos convoca esta noche primaveral. Es un libro de artículos con temas variados estructurados por el conocimiento y la pasión vallejiana de Pedro Granados, quien, por cierto, es Ph.D en Hispanic Languages and Literatures por la Universidad de Boston, y ha publicado un libro importante y esclarecedor en la nueva bibliografía vallejiana con el título Poéticas y utopías en la poesía de César Vallejo, que ya lleva dos ediciones, en el 2004 por el Fondo Editorial PUCP, y en ese mismo año se editó por la Universidad Autónoma de Puebla, México. Digo, es difícil establecer una jerarquía en los artículos presentados, pero para mi sentir e inquietud intelectual he escogido dos para analizarlos y glosarlos. El primero lleva por título “Mujer fatal, compañera y madre en la poesía de César Vallejo”; y el segundo “El diálogo Borges – Vallejo: un silencio elocuente”. Ingresemos con mirada atenta y pensamiento abierto al primer artículo. La metodología moderna de presentación del mismo, nos lleva a comprender rápidamente su intención, análisis, y linderos. Como el autor lo dice: “este trabajo pretende mostrar los matices y alcances de la alteridad femenina vallejiana. Es decir cómo el tema de la mujer, presente desde un inicio en la poesía de César Vallejo, nos permite hurgar – creemos que muy productivamente – en la poética e ideología de este complejo autor” (2010:11). Para Pedro Granados el poemario Los heraldos negros sería un libro que ilustra una crisis edípica (o una represión primera) donde la adquisición del lenguaje parte del subconsciente; este fenómeno es más patente en Trilce. Esta crisis edípica representa pasar desde el orden imaginario al Orden simbólico. Los términos del análisis pertenecen a Jacques Lacan (1901-1981), quien redefinió muchos conceptos freudianos bajo las luces del estructuralismo sociológico de Levi-Straus, y el estructuralismo lingüístico de Saussure. La crisis edípica se origina porque el padre rompe la unidad madre – hijo, al prohibir al niño el acceso al cuerpo de la madre. Esta represión primaria, para Lacan, inaugura y desarrolla el subconsciente.
Desglosemos algunos hechos de la vida de César Vallejo. Los biógrafos han determinado el amor inmenso de doña María de los Santos Mendoza Gurrionero para su “shulca” Cesitar. Y todos concuerdan que ella fue la primera en advertir la genialidad del futuro gran poeta. Sin duda, César tuvo una relación edípica con su madre – como todos los niños, según Freíd. Pero esta situación se interrumpe con el desarraigo temprano de César, quien a los 14 años es enviado a estudiar la secundaria en Huamachuco en el Colegio San Nicolás, y al término de estos estudios, 1909; César va a vivir fuera de la casa paterna, en Huánuco, Lima y Trujillo. La sublimación del complejo de Edipo se logra cuando se deja de ser niño y uno se vuelve adulto, las expresiones que demuestran esta nueva situación se dan sin conflictos y como un proceso normal; pero, en algunos esta crisis edipica continúa hasta ser expuesta a los demás, y en el caso de los escritores a través de sus textos. Para mi entender, César Vallejo resuelve su crisis edípica con el cuento “Cera” y con la obra de teatro “Moscú contra Moscú”
Pedro Granados acierta, con agudeza y rigor, cuando clasifica a las menciones femeninas, en los poemas de Los heraldos negros, en el bloque de la “mujer fatal” (versión francesa) que, por cierto, es un residuo de la influencia modernista y de Rubén Darío; y el otro bloque de la “mujer ideal”, que es más cercana al sentimiento del yo poético de César Vallejo. Dentro de este bloque, en mi libro Ojos de venado señalé dos casos paradigmáticos de amor romántico. Veamos. En 1916, César Vallejo sostuvo – en la ciudad de Trujillo, Perú – un amor tierno con María Rosa Sandoval. A la taciturna María Rosa – huérfana de padre y de madre – porque escribía un “Diario”, oculto espejo confidente de sus ansias y ensueños, se le puso el nombre de la noble rusa María Bashkirtseff, autora de un “Diario” famoso que abarcó toda su corta vida. Vallejo leía sus poemas, ella, tocaba, al piano, los valses tristes de Chopin. Pero, un infausto día, su fino pañuelo de batista se tiño de sangre en un acceso de tos. Y el diagnóstico del médico fue terrible: estaba tuberculosa. Alejada de Vallejo por propia voluntad (su enfermedad la sufrió sola sin el sacrificio del amado), y buscando un restablecimiento que no llegó nunca, fallece, por la tuberculosis incurable (en esa época), en un Caserío de Otuzco, en 1918, a los 24 años de edad. Vallejo prefigura este final y lo acerca al cual recuerdo del futuro en el poema “Verano”; escuchemos los dos versos finales: “Ya no llores, Verano! En aquel surco muere una rosa que renace mucho”. Veamos el otro amor romántico. En la casa de Lola Benítez, donde se reunían los poetas y escritores de Trujillo, conoce César Vallejo a Zoila Rosa Cuadra; una bella adolescente de quince años. A Zoila Rosa se le puso el hermoso sobrenombre de Mirto. Surge el romance entre el poeta y la bella. César sufrió mucho, ya que Mirto no correspondía con igual intensidad a su cariño, y muchas veces por ingenua coquetería (quizá propia de sus cortos años) llenábale el corazón de desdenes y desamor. Vallejo triste, y quizá al borde de la soledad del llanto, con otro amigo bohemio pensó evadirse, aunque sea por breves momentos de su realidad amorosa que le era aleve, e ingresar a un paraíso artificial. Para lo cual aspiró éter varias veces, y sintiendo ya los efectos de la droga, tomó un revolver que poseía una bala y rastrillo el gatillo sobre su sien. Esta experiencia tan cercana a un desenlace fatal, en mi opinión, puso fin a la adolescencia de César Vallejo, donde el amor y la muerte eran muchas veces sólo juegos de azar. El soneto “Unidad”, que pertenece a la sección “Truenos” de Los heraldos negros conservó cual magma esta insólita situación vital. Pedro Granados propone una búsqueda de la alteridad femenina, de Vallejo, en sus versos. Estimo que los resultados son especulativos, ya que la creación es sinceridad de un yo poético o la expresión de otro yo, tan sincero como el primero. Estimo interesante consultar la obra, de Otto Weininger (1880-1903), titulada Sexo y carácter, para comprender cuán inasibles son las verdades sobre el sexo en relación a una complementación del otro ser. Un tema propio de la psiquiatría literaria.
El ensayo “El diálogo Borges – Vallejo: un silencio elocuente” es novedoso como tema y propuesta metodológica. Un ensayo rico en hallazgos textuales, opiniones críticas acertadas, y conclusiones ponderadas. El diálogo, a la distancia y sin propósito, se inicia cuando Vallejo, escribe en un artículo: “No pido a los poetas de América que canten El fervor de Buenos Aires, como Borges ni los destinos cosmpolitas, como otros muchachos. No les pido esto ni aquello”, este texto apareció en el Repertorio Americano, el 15 de agosto de 1927, en Costa Rica. Sabemos que Vallejo es muy original en sus temas, procedimientos estructurales, y empleo del lenguaje en sus poemas. Y, por lo mismo es muy exigente con los demás poetas. Ampliando esta posición, escuchemos su palabra: “Hoy, como ayer, los escritores de América practican una literatura prestada, que les va trágicamente mal. La estética – si así puede llamarse esa grotesca pesadilla simiesca de los escritores de América – carece allá, hoy tal vez más que nunca, de fisonomía propia. Un verso de Neruda, de Borges, de Maples Arce, no se diferencia en nada de uno de Tzará, de Ribemont o de Reverdy. En Chocano, por lo menos, hubo el barato americanismo de los temas y nombres. En los de ahora, ni eso”. La cita la he tomado de su artículo: “Contra el secreto profesional”, publicado en la revista Variedades, Lima, 7 de mayo de 1927. Me pregunto: ¿Qué es lo que plantea Vallejo para los escritores de nuestra América? Romper los lazos estéticos impuestos o difundidos por la Europa intelectual. Debemos mirar nuestra realidad social e interior y expresarla con sinceridad, originalidad y belleza propia. Para Vallejo no hay “recetas literarias” o “secretos profesionales”; y, así, como en cierta manera, los surrealistas creaban sus textos poéticos salidos del subconsciente o del azar, vale decir con una metodología prefijada, merecían la censura de César Vallejo. Recordemos su “Autopsia del surrealismo”, texto que desnuda a los surrealistas en ese momento. Hay verdad en lo que sostiene Vallejo, pero la historia colocó a muchos surrealistas en sitios de combate social contra los nazis, y ellos merecen ser admirados por las nuevas generaciones, Paul Eluard, Louis Aragon, Jacques Prevert y otros más, fueron “magias”, combatientes de la resistencia francesa contra las hondas hitlerianas. Vallejo sabe y analiza con rigor el tiempo en que le tocó vivir, y no se equivoca en sus juicios en el momento que los escribe, pero debemos advertir que la vida personal es un proceso finito en la vida social infinita. Seamos correctos con César Vallejo, ya aceptemos sus juicios estéticos y literarios dentro de su propia época: el período de entreguerras mundiales. Pedro Granados, en su ensayo dice que la contestación tácita (o sin propósito de respuesta) fue el soneto “El Perú” de Jorge Luis Borges. Sin duda, más son las diferencias entre Borges y Vallejo, que sus semejanzas. Vallejo está inmerso en la literatura comprometida, y Borges en una literatura sin compromisos. Es interesante señalar que los dos escritores comparados, en su origen o infancia son des-semejantes. Borges ha seguido estudios secundarios en un Colegio de Suiza, que para muchos son los mejores colegios del mundo, y, sin duda los más caros del mundo. Vallejo ha estudiado su secundaria en el Colegio Nacional “San Nicolás” de Huamachuco. Borges es porteño, ciudadano de una de las capitales más importantes de nuestra América, la ciudad de Buenos Aires, con una tradición literaria propia, que Borges va a estudiar y glorificar, me refiero a las poesías urbanas y populares de Evaristo Carriego. Vallejo ha sufrido incomprensiones y ataques a su obra literaria. Borges, por su cultura, fue rápidamente incorporado al movimiento ultraísta español. Vallejo ha sufrido prisión injusta; Borges fue destituido de su cargo de Bibliotecario y colocado como Inspector de Aves, en la dictadura de Perón. Borges era casi un aristócrata, Vallejo concuerda con el marxismo y es republicano militante. Los dos son grandes escritores y merecen el respeto de todos. Borges es un fraseólogo; Vallejo discurre con raciocinio, y escribe poesía con todo su ser. Es interesante recordar una frase de Borges, que dice: “Uno llega a ser grande por lo que lee y no por lo que escribe”. Esta frase tiene su correlato real: el año pasado el Ministerio de Cultura ha decretado que el día 24 de agosto se celebre el “Día del lector” en toda la República Argentina, como un homenaje anual al día del nacimiento de Jorge Luis Borges.
Considero que el libro de Pedro Granados, Vallejo sin fronteras, enriquece la ya cuantiosa bibliografía vallejiana, planteando temas inéditos para comprender mejor algunos aspectos de su vida y obra poética. Pedro Granados es un vallejista de reconocido prestigio, su libro, reitero, Poéticas y utopías en la poesía de César Vallejo, es ya un clásico entre la crítica vallejiana. Felicito a Pedro Granados por su nuevo libro, que demuestra que su pasión vallejiana continúa ardiendo e iluminando los versos de César Vallejo.
Debía al Dr. Manuel Velásquez Rojas, tal como lo mencioné y reconocí en la presentación de Vallejo sin fronteras en el ICPNA (27/ 9/ 10), expresarle públicamente mi gratitud más entrañable por su complicidad, vía una hermosa reseña a mi primer poemario (Sin motivo aparente, 1978), en el inicio mismo de mi recorrido literario. Fueron mi hermano Germán, luego Matín Adán y, por último, Manuel Velásquez los que están al rededor --y de algún modo siguen estando presentes-- de aquellos zozobrantes y hechizados inicios.
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sábado, 18 de septiembre de 2010
TRILCE Y LAS MULETILLAS DE CANTO/ Miguel Pachas Almeyda
Persuaden de manera legítima las palabras de Antenor Orrego cuando advierte que, para conocer la grandeza del autor de Trilce, debemos recurrir a sus raíces, es decir, Santiago de Chuco, Trujillo, y sobre todo –enfatiza– en Lima, ciudad “donde forjó y troqueló su voluntad de artista en pugna titánica con el sufrimiento y la incomprensión ambientes” (Orrego, 1989, p. 35). Es éste ángulo que avizora Pedro Granados en su última entrega titulada Vallejo sin fronteras, para demostrarnos –más allá de las múltiples interpretaciones cronológicas de la poética vallejiana–, la feraz contextualización de la vida y obra de aquel hombre y sus circunstancias, en la cosmopolita y excluyente Lima de los años veinte.
Vallejo sin fronteras, es un decágono ensayístico que mueve sus aristas en la compleja dimensionalidad del poeta santiaguino. En ella encontramos diversos estudios que van desde el análisis del rol de la mujer en la poética vallejiana, hasta una pausada y emocionante caminata del autor por los corredores, el patio empedrado y los poyos –retrayendo versos y visualizando huellas ausentes y presentes– en aquella casa que vio nacer a César Vallejo; pasando por una interesantísima propuesta sobre el origen de Trilce como muletilla de canto y adorno del baile de jarana; un inquietante acercamiento que navega entre coincidencias y divergencias entre Borges y Vallejo; y , finalmente, el rol preponderante e indiscutible de la tenaz esposa del poeta: Georgette Vallejo.
Granados brinda especial relevancia en su estudio a los alcances de la tipicidad andrógina en la poética vallejiana. Verbigracia de elocuencia en este rubro, Vallejo escribe:
Amada! Y cantarás;
y ha de vibrar el femenino en mi alma,
como en una enlutada catedral. (Yeso, LHN)
o
Y hembra es el alma del ausente.
Y hembra es el alma mía. (Trilce IX)
El autor de Vallejo sin fronteras, considera que esta “alteridad femenina vallejiana” no solo tiene que ver con la identidad sexual del poeta, sino que, necesariamente se encuentra circunscrito en el rol preponderante del oxímoron, tan característicos en su segunda obra del año 22.
Asimismo, Trilce, es el giro lingüístico que ha despertado una de las más avivadas flamas en la exégesis vallejiana, y por supuesto, el misterio se agiganta para el común de los lectores. Desentrañar las claves de su origen, ha determinado que, muchos de los estudiosos hayan recurrido al análisis semántico para encontrar una posible respuesta. He aquí algunas de las propuestas que me permito anotar: según el precio de la obra –3 libras– que daría lugar de tres, tres, tres…trisss, trisess, trilsss…Trilce. (Coyné, 1968, pp. 126-127); Juan Larrea, por su lado conjetura “Así como de duplo se pasa a Triple, de dúo a trío, de duplicidad a triplicidad, Vallejo sintió oportuno pasar verbalmente de dulce a trilce” (Aula Vallejo 2, p.242); Roland Forgues, a partir del verso del poema XXXII: Tres trillones y trece calorías; asegura que “en la cadena hablada de dicho verso, está contenida la palabra “trilce”. (Caminando con César Vallejo, 1988, p. 139); y, finalmente, hasta el nombre de una flor ya extinta de los valles interandinos (José A. Mazzotti, 2006, p. 98ª. Cf. Marco A. Denegri, 2009, p. 85). Dejando atrás estas perspectivas, Granados postula con alcances innovadores que, la raíz fundamental o germen de este neologismo –complicado para muchos, misterioso para otros y carente de significado para el mismísimo poeta santiaguino–, se encuentran en los entresijos de las muletillas de canto y adorno del baile de jarana limeña.
Ahondando en los argumentos de las fórmulas, Granados considera que de acuerdo a los datos consignados por uno de los biógrafos más importantes del poeta, Juan Espejo Asturrizaga, (yo agregaría, además, a decir de Antenor Orrego), Trilce fue escrito en su mayoría en la capital peruana, mucho antes de los aciagos sucesos ocurridos en los años veinte en su ciudad natal. Habiendo Vallejo vivido en Lima de manera casi consecutiva desde 1918 -23, y a decir de Pablo Guevara, un total de cinco años y medio en una ciudad que, “nunca le asimiló, nunca lo intentó mucho menos lo admitió o puso a prueba o le tuvo mayores consideraciones…”. (Granados, 2010, p.44); ello no impidió que el poeta se enfrascara, necesariamente, en las costumbres cotidianas capitalinas, así lo certifica Espejo Asturrizaga: “César Vallejo bebía con frecuencia, jaraneaba e iba ocasionalmente a fumaderos de opio y a casas de tolerancia; “No pudo, pues, escapar a ese snobismo importado que, en aquellos días, imperó entre escritores y periodistas”.
“La clave de Trilce, es la bohemia. Y encontramos en ella un muy posible y sugestivo antecedente de Trilce como ‛término o muletilla’, a manera de (‛Tri la’)”–afirma Granados. Bohemia vallejiana relacionada con la música criolla (en especial, la marinera limeña y específicamente, la marinera de capricho), en cuyos estribillos –que figuran como complementos inagotables de especial armonía al final de los compases y que brinda a la marinera limeña, según Llórens y Santa Cruz, el característico “remate de resbalosa y fugas”–, anuncian en el “Tri lalala”, la fuente que inspira a Vallejo la estructuración del neologismo. Veamos un ejemplo que ilumina la propuesta granadina.
Mándame quitar la vida
(Marinera)
Mándame quitar la vida, andar andar
Tri lalalalala
Tri lala si es delito
el adorarte (Bis)… (Santa Cruz 53)
Granados, considera que Vallejo no solo ha navegado con su más preclaro sentimiento e interés en el epicentro de su Sierra de mi Perú, sino “en el mestizaje y modernización de la Lima” de entonces. Luego, culmina lanzando al ruedo literario, una moneda cargada de inquietudes: investigar el rol de lo afroperuano “sin el cual no es posible la marinera y tampoco este poemario [Trilce]”
En fin, asistimos, pues, a la apertura de un interesante panorama que nos brinda el poeta y escritor, Pedro Granados. Propuesta que genera, indudablemente, grandes expectativas en la comunidad vallejiana, por conocer más de cerca las influencias que recibió Vallejo en la Lima de entonces, para crear una obra de singular originalidad que rompió los cánones establecidos: Trilce - 1922, cuya estética solo la historia ha sabido valorar en su debida dimensionalidad.
Miguel Pachas Almeyda setiembre 17, 2010
domingo, 29 de agosto de 2010
"La familia extraterrestre de Santiago de Chuco"/ Juaquín Regalado
Entré por donde me fue dado ver que Santiago de Chuco había habitado esa casa, me escurrí por la rendija que dejaban las puertas desparejadas, y, al pasar medio zaguán, después de un fondo rojo de altar detrás de la esperma sostenida por la fe, acelerado mi corazón, conté las matas de manzanilla del patio, entre las piedras una música de raspadura que nos empalaga. Al fondo, sobre una silla hecha mueca, descansaba con la miel del sol, el tiempo personificado en mujer y voz de ave.
- Ave María, corazón de Jesús. ¿Quién ha venido? (como yo ya niveo); Miguel, Abraham, Nativa. ¿Quién sois? – exclamó la anciana-.
- Soy yo, soy yo --le digo—el Joaquín; claro que no seadeacordar, porque, eso sí, yo ni soy de aquí, recién acabado de llegar estoy, porque, eso sí, quisiera visitarle al Cesítar, que tanto se le quiere por mi tierra oiga, y tanto y tanto se habla de él por lo bueno y bien que anda cantando en sus poemas, eso sí.
- Ahh --me responde-- ya tiempos que nadie viene por esta casa, he encanecido desde que vinieron a poner una placa por el César, mi tío. Yo soy hija de Miguel, y me llamo Otilia, Otilia Vallejo Gamboa; pero antes, más apropiadamente el apellido de la casa ha sido, y hasta cuando cumplí los setenta y todavía enseñaba en la escuela de Santiago, Otilia De Vallejo De Gamboa. Señorita, para servirle.
- Gracias Doña Otilia, yo encantado de conocerle, eso sí, porque a la final, uno no va a venirse en semejante viajezaso desde el ecuador, por las puras; ni que me dieran viáticos los del portafolio de educación y cultura para visitar su casa; no, de ninguna manera, ha sido una cosa así, cómo le digo, nacida de mí mismo, asi ni como para poder decir no, nocierto; sinó por ese deseo inmenso de venir a verles y conocerle a usted, que para mí ha sido una sorpresota, Doña Otilia, y un gusto eso sí.
- Bueno era el tiempo de antes --asentaba con la cabeza doña Otilia, mientras tejía con los dedos el balido de una rama estrujada—aunque para serle franca yo no conocí a mi tío, fíjese que, dicen pues, que se ha ido jovencito y nunca más llegó a regresar a este pobre suelo. Pero si quiere entrar a ver los cuartos, hágalo con confianza, allí está el poyo --me señaló con el sentimiento—y adentro la cocina, pueda que en alguna de esas ollas le encuentre.
- […]
La cocina estaba obscurecida del hollín de la tristeza, las ollas de luto e inmóviles recordando el sabor de algún locro de antaño. La situación era de fuerza mayor, como haber entrado en un espacio sin aire. Yo estaba lívido, tanto que contrastaba con el lugar. De pronto, sobre las sombras y dentro de ellas, con un paletó negro, César Abraham Vallejo, de él, salido de sí mismo, desde la esquina de la cocina, con un poncho roto en el brazo izquierdo y señalando el techo con un cuchillo de palo en la otra mano decía:
“La mujer de mi padre está enamorada de mí,
viniendo y avanzando de espaldas a mi nacimiento
y de pecho a mi muerte. Que soy dos veces suyo:
por el adiós y por el regreso. La cierro al retornar.
Por eso me dieran tanto sus ojos, justa de mí,
infraganti de mí, aconteciéndose por obras termi_
nadas, por pactos consumados”
Terminó de decir esto y se recostó en el suelo. Me quedé cenizo. Me acerqué sacando fuerzas de no sé dónde, para tratar de levantarlo. Le dije César qué te pasa. Sin mirarme, se levantaba nuevamente, esta vez con una tiza blanca que sacó de la gabardina para escribir en la pared de la cocina lo siguiente:
“Todos han muerto.
Murió en mi revólver mi madre, en mi puño mi
hermana y mi hermano en mi víscera sangrienta,
los tres ligados por un género triste de tristeza, en
el mes de Agosto de años sucesiv…”
Y me acerqué tomándole el brazo con el que escribía y le dije: Oye Cesítar, tranquilízate, no te pongas así, vamos a tomarnos un trago.
Por fin, cediendo un poco a su fatalidad me miró bondadosamente, estiró su brazo y me puso la mano sobre el corazón con un rictus de serenidad y me repitió sin haberme dicho antes un detalle del atardecer que se venía:
“!Al borde del fondo voy,
cuñado Vicio!
La oruga tañe su voz,
y la voz tañe su oruga,
¡padre cuerpo mío!”
y se retiró por la puerta hacia el patio. Para serles franco, no le entendí muy bien lo que quiso decir, y me quedé un rato parado, así, medio como enfermo de la vista.
Salí enseguida con afán de alcanzarle, pero en el patio, a más de Doña Otilia, se encontraban dos mujeres más, cada cual veinte años de edad en diferencia; les pregunté si le habían visto salir.
- ¿A quién?, respondieron en coro.
- A César Vallejo, repliqué.
Se quedaron viendo el luto que tenían dentro y los pañolones negros. Y respondieron en coro:
- César murió hace más de cuarenta años y nosotras no le conocimos. Aquí está su casa, la de que fueron sus padres, sus hermanos y hermanas, aquí vivimos nosotras, su familia posterior, la familia extraterrestre de Santiago de Chuco. Aquí vivirán nuestros nietos.
Yo ya no supe qué hablar, ni qué hacer más, les agradecí gentilmente por haberme permitido visitar la casa y me salí.
Al cruzar la puerta de la calle, en una pared de la fachada había dos placas recordatorias: la una era de la Universidad de Trujillo y la otra no me acuerdo. Lo cierto es que con un carboncito que encontré botado en el filo de la acera, me acerqué a la pared de cal y puse así:
AQUÍ TUVIERON UN ENCONTRÓN
CÉSAR VALLEJO Y EL QUE LES
HABLA.
EL ÚLTIMO, Y POR INTERMEDIO
DE ÉL, EL TALLER LA PEDRADA
ZURDA DE ECUADOR, LE RINDEN
UN SUPER – HOMENAJE AL POETA.
Santiago de Chuco, octubre 1978
Tomado de Joaquín Regalado, "Como quien fuera a visitar" (Parte segunda). La pedrada zurda. Compendio de existencia 1978-2005, Quito, 2005, pp. 67-76.
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miércoles, 18 de agosto de 2010
César Vallejo y su derecho a meter la pata (Lima: Editorial Leo, 2010)
Así viene este título, entre jocoso, ponderado y muy amenamente escrito del psiquiatra y reconocido vallejista, Max Silva Tuesta. El suyo es un breve compendio de ensayos y, el último, a su modo una continuación de una reciente novela suya: “La yapa”. Sin embargo, para el asunto que nos convoca, creemos que lo más sabroso y no menos bien documentado, entre todos estos opúsculos, es su hoja clínica respecto a las más de cincuenta erratas (64 en total) que percibe dicho autor en la edición en cuatro volúmenes, por parte del Dr. Ricardo Silva Santisteban, de la Poesía Completa (Lima: PUCP, 1997) de César Vallejo. Reiteramos lo de hoja clínica porque, Max Silva Tuesta, achacará aquellos descuidos de Silva-Santisteban, a que éste se halla entre: “los que no lo quieren bien o de los que se dan el lujo de decir que Vallejo no es santo de su devoción […] Y ahí están los resultados de esa mal querencia: no sólo todo ese torrencial de erratas que he puesto al descubierto, sino ciertos conceptos vertidos sesgadamente refiriéndose al poemario Los heraldos negros” (40). Se refiere el autor de este opúsculo, en esta última demanda, a cierto --creemos justificado-- tufillo de soberbia o flagrante ceguera en el prólogo a dicha Poesía completa que con talante ceñudo Max Silva Tuesta va ventilando, citamos: “En esta primera [etapa] fue bastante haberse elevado de lo ramplón, lo pedestre y lo pomposo a una poesía original, genuina y personal” [Silva Santisteban, Vol.I, p. 64 ].
Sin embargo, entre toda la escrupulosa tabla de erratas por amputación o por sustitución que se publican aquí, el título de “César Vallejo y su derecho a meter la pata” alude a una particularmente sugestiva. Citamos:
“Ricardo Silva-Santisteban, por lo demás, no sólo es teratógrafo. Peca también de faltoso, como cuando, mismo académico de látigo, le increpa a Vallejo por: No saber tildar el adverbio de cantidad ‘mas’ y, más bien, tilda [r] la conjunción adversativa ‘mas’. Aquellos acentos ectópicos se encuentran en Los heraldos negros (1918), es cierto; pero hay otros acentos más importantes que RSS los borró del mapa poético […] Vallejo comienza a acentuar ser (sér) desde su primer poemario”. Y continúa nuestro psiquiatra: “Ante tanto reproche endilgado con tan mala entraña, como el de RSS, César Vallejo tiene que haber escrito este reclamo suyo, cuatro años después en Trilce (1922): sí, pues, su derecho a meter la pata ¡carajo! Lo del carajo es mío, por supuesto” (39).
Y decimos particularmente sugestiva porque pone sobre el tapete, la verdad que toda lectura siempre lo hace, dos modos radicalmente distintos, pero no sé si inconciliables, de acercarse a la poesía del autor de Trilce. Uno supuestamente más académico, aunque pareciera no necesariamente riguroso, donde sobre-imponemos nuestra autoridad o nuestros gustos. Y otro acaso más intuitivo o no profesional que comunica un margen mayor de libertad y un grado más arriba de empatía o fervor con esta obra; pero que, a pesar de asistirle la razón, no deja tampoco de ser soberbio o autoritario. Frutos de nuestra educación en el Perú. En todo caso, pensamos que nadie puede intentar pasarse de listo con Vallejo; no existen lecturas unívocas o unidimensionales de su obra; lo que parece error u omisión, probablemente no lo sea. Y sobre todo, y sin duda para mí, y sobre todos los poetas peruanos de todas las épocas, es el único verdaderamente universal hasta la fecha.
jueves, 22 de julio de 2010
Lanzamiento del libro VALLEJO SIN FRONTERAS*
Pedro Granados, Vallejo sin fronteras (Arcadia/ Espacio Cultura, 2010) 115 páginas. ISBN: 978-612-45733-1-6
“Vallejo sin fronteras” explica y enfatiza, aquella radical condición de la obra lírica del célebre poeta peruano César Vallejo a través de estos ensayos escritos por Pedro Granados durante los últimos años, en paralelo a su constante quehacer creativo en la poesía y en la Cátedra Universitaria.
El presente volumen incluye ilustrativos textos como Mujer, fatal, compañera y madre en la poesía de César Vallejo; El Taller Literario César Vallejo en la República Dominicana; Trilce: muletilla del canto y adorno del baile de jarana; El diálogo Borges-Vallejo: un silencio elocuente; Compromiso y magia en la poesía de agitación política: El caso de Roque Dalton (y César Vallejo) y Trilce y Georgette.
Pedro Granados (Lima, 1955). Ph.D en Hispanic Languages and Literatures
por la Universidad de Boston, ha publicado el libro Poéticas y utopías en la poesía de César Vallejo (Lima: Fondo Editorial PUCP, 2004) y (México: Universidad Autónoma de Puebla, 2004). Su obra crítica figura en revistas especializadas como Variaciones Borges, Espéculo, Lexis, y versa en lo fundamental sobre poesía hispana reciente.
*Durante el JALLA ("Jornadas Andinas de Literatura Latinoamericana"), en la Universidade Federal Fluminense, Niterói (Rio de Janeiro). El 05 de agosto de 2010, 17h30, al lado del auditorio principal del evento.
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sábado, 17 de julio de 2010
Lectura mestiza de César Vallejo
A propósito de Jorge Guzmán, Tahuashando: Lectura mestiza de Cesar Vallejo (Santiago de Chile: Lom: 2000)
“los textos de un poeta peruano, serrano y descendiente de europeos e indios, y que vivió en la primera mitad del siglo XX, y que además incluyó el texto no blanco repetidamente en sus poemas, exige, como muestra de respeto, que se lea lo que escribió en los códigos que le sirvieron para producirlo” (27)
En Los heraldos negros (HN), de modo paradójico, estas dos culturas aludidas invierten cromáticamente su valor. Los HN, propiamente dichos, se adscriben --en nuestra tesis (Poéticas y utopías en la poesía de César vallejo)-- al campo semántico-cultural “blanco”; mientras que los HB [ “Los heraldos blancos”] pertenecerían a lo “no blanco”.
“Incluye también, que una de las dos culturas sea dominante y prestigiada [y] que ambas sean percibidas como vinculadas a componentes raciales” (30)
El problema con Guzmán es que en su ánimo de encontrar una poética --un sistema coherente que estructure la poesía de César Vallejo-- lo que finalmente hace es estilística tradicional. Toma como unidad de su método la palabra y se somete --nos somete-- a un fatigoso equilibrismo con c/u de ellas. Induciendo, a partir de este estrecho binarismo conceptual --blanco/ no blanco-- un sinnúmero de arbitrarias y, a menudo también, simplificadoras connotaciones.
Sin embargo, lo muy rescatable de su enfoque es el advertirnos que lo andino no lo podemos percibir en la poesía de Vallejo directa o literalmente (como pretendía, por ejemplo, un Miguel Lema al decidir leer Trilce en runa simi*); sino a través de la mesticidad de algunos temas (hipogramas tematizados) como “madre”, “mujer”, “varón”, “amor”, “sexo”, etc. que, citamos: “Han sido descuidados en su constitución diferencial, posiblemente porque son los más afectados por los límites que la mesticidad regional, unida a la estructura de clases, ha impuesto a nuestra conciencia” (103).
*Lema, Miguel «Trilce: en el sendero del meditar inka» (Tesis de doctorado)
domingo, 4 de julio de 2010
Dominicanas, telúrica y magnética
Alfred Hitchcock Presents
(Onírica y ausente se desnuda la muchacha)
A Efraím Castillo. A Pedro Antonio Valdez.
Por Armando Almánzar Botello
En el décimo piso de la muerte, asoma,
punzante y vertical como la duda, caída pensada
simplemente, o
pasada de moda: ¡el vértigo!
Empire State Building, New York , 2009.
Zero Zone after...
Casi un ojo que florece contra el cielo
enigmática su letra se derrama:
Alfred Hitchcock Presenta… Recuerdo…
Detenido el ascensor,
se abre una ventana y ¡acontece al fin la luna!
Dialogan el viejo y la muchacha…
-¿Cogito, ergo sum?... Larvatus prodeo…
-What do you say?
-El payaso cayó desde lo alto, ergo… ¡risas!
Neón rojizo la Ciudad a la izquierda por la sangre.
Onírica desnuda y reflejada en mar intenso, gruñe
un Circo hasta la médula su música inoída:
Tiembla luz de lejanía entreabierta por sus manos.
En mágico trapecio su cuerpo de gimnasta,
suspende, promete, oculta,
desliza la muchacha
misterioso un torso lúcido en espejo
y toco ausencia…
This scholar chinese girl is music pure...
La melodía que palpo dulcemente en la memoria,
casi ardiendo un vino claro que bebía de sus labios,
mana lenta hacia la copa sinuosa de su sexo, donde sorbo la
escritura todavía indescifrada, la embriaguez que anula el tiempo.
Y el recuerdo abierto y limpio de la muchacha es aire…
¡Oh urbana y secretísima música desierta!…
Noche tórrida en aullidos que regresan
con el Ferry... Liberty Enlightening the World
-“May i feel said he”...
-Cyberpunk’s Ideograms…
-Lin, you know: you are my dear little girl, my darling you,
you are my it!
-“you’re divine! said he,
you are Mine said she”
y reías misteriosa caminando entre las lenguas.
Resoplaban los amigos el scherzo del
Espanto: “Buffalo Bill’s defunct!”…
A lo lejos brilla el río...
Solitario por las calles retorcidas alguien habla…
El humo lentamente -retornando de puntillas reflexivo
llega al cuarto
y en un sillón se tiende... ¡Central Park en mi ventana!
El saxo piensa hondo y
cauteloso inquiere al viento:
-¿Qué dicen hoy los diarios?...
Envuelve a la muchacha, camínala desnuda,
baila roto su placer y acaricia la textura
de sus grafemas lúbricos.
¡Arde lento y furia en música¡
Delira en su prosodia New York y el cuarto abierto.
Desliza ideogramas por el piercing de su vientre y
la cima de su insomnio…
¡Central Park en mi ventana!
Enciende tu deseo y el rumor de la memoria
-palpitante semáforo en la tarde-
Con tu voz imanta el Hudson y viértelo en su mente.
Re-escríbela, per-viértela en tus labios y
descúbrele senderos,
mil sabores en el vino que aletea por su aliento.
Edifica otra ciudad con sus palabras.
¡Oh, Manhattan!
Y acoplada con el rayo, la terrible diosa oscura
que late por sus ingles,
destruya el Muro Ciego edificado en el espanto…
¡Oh, la bella Lin, Aísthesis del instante.
¡Bailemos nuestra muerte sinuosa en la Bachata!
Mas lo dudo…
Abre la ventana y
gime ahora por las dársenas ...
La furia del viento es la muchacha…
Escúchame hijo mío,
-en el saxo Joshua Redman habla lúcido en la noche-
no debes nunca odiar la inocencia de la vida,
ni albergar en tus manos el horror irredimible
que hace turbio el sentir de lo sensible impenetrado
cuando sube con la sangre su misterio al pensamiento.
Abre sin temor tu percepción al mundo,
aunque haya sido siempre
tu padre, sin remedio,
un triste y nómada ludópata borracho,
un terrible ideograma dibujado por su ausencia...
Eres hijo y padre de un olvido, como todos los
viajantes de comercio…
Cortante aleve y fiera
bien escrita la muchacha
del odio en luz dentada y
sensual mejilla andrógina, me mira,
la miro, me abraza: ¡el rayo!
¿Podría el mar letrado
soportar su triple hachazo?
¿Qué dirán luego los diarios?
Oh, mi bella Lin, Aísthesis del instante.
¡Bailemos tropical nuestra muerte en la Bachata!
…………………………………………………………
…………………………………………………………
…………………………………………………………
Year 2010, Dominican Republic: La Romana.
Exclusive Vacation Rental. Casa De Campo.
¡Por teléfono me dijo Lin su amor en español dominicano!:
“Estoy aquí en Santo Domingo, my crazy love, y quiero amarte”.....
Soñado el Paraíso está próximo a tus manos:
Hay sol, uvas de playa, tiernas frutas del secreto,
rojos vinos de sabores inmortales
¡y el merengue!
-Trópico enlutado íntimo en la sangre-
El mar latido al fondo.
Altavoces que recitan fragmentos de Lao-Tsé, palabras de Platón y
sexo a flor de labios…
¿Cómo puede rota inconsolable la muchacha -inconexa
de palabras averiadas y esquizoides- reír para vencer los resuellos
de la muerte, la ridícula miseria impertinente,
los instintos que le muerden dulcemente las entrañas
con filos de caninos postizos filantrópicos
con cajas metálicas de dientes impostores?....
¿Y si acepta esa muchacha la sintaxis cazadora
del viejo delirante inflamado allá en lo alto,
y ceden los pretiles al reclamo de la carne
¡y cae hacia el abismo!:
habrá fiesta en el décimo piso de la muerte,
habrá viento y ceniza en la escritura y los balcones?...
¿Y qué dirán luego los diarios?...
Armando Almánzar Botello
Santo Domingo, República Domingo.
Sábado 3 de Julio de 2010.
martes, 29 de junio de 2010
Vallejo y cierta literatura argentina
Borges
Las “cosas” (anverso sin reverso) del poema “Reliquias” (Los conjurados), de Borges, son semejantes a Trilce LXIX: “anverso/ de cara al reverso”. Es decir, para ambos poetas todo es puro significante; la membrana móvil del mar en Vallejo, o la Penélope ya sin cara --sin mirada y, por lo tanto, sin “reverso”-- serían equivalentes.
Cortázar
Probablemente quien mejor ha aprovechado el legado vallejiano --no sólo de Trilce, sino desde Los heraldos negros-- es la cuentística de Julio Cortázar. En lo fundamental nos referimos a la manera de aprovechar el oxímoron; el de aclimatar, de modo efímero, y no menos contraponer dos significados en una palabra o frase. Por ejemplo, en “Continuidad de los parques”, aquel principio de yuxtaposición semántica hace posible que, en efecto, estemos al final del cuento ante dos posibles desenlaces: el amante mata a su rival, por pasión, o no lo mata porque, en última instancia, duda de la sinceridad de la mujer, cae en la cuenta de la manipulación de ésta. El mismo título de este relato estaría ilustrando, didácticamente, tal recurso del oxímoron. Aquella “continuidad” no aludiría sólo a la estructura de dos espacios --el del "lector" y el de la "novela" o "cabaña del bosque"-- los cuales, juntos, en realidad constituyen sólo uno y abierto al espacio de cada lector ante el cuento de Cortázar. Sino también, tal recurso al oxímoron, en la posible hermandad semántica intrínseca entre los opuestos.
sábado, 26 de junio de 2010
VALLEJO PARA INVIDENTES
DESCRIPCIÓN
Se trata de un curso sobre la poesía de César Vallejo (1892-1938) dirigido al público en general; jóvenes y adultos (invidentes o no). Se conjugan charlas sobre la vida y el estado actual de la crítica sobre la obra del peruano; tanto como la audición y comentario de sus poemas.
METODOLOGÍA
Cada reunión repasaremos, una a una, las etapas de esta poesía. De este modo, presentaremos algunos puntos fundamentales para entender mejor esta obra de valor universal. Ilustraremos escuchando y profundizando sobre algunos poemas específicos. Nos basaremos en un CD titulado "VallejoXGranados" que no es sino la lectura, por parte de Pedro Granados, de muchos de los versos de César Vallejo. El diálogo entre todos será permanente.
TEMARIO
1. Los Heraldos Negros (1918)
2. Trilce (1922)
3. Poemas de París I (después de 1923)
4. Poemas de París II (España, aparta de mí este cáliz) (después de 1923)
DURACIÓN y CAPACIDAD
Cuatro reuniones, de dos horas cada una, durante los viernes: 2, 9, 16 y 23 (6-8 pm.); o sábados: 3, 10, 17 y 24 (10 a.m.-12 m.) del mes de julio. Máximo de veinte alumnos por sección.
COSTOS
Ochenta soles por alumno (incluye el CD)
LOCAL EN SAN BORJA
Más información:
pgranad@gmail.com
martes, 15 de junio de 2010
Análisis del poema "Los heraldos negros"
Hay golpes en la vida, tan fuertes... Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma... Yo no sé!
Son pocos; pero son... Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.
Son las caídas hondas de los Cristos del alma,
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.
Y el hombre... Pobre... pobre! Vuelve los ojos, como
cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como charco de culpa, en la mirada.
Hay golpes en la vida, tan fuertes... Yo no sé!
El «charco» (v. 16) es la imagen por excelencia de este poema y de esta parte del poemario, con sus análogos pozo, de «empozara» (v. 4); «zanja(s)» (v. 5); «caída(s) honda(s)» (v. 9); «puerta del horno» (en cuanto al contorno, sobre todo si pensamos en un horno rústico o tradicional andino) (v. 12). De esta manera, pues, y tal como nos lo ilustra el diccionario, «charco» es una unidad léxica cuya ‘agua u otro líquido’ semánticamente implica los conceptos de detenimiento y cavidad ‘de la tierra o del piso’ (Diccionario de la Lengua Española). Es decir, aquellos conceptos están opuestos de modo correlativo al movimiento circular de las aguas en el mar, y a la verticalidad de las aguas de la lluvia; dinámicas ambas fundamentales, sobre todo la del mar, en el caso de Trilce. Y, también, conceptos opuestos al movimiento dialéctico que informan, en general, los poemas de París, fruto de la última etapa en la creación poética de César Vallejo(1).
En «Los heraldos negros» asimismo está ya implícita su inversión semántica, «Los heraldos blancos», sobre todo si reparamos en la palabra «resaca» (v. 3)(2), que nos revela lo transitorio de todo el estado mental o afectivo que se refleja en aquel poema y primera parte del libro de 1918. En realidad, «Los heraldos negros» nos instala de una vez en la fenomenología de lo cíclico o de la repetición, ilustrado por antonomasia por el movimiento de las ondas marinas; es decir, el mar de «la resaca» [«de todo lo sufrido»] y el de la ola que llega a la orilla, aunque opuestos, son complementarios, uno y el mismo.
A partir de esta explicación es fundamental también reparar que este poema es liminar no sólo estructuralmente, sino también semánticamente al instalarnos en el ámbito de una «orilla», frente a un umbral o entrada al mar. El último poema de Los heraldos negros, «Espergesia» de «Canciones del hogar», semejante en su contenido metafísico o religioso al poema que nos ocupa —«Yo nací un día que Dios estuvo enfermo» (vv. 1-2, 6-7, 13-14, 19-20, 35-36), en aquel, «Golpes como del odio de Dios» (v. 2) en este—, también aparece vinculado a una escenografía marina: «luyidos vientos» (v. 25). Mas, veremos luego, esta estructuración circular del poemario en relación al elemento marino estará mucho mejor definida en Trilce donde, por ejemplo, su primer y último verso guardan una muy estrecha relación: «Quién hace tanta bulla y ni deja/ Testar las islas que van quedando [atrás]» («Trilce I»); «Canta lluvia, en la costa aún sin mar» («Trilce LXXVII»). Sin embargo, y esto resulta muy significativo, el mar liminar que percibimos en ambos poemarios es muy diferente. El del poema «Los heraldos negros» nos conduce, con «la resaca de todo lo sufrido» (v. 3), hacia la profundidad marina, espacio interior y líquido cuya opacidad u oscuridad es el color —prácticamente en todo el poemario de 1918— concomitante al adolorido sentir del yo poético y, en este sentido, la palabra «resaca» aquí también es análoga a «charco». En cambio, «Trilce I» nos hace permanecer en la superficie de las aguas y pareciera hacernos partícipes de un viaje, básicamente gozoso y lleno de luz: «seis de la tarde/ DE LOS MAS SOBERBIOS BEMOLES» (vv. 12-13).
NOTAS
(1) Dialéctico sobre todo en cuanto a una síntesis entre «inclusión» y «circularidad», las poéticas vallejianas anteriores a España, aparta de mí este cáliz. Aunque en esta última etapa de la poesía de Vallejo pueda observarse, como luego veremos, un relieve particular de las teorías darwinianas (teoría de la evolución), mas fusionadas asimismo con un principio dialéctico implícito en la importancia que por la época cobra el marxismo en la obra del poeta. Al respecto, observa Antonio Melis: «en su marxismo [el de la poesía de Vallejo] se percibe un énfasis en el materialismo biológico, concebido como algo anterior, por supuesto no cronológicamente sino ontológicamente, al materialismo histórico» (1994: 242).
(2) ‘Movimiento en retroceso de las olas después que han llegado a la orilla’ (Diccionario de la Lengua Española).
De Poéticas y utopías en la poesía de César Vallejo (Lima: Fondo editorial PUCP, 2004)
Etiquetas:
análisis de un poema,
Los heraldos negros,
poesía y charco
viernes, 11 de junio de 2010
El enigma de Georgette Phillipart de Vallejo (VIDEO)
El volumen, Stumbling between 46 stars (colección de ensayos nuevos y algunos ya pubicados por Stephen Hart), es la primera entrega de una flamante serie de monografías auspiciadas por el Centre of César Vallejo Studies (CCVS) de la University College London, cuyo director y fundador es el profesor Hart, que iniciara sus funciones en setiembre de 2003. Adicionalmente, este volumen incluye un DVD de 11 minutos --con igual título del libro, paráfrasis del poema "Traspié entre dos estrellas"-- dirigido por el mismo Stephen Hart y protagonizado por Manuel Arenas, como Vallejo, y Danielle Degaute como su polémica esposa. En este video, en lo fundamental, se recrean desde algunos "poemas de París" el tópico de la muerte del poeta; en realidad, muerte, París, Georgette y el legado de Vallejo --representado por sus autógrafos (1)-- parecerían constituir el eje nominal y simbólico de este interesantísimo documento. Autógrafos, como sabemos, cuyas copias constituyeron un hallazgo fundamental y han sido publicadas recientemente por la PUCP (2); pero cuyo destino de los originales mantiene todavía una aureola de misterio. Vallejo, pues, sobre todo en la primera parte de la cinta; y Georgette, copando el foco de la misma en la segunda parte:
Es decir, desde el debate sobre el destino de aquellos originales --su probable destrucción, por parte de Georgette, o el actual y anónimo poseedor de los mismos (3)--, Stephen Hart nos plantea no sólo el enigma de Georgette Phillipart de Vallejo, sino también el de los muchos ávidos --los denominamos por mí enemigos-- de hacerse con los derechos de la obra del poeta. ¿Los destruyó Georgette? ¿Por qué lo hizo? Parte del video, con ella ante la tumba del poeta, pareciera sugerirnos que la “piedra” era en homenaje a su hombre --en símbolo de algo muy fuerte y perenne que compartieron (4)--, mientras que la “literatura” (representada en los autógrafos) parecería constituir aquello que siempre la separó de su amado y por ello merecería ser destruida. Me explico, lo que Georgette intenta simbólicamente romper con su gesto no es tanto la poesía de Vallejo, sino la relación radicalmente asimétrica entre la vocación de Vallejo con lo pésimo que --¿sólo en ese entonces?-- la sociedad pagó la fidelidad de aquél a su propio arte. Incomprensión e ingratitud que, luego de la muerte del poeta, pareciera también cernirse con su esposa; en el video, además de su desesperación y cólera evidentes, también es explícito, por ejemplo, el deterioro de su indumentaria: aquellos zapatos muy gastados y el ruedo del abrigo hecho jirones. Así como, ya en Lima, era también flagrante su falta de recursos para ganarse la vida y, casi al final de su existencia, su depresión por las deudas que tenía para editar las obras de su esposo que finalmente pudo hacer con Moncloa en 1968.
“Hampa letrada”, según figura en carta a Jorge Wilson (23/ 10/ 1978), denominaba Georgette a los letrados peruanos frente a las ediciones piratas de las obras de Vallejo que le robaban sus derechos de autor y el pan de la boca. “Hampa letrada”, añado, que bien puede ser asimismo internacional: Larrea leyendo de modo unilateral y creando su leyenda negra, Rama esperando la muerte de la viuda para publicar los autógrafos y, volviendo acaso al Perú, aquél que si posee los originales no lo dice y hace de esto una noria de mezquindad y ninguneo finalmente para con la memoria del mismo poeta de Santiago de Chuco, del que un día como hoy (16 de marzo) celebramos un cumpleaños más. Personalmente, no creemos que Georgette haya destruido los originales; para qué, ¿habría de colaborar ella con la leyenda negra que fomentaban sus enemigos? Los manuscritos, incluso en copia, quiérase o no ya eran públicos desde que salieron de manos de Georgette hacia Ángel Rama. Y, otra cosa quizá más importante, creemos que en poesía no hay versiones finales, sino a la larga una única versión; aquella que, idealmente por voluntad de autor, en última instancia sale al público. Es decir, si bien los autógrafos nos hacen ingresar al taller del poeta proporcionándonos una pauta del proceso de su escritura, no son aún el producto final donde con seguridad ha actuado también la gracia: los pequeñísimos y decisivos inmensos toques finales de la composición de un poema. Hay, pues, que poner límites y reparos a la quizá excesiva importancia que podamos otorgar a aquellos autógrafos en copia u originales; no vayamos a seguir alimentando una polémica que, según lo inferimos de la conferencia y de los documentos exhibidos por el profesor Stephen Hart, pareciera haber tenido como principales beneficiarios más bien a los enemigos que a los amigos de César Vallejo.
NOTAS
(1)“son las primeras versiones (52) escritas a mano por Vallejo de muchos de los Poemas humanos y España, aparta de mí este cáliz antes de escribir la versión mecanografiada”, según leemos en un impreso distribuido en ocasión de la charla del profesor Hart que inagurara el VII Congreso Internacional de Literatura Hispánica (Cuzco, 3 al 6 de marzo de 2008).
(2)Autógrafos olvidados. Fló, Juan y Hart, Stephen (Editores) (Lima: Editorial Rectorado PUCP, 2003). Autógrafos, según el mismo estudioso inglés, que si bien recién se publicaron este año: “Georgette debió haber encontrado en el lecho de muerte de su esposo, en 1938, que los guardó y conservó por mucho tiempo, y que poco antes de morir los habría destruido” (Culturas, La República, 13/ 4/ 2003, p.28).
(3)Según hipótesis del mismo Hart, vertidas en aquella conferencia del Cuzco, los poseedores podrían ser Enrique Ballón Aguirre, que apoyaba a Georgette frente a Juan Larrea, y al que sindica expresamente como tal Alberto Acereda; o Fernando de Syzslo que fue el albacea de Georgette y, con Jorge Puccinelli como testigo del testamento de aquélla, pareciera haber heredado los autógrafos originales y no poseer sólo, como es de público conocimiento, una versión mecanografiada del poema “Los niños anhelantes” y un mechón de pelo del poeta con el que Syzslo pintara un cuadro aún no observado [en 2008] por Stephen Hart.
(4)"He nevado tanto para que durmieras" es la traducción del enigmático epitafio que Georgette escribió para la tumba de Vallejo en Montparnasse: ““J’ai tant neige pourque tu dourmes, Georgette” (Catalina León, "Buscando un símbolo de paz", Página 12, 24/ 9/ 2006)
Es decir, desde el debate sobre el destino de aquellos originales --su probable destrucción, por parte de Georgette, o el actual y anónimo poseedor de los mismos (3)--, Stephen Hart nos plantea no sólo el enigma de Georgette Phillipart de Vallejo, sino también el de los muchos ávidos --los denominamos por mí enemigos-- de hacerse con los derechos de la obra del poeta. ¿Los destruyó Georgette? ¿Por qué lo hizo? Parte del video, con ella ante la tumba del poeta, pareciera sugerirnos que la “piedra” era en homenaje a su hombre --en símbolo de algo muy fuerte y perenne que compartieron (4)--, mientras que la “literatura” (representada en los autógrafos) parecería constituir aquello que siempre la separó de su amado y por ello merecería ser destruida. Me explico, lo que Georgette intenta simbólicamente romper con su gesto no es tanto la poesía de Vallejo, sino la relación radicalmente asimétrica entre la vocación de Vallejo con lo pésimo que --¿sólo en ese entonces?-- la sociedad pagó la fidelidad de aquél a su propio arte. Incomprensión e ingratitud que, luego de la muerte del poeta, pareciera también cernirse con su esposa; en el video, además de su desesperación y cólera evidentes, también es explícito, por ejemplo, el deterioro de su indumentaria: aquellos zapatos muy gastados y el ruedo del abrigo hecho jirones. Así como, ya en Lima, era también flagrante su falta de recursos para ganarse la vida y, casi al final de su existencia, su depresión por las deudas que tenía para editar las obras de su esposo que finalmente pudo hacer con Moncloa en 1968.
“Hampa letrada”, según figura en carta a Jorge Wilson (23/ 10/ 1978), denominaba Georgette a los letrados peruanos frente a las ediciones piratas de las obras de Vallejo que le robaban sus derechos de autor y el pan de la boca. “Hampa letrada”, añado, que bien puede ser asimismo internacional: Larrea leyendo de modo unilateral y creando su leyenda negra, Rama esperando la muerte de la viuda para publicar los autógrafos y, volviendo acaso al Perú, aquél que si posee los originales no lo dice y hace de esto una noria de mezquindad y ninguneo finalmente para con la memoria del mismo poeta de Santiago de Chuco, del que un día como hoy (16 de marzo) celebramos un cumpleaños más. Personalmente, no creemos que Georgette haya destruido los originales; para qué, ¿habría de colaborar ella con la leyenda negra que fomentaban sus enemigos? Los manuscritos, incluso en copia, quiérase o no ya eran públicos desde que salieron de manos de Georgette hacia Ángel Rama. Y, otra cosa quizá más importante, creemos que en poesía no hay versiones finales, sino a la larga una única versión; aquella que, idealmente por voluntad de autor, en última instancia sale al público. Es decir, si bien los autógrafos nos hacen ingresar al taller del poeta proporcionándonos una pauta del proceso de su escritura, no son aún el producto final donde con seguridad ha actuado también la gracia: los pequeñísimos y decisivos inmensos toques finales de la composición de un poema. Hay, pues, que poner límites y reparos a la quizá excesiva importancia que podamos otorgar a aquellos autógrafos en copia u originales; no vayamos a seguir alimentando una polémica que, según lo inferimos de la conferencia y de los documentos exhibidos por el profesor Stephen Hart, pareciera haber tenido como principales beneficiarios más bien a los enemigos que a los amigos de César Vallejo.
NOTAS
(1)“son las primeras versiones (52) escritas a mano por Vallejo de muchos de los Poemas humanos y España, aparta de mí este cáliz antes de escribir la versión mecanografiada”, según leemos en un impreso distribuido en ocasión de la charla del profesor Hart que inagurara el VII Congreso Internacional de Literatura Hispánica (Cuzco, 3 al 6 de marzo de 2008).
(2)Autógrafos olvidados. Fló, Juan y Hart, Stephen (Editores) (Lima: Editorial Rectorado PUCP, 2003). Autógrafos, según el mismo estudioso inglés, que si bien recién se publicaron este año: “Georgette debió haber encontrado en el lecho de muerte de su esposo, en 1938, que los guardó y conservó por mucho tiempo, y que poco antes de morir los habría destruido” (Culturas, La República, 13/ 4/ 2003, p.28).
(3)Según hipótesis del mismo Hart, vertidas en aquella conferencia del Cuzco, los poseedores podrían ser Enrique Ballón Aguirre, que apoyaba a Georgette frente a Juan Larrea, y al que sindica expresamente como tal Alberto Acereda; o Fernando de Syzslo que fue el albacea de Georgette y, con Jorge Puccinelli como testigo del testamento de aquélla, pareciera haber heredado los autógrafos originales y no poseer sólo, como es de público conocimiento, una versión mecanografiada del poema “Los niños anhelantes” y un mechón de pelo del poeta con el que Syzslo pintara un cuadro aún no observado [en 2008] por Stephen Hart.
(4)"He nevado tanto para que durmieras" es la traducción del enigmático epitafio que Georgette escribió para la tumba de Vallejo en Montparnasse: ““J’ai tant neige pourque tu dourmes, Georgette” (Catalina León, "Buscando un símbolo de paz", Página 12, 24/ 9/ 2006)
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