Mostrando entradas con la etiqueta Carlos Eduardo Quenaya. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Carlos Eduardo Quenaya. Mostrar todas las entradas

jueves, 14 de octubre de 2010

Vallejo según Granados: Un pañuelo extraordinariamente elocuente/ Carlos Eduardo Quenaya


Vallejo sin fronteras (Arcadia/Espacio Cultura Editores, 2010) reúne 10 textos que son la prolongación de una propuesta crítica ejercida con tanto fervor como perspicacia. La preocupación crítica de Granados, es cierto, es la poesía. En particular –leemos en la contratapa del libro que reseñamos– la poesía hispana reciente.

Ya se sabe que Vallejo es el mayor poeta peruano del siglo XX. ¿Qué de nuevo, pues, ha de añadir este libro a la copiosa y proliferante lista de estudios sobre el autor de Santiago de Chuco? Creo que una respuesta posible se encuentra en el artículo Trilce: muletilla del canto y adorno del baile de jarana. En este texto, Granados se propone, ni más ni menos, que leer Trilce en clave de marinera limeña, es decir, desde el contexto de la modernización de Lima (años 20) y la gravitación de la clase proletaria… en específico desde la quinta o el callejón donde los obreros (…) celebraban la vida con aquel ritmo de raíz afro-peruana, puntualiza el autor. Este artículo, siendo tal vez el más audaz y personal de Vallejo sin fronteras, puede ser también el hilo conductor hacia los demás textos del libro.

Invocando, primero, a los datos biográficos que le debemos a Juan Espejo Asturrizaga, Granados plantea la posibilidad de que algo más de las dos terceras partes de Trilce se hayan escrito en Lima. Así, el contexto vital del poeta sería un primer factor –hipotético, es claro– para sugerir que la bohemia, la música criolla y el medio popular limeño constituirían la clave del enigmático poemario de Vallejo. El segundo argumento se refiere al título que, en opinión de Granados, aludiría al estribillo de una marinera de capricho limeña (La Tirana). Pero La Tirana de Vallejo, la trílcica, no sería más una alusión a España, sino al Perú. El tercer argumento del artículo se concentra en el análisis del poema XXXVII de Trilce. Este poema reproduce con bastante claridad una escena de cortejo, teniendo como telón de fondo una marinera y el consiguiente juego erótico y sexual. Granados afirma, finalmente, que el artículo es un esbozo de un proyecto en el que se lea todo Trilce en clave de jarana limeña, es decir, en cuanto evento oral, musical y corporal. Ésta es, a nuestro parecer, la gran apuesta de Granados, el elocuente pañuelo que inspira su lectura y –es oportuno decirlo– buena parte su escritura poética.

En el artículo que inicia el libro –Mujer fatal, compañera y madre en la poesía de César Vallejo– el autor indaga en los diversos hitos de la alteridad femenina de la poética de Vallejo. Citando a Alan Smith Soto, Pedro Granados sostiene: Trilce XIII manifiesta un lenguaje erótico que invoca a la vez el cuerpo físico y el alcance simbólico del mismo. En la tradición erótica de la poesía mística y el renacimiento neoplatónico y pitagórico, Vallejo convierte su voz nueva en tema de su propio decir.

Apuesta firme por el erotismo que supone, a su vez, la necesidad de rescatar para la vida el solaz del deseo y el humor. Podemos constatarlo leyendo otro fragmento, esta vez a propósito de Roque Dalton: …el humor de Roque Dalton, en su poesía, constituye para nosotros su logro mayor o hazaña más memorable y, en absoluto, refleja un yo poético diletante. Nos revela, más bien, una voz poética centrada y orientada en la conquista de sus objetivos: la liberación de su pueblo. El humor es lo que le permite a Dalton estar siempre disponible –ligero de ortodoxia– al servicio de la revolución. (Compromiso y magia en la poesía de agitación política: el caso de Roque Dalton).

Corporalidad y alegría son, pues, ingredientes indispensables para la convicción de que la poesía no puede –¿cómo podría?– ser solamente literatura. La búsqueda de la palabra lúcida y festiva, creemos, llevó a Pedro Granados a descubrir la poesía de República Dominicana. En El Taller Literario César Vallejo en la República Dominicana, Granados continúa explorando la poesía que actualmente se escribe en este país caribeño, acompañado de un personalísimo fervor por sus circunstancias y su gente.

Vallejo sin fronteras incluye también un artículo sobre las posibles conexiones y discrepancias estéticas e ideológicas entre Borges y Vallejo. Autores que a su modo representan canteras inagotables para los poetas que, a inicios de este siglo, aprovechan, funden y recrean las propuestas del poeta peruano y del argentino. Redondean el libro algunas reseñas, notas y crónicas que complementan la imagen vallejiana y sugieren rutas futuras de investigación.

Aun cuando echamos de menos un cuidado de edición acorde con la solvencia de los textos y las facilidades tecnológicas de nuestros días, estamos de acuerdo en la necesidad de que la obra crítica de Pedro Granados se difunda y, más pronto que tarde, vean la luz trabajos críticos de los que solamente tenemos noticias por dispersas notas en la web: Cinco ensayos deseantes: de Cárcel de amor a la última poesía española; Breve teatro para leer: poesía dominicana; Hitos de una vida continua: La poesía de Javier Sologuren, entre otros.

Estamos seguros de que, una vez visitada convenientemente su labor crítica, Pedro Granados se revelará como uno de nuestros mejores y más audaces lectores de poesía.


Carlos Eduardo Quenaya (Arequipa, 1984)