jueves, 10 de junio de 2010
César Vallejo, The Complete Poetry (Clayton Eshleman)
Quiero saludar la publicación en inglés de la poesía completa de César Vallejo; asimismo, aunque breve, la interesante entrevista a su distinguido traductor, señor Clayton Eshleman. Entre las cosas que se recogen allí, todas pertinentes y ya conocidas por los estudiosos, una ha llamado y llama poderosamente mi atención, aquello de: “Si bien sufrió profundamente, tanto mental como físicamente, encontró sentido y significado en todos lados, incluso en la terminación de la vida humana”*. Considero que los últimos estudios sobre la obra del peruano se encaminan por aquí; sin soslayar el dolor, tan socorrido por ciertas teorías de agenda o lecturas de efemérides, no escatiman el gozo, particularmente en Trilce.
*Eshleman, Clayton, “Todo Vallejo en inglés” (Entrevista por Ulises Gonzáles). El Dominical (El Comercio, 3, 12, 2006) pp. 6-7.
domingo, 6 de junio de 2010
Hitos y metamorfosis del deseo(1) en la poesía de César Vallejo
Los Heraldos negros (1918)
Oral: Zona erótica: el seno materno: “Deseo del Otro original, la madre” (Lacan) [pulsión canibalística]
Trilce (1922)
Anal – fálico
Anal: inversión: el yo poético es la madre que está a la expectativa del guano de su niño: el universo, el mundo; en Trilce I no es el yo poético el que defeca. O, de modo usual, la identificación del yo con sus propios excrementos se ha proyectado al mundo y, particularmente, al mundo de arriba: al sol; el cual, por ejemplo en Trilce XIV, sería también el que defeca: “Esas posaderas sentadas para arriba” (v.6). Asimismo, en Trilce I, el yo poético sería una madre que recibe gozosa la donación (defecación) de su hijo, el Sol --“seis de la tarde/ DE LOS MÁS SOBERBIOS BEMOLES” (vv.12-13)--, para beneficio de su “insular corazón” (v.8).
Fálico: La cuestión fundamental en Trilce es la diferenciación sexual. En este sentido, este libro describe un círculo (Trilce I a LXXVII) porque es la constatación de un hallazgo; la exploración --demorada y sistemática-- del contorno de una vulva. Territorio liminar respecto a la profundidad del útero. Espacio paralelo y semejante a la playa (escenario típico de Trilce) respecto al fondo marino --o análogos: “charco”, tarde gris y lluviosa-- característico de Los Heraldos Negros. Asimismo, y de modo paralelo a aquella exploración radial , descubrimiento perplejo --y no menos gozoso-- de la ausencia de pene en la mujer. Esto último, a diferencia de la donna fálica --la Salomé, atractiva y castradora, tan cara al Modernismo y, en especial, a la obra de Rubén Darío-- que era imagen o presencia predominante en Los Heraldos negros. Aunque, también de modo simultáneo, el yo poético testimonie otra paradoja o inversión, la de un clítoris que --tal como aquel “bravo meñique” de “Hasta el día en que vuelva” de Poemas humanos-- algún día se hará grande; de manera puntual, en “España, aparta de mí este cáliz”.
“España, aparta de mí este cáliz” (Poesía póstuma)
Fálico: Fijación hacia una madre todopoderosa. En tanto hembra-varón, semejante a Salomé, aunque a su vez distinta a ésta: no seduce para aniquilar sino, por el contrario, acoge para perpetuar la vida hacia el futuro (la de los niños y las niñas, hijos de republicanos o nacionalistas, sobrevivientes de la Guerra Civil Española). Este poderoso símbolo de la madre le permite, o sigue posibilitando a esta poesía, negar una radical diferencia entre los sexos. Es más, en el contexto de un poema tan marcadamente épico como “España…”, el mismo yo poético se hace madre a través de encarnar una voz, entre las tantas de este largo poema polifónico: “[Niños] si tardo” (v.47). El padre ha estado siempre un tanto ausente o muy arriba, como el Sol. Y, acaso justo por este motivo, no menos paradójico, es que no experimentamos en la lectura de esta poesía odio al padre.
(1) “El Deseo, en el sentido de Freud, el deseo inconsciente, ese deseo que es siempre singular de un sujeto, y no propio de la especie, es un deseo que, a diferencia de la necesidad, no camina en el sentido de la supervivencia y la adaptación. Es un deseo que por el contrario daña, es al mismo tiempo un deseo indestructible, un deseo que no se puede olvidar porque es esencialmente insatisfecho. A diferencia de la necesidad, no es una función vital que pueda satisfacerse, pues en su surgimiento mismo está coordinado con la función de la pérdida. Es cierto que Freud nos habla de realización de deseos, pero ¿no nos dice algo acerca de la realización del deseo el hecho de que sea precisamente en el sueño donde Freud lo descubre? Realización del deseo, sí, pero en el tejido del sueño, de la alucinación. ¿Y qué puede tener que ver con la necesidad biológica un deseo que se cumple, que se realiza en el tejido del sueño, esto es, en el símbolo, en el lenguaje [en la poesía]? ” Dolores Castrilo Mirat, “Necesidad, demanda, deseo” [http://www.ucm.es/info/eurotheo/diccionario/N/necesidad_demanda.htm]
Etiquetas:
Freud y Vallejo,
Poesía y deseo,
Poesía y psicoanálisis
miércoles, 2 de junio de 2010
Trilce y la marinera limeña: Plan de investigación
“Me contó Georgette [Philippart de Vallejo] cómo el cholo [César Vallejo] en días de fiesta solía bailar marinera con paisanos llegados a París. Pero de pronto se alejaba de su pareja y se quedaba solo con su pañuelo en alto” [“Entrevista inédita de César Lévano a Georgette”, El Popular (Lima, 5/ 12/ 84)]
La “sumilla” de mi reciente artículo “Trilce: muletilla del canto y adorno del baile de jarana” (http://www.ucm.es/info/especulo/numero36/trilce.html), lo ilustraría del modo siguiente:
“Entendemos que esta es, en rigor, una pequeña muestra y esbozo de un trabajo mayor donde se lea todo Trilce en clave de jarana limeña; es decir, en tanto y en cuanto evento oral-musical y corporal contextualizado en la historia del Perú --en particular el de los años veinte del siglo pasado-- y donde, por lo tanto, sus actores (en este caso concreto Lima y César Vallejo) guardan específicas relaciones de afinidad y de mutuo rechazo. Creemos que Trilce, como muletilla del canto y adorno del baile de jarana, va más allá de incidir en la naturaleza multidimensional de este maravilloso libro de 1922: letra, ritmo y coreografía, a un tiempo. Nos invita a pensar que la suerte de los indígenas --la Sierra de su Perú-- no fue la única que desveló a César Vallejo, sino que el mestizaje y modernización de Lima también coparon su interés; muy en particular, lo seguiremos investigando, la presencia y rol de lo afro-peruano. Ingrediente, es obvio, sin lo cual no es posible la marinera y, creemos, no lo sería tampoco este poemario”
Esta aparentemente insólita perspectiva afro se liga, además, con mi interés general por las conexiones y relaciones culturales entre el caribe (por extención también el Brasil) y el mundo andino; en específico entre el Perú y la República Dominicana. Soy un militante de esos vasos comunicantes en tanto estudioso y también autor de novelas y poemarios. Y aquél sería también, en síntesis, el objeto de mi investigación para los próximos tres años: una lectura completa de Trilce en clave de marinera limeña. Estudio que implicaría no sólo el reto de hacernos de una teoría y metodología literaria renovadas para este fin: tratar este poemario cual un acontecimiento musical-corporal; por lo tanto, performance cultural no menos multidimensional. Trilce sería un conjunto de escenarios y escenificaciones encarnados en su época; aunque un tanto más utópicos que inverosímiles. Además, este estudio nos permitiría ampliar también, para el contexto de nuestra vanguardia latinoamericana, cánones, relaciones sociales y tecnologías literarias que entre nosotros quizá todavía no han sido abordadas de modo suficiente.
domingo, 30 de mayo de 2010
Eielson - Vallejo
El des/ nudo de la reciente poesía de J. E. Eielson(1)
Este breve ensayo intenta, por un lado, dar cuenta de la sintaxis poética eielsoniana de su último periodo y, por el otro, reparar en las reelaboraciones que --sobre el tema del cuerpo, del sexo y de la mujer presentes ya en la poesía de César Vallejo y del Barroco-- aquel autor nos propone.
Una mujer duerme a mi lado
(Secuencia, métrica y contrapunto
rítmico-semántico real)
1. Como si fuera de tierra 8; 4 - 7
2. Y yo veo ya mi cuerpo que florece 12; 5 - 7 - 11
3. En su útero rosado 7; 2 - 6
4. Miro mi silla de madera 9; 4 - 8
5. Y sé que ella también es de tierra 10; 3 - 6 - 9
6. Que antes era un árbol 6; 1 - 5
7. Y antes todavía fuego 8; 1 - 5 - 6
8. Carbón de estrellas quemadas 8; 2 - 4 - 9
9. Beso la tierra como si fuera 10; 4 - 9
10. Una mujer que duerme a mi lado 10; 6 - 9
11. Mientras me hundo en su regazo 8; 3 - 7
12. Y veo todo el pasado 8; 2 - 4 - 7
13. Cuando yo también era tierra 9 5 - 8
14. Antes de ser un hombre 7; 1 - 6
15. O una silla 5; 2 - 4
Una mujer duerme a mi lado
(Secuencia, métrica y contrapunto rítmico- semántico virtual)
9. Beso la tierra como si fuera 10; 4 - 9
10. Una mujer que duerme a mi lado 10; 6 - 9
5. Y sé que ella también es de tierra 10; 3 - 6 - 9
11. Mientras me hundo en su regazo 8; 3 - 7
3. En su útero rosado 4; 2 - 6
1. Como si fuera de tierra 8; 4 - 7
4. Miro mi silla de madera 9; 4 - 8
6. Que antes era un árbol 6; 4 - 8
7. Y antes todavía fuego 8; 1 - 5 - 6
8. Carbón de estrellas quemadas 8; 2 - 4 - 9
2. Y yo veo ya mi cuerpo que florece 12; 5 - 7 - 11
12. Y veo todo el pasado 8; 2 - 4 - 7
13. Cuando yo también era tierra 9; 5 - 8
14. Antes de ser un hombre 7; 1 - 6
15. O una silla 5; 2 - 4
El propósito por el cual hemos reestructurado este poema de Jorge Eduardo Eielson es, obviamente, para intentar hacer más claro y distinto un discurso que, por lo demás, ya desde mediados de los años cincuenta (Noche oscura del cuerpo) -aunque con la excepción de Habitación en Roma (1960)- tiende a ser más llano. Relativa dificultad sintáctica que se apoya en la yuxtaposición de versos en apariencia temáticamente libérrimos, de inspiración surrealista, pero que sin mucho esfuerzo podemos descubrir sólo discontinuos; es decir, permite o apuesta a que el lector "desanude" (desnude), ensaye un determinado encabalgamiento. En términos generales, podríamos glosar que el sujeto poético de "Una mujer duerme a mi lado" transita del encuentro gozoso con la mujer (tierra) a la conciencia de su plena identificación con ella a instancias de ser ambos de una sustancia común indiferenciada: la tierra. Sin embargo ésta, ya en un primer paralelo con la poesía de César Vallejo, y a diferencia de lo que sucede por ejemplo en Los heraldos negros, no tiene una connotación negativa ni implica para los amantes frustración o inevitable sublimación de la sexualidad (2)
En "El poeta a su amada", perteneciente significativamente al apartado "De la tierra" en aquel poemario de 1918, el sexo o la consumación sexual son conceptos ligados al arrepentimiento y a la muerte; al tema de la "caída" (v. 8) de índole metafísica de los amantes o, al menos, de parte del yo poético. El placer sexual es una ofensa a la amante donde, además, "Jesús ha llorado" (v. 3); por lo tanto, en este contexto, la auténtica comunión con la amada solo será posible dentro del vientre de la madre tierra porque, solo allí, aquellos afectos sexuales derivarán a fraternos (3) -todos somos hermanos o iguales ante la muerte, insiste el barroco- y aparentemente se purificarán: "Y en una sepultura/ los dos nos dormiremos, como dos hermanitos" (vv. 13-14).
Mas volviendo a la obra de Eielson, también existiría hermandad entre los sexos (baste reparar en la alusión al libro del Génesis -a la costilla de Adán- en "Una mujer duerme a mi lado"), pero no a la manera vallejiana -en última instancia una especie de oximoron hermafrodita(4)-, sino a través de la negación misma del paradigma hombre/ mujer resuelto más bien, por ejemplo en este mismo poema, a raíz de la constatación de que ambos actores son finalmente tierra, y que, también, el poema siguiente ilustra sobremanera:
SUCEDE QUE ME CANSO DE SER HOMBRE
Y que tampoco quiero ser
Mujer. Sucede que me duelen
Los bigotes que los pantalones
Y las faldas me dan risa
Testículos y senos son los polos
De una inmensa criatura
Que a la vez me ensombrece
Y me llena de espuma(5)
Y no quiero ser mujer
Ni tampoco hombre
Lo que nos lleva a reparar, asimismo, que si la síntesis vallejiana de su última poesía se da en la asunción de la maternidad por parte del propio yo poético -recuérdese el famoso: "[Niños] Si tardo" de España, aparta de mí este cáliz-, la negación de la negación eielsoniana, en cambio, postularía en este aspecto otra cosa y, ni mucho menos, la canónica ideología del barroco: todos somos iguales ante la muerte ("tierra"). Creemos, más bien, que -frente a "Testículos y senos son los polos"- postularía un ente virtual post diferencia, cierto estado angélico, o una suerte de desanudamiento (desnudamiento) genérico de raigambre utópica. Jorge Eduardo Eielson nos invita a pensar reiteradamente en estas posibilidades como, por ejemplo, a través de este otro poema reciente:
CUERPO DE TIERRA
Todo lo que veo sobre la tierra
Me convence que jamás seré un hombre
Ni una mujer ni una hormiga
Y ni siquiera una persona educada
A diferencia de Quevedo, para quien todo lo que ve sobre la tierra sólo le trae memoria de la muerte, Eielson postula frente a los géneros, digamos, una tercera vía. En realidad, una alternativa no sólo ante los sexos, sino en definitiva frente a todo lo real. Toda esta meditación, claro, con esa sabiduría maravillosa de lo simple y de lo no solemne típica de su arte verbal. A Eielson, todo lo que ve sobre la tierra le trae memoria de la vida -que es la propia tierra-, pero cuya pluralidad de elementos ha sido, a su vez, sometida previamente a mirarse mutuamente en lo esencial o básico -que es ser de tierra. Elementos de la pluralidad y de lo contingente que, pareciera sin dejar de ser ellos mismos, han sido simplificados hasta llegar a ser algo casi abstracto: un color o, mejor aún, un tono sutil, una vibración particular de luz en medio del iluminado desierto. Contrabarroco por excelencia, en sus pinturas e instalaciones lo podemos constatar de modo inmediato, para Eielson la nada es plenitud; la muerte, vida; el más allá, un presente perpetuo. El asunto consistiría en desanudarse (desnudarse), en mimitizarse con esa línea levemente sinuosa de la duna o con la decididamente perfilada del horizonte. Ni fragmento o yuxtaposición ya en la sintaxis, como en Habitación en Roma, el poeta peruano vuelve en su última producción, elíptica y sutilmente, al inicial ideal neoclásico de sus primeros libros de poemas de los años cuarenta.
Es sabido que la poesía del polifacético artista peruano pareciera atravesar varias etapas que irían, grosso modo, desde la conciencia de la escisión o fragmentación de la experiencia personal:
(Noche oscura del cuerpo: "Cuento los dedos de mis manos y mis pies/ Como si fueran uvas o cerezas y los sumo/ A mis pesares", leemos en "Cuerpo mutilado" o "Siempre rodeado de espuma/ Siempre luchando/ con mis intestinos mi tristeza. Mi pantalón y mi camisa", hacemos lo propio con "Cuerpo en exilio"; y, sobre todo, Habitación en Roma)
hasta una paulatina reconciliación individual, comunitaria y sideral con el presente y con el pasado. Sin embargo, no podríamos corroborar que en Sin título (2000) u otros poemas no publicados en libro, tal como señala Susana Reisz en "Eielson visionario": "el amor es una auténtica relación: dual y cósmica al mismo tiempo. El cuerpo es el de la persona amada y también el del universo" (Nu/ do. Homenaje a j.e. eielson), de ninguna manera. Más bien, su opción por lo continuo o indiferenciado o abstracto, una vez superados los "nudos", no deja de traslucir crisis de compañía, cierto énfasis sutil en la soledad voraz.
Esta impronta de su último arte vallejiano, para bien suyo -y en desmedro de la crítica tendenciosamente uniforme que encontramos, por ejemplo, en Nu/ do. Homenaje a j.e. eielson (Lima: PUCP, 2002)-, no hace sino confirmarnos, a pesar de que aquella crítica lo soslaya, que lo mejor de la producción del gran poeta peruano sigue siendo Noche oscura del cuerpo (1955). Lugar, éste, de llegada prosódica, sintáctica y temática que en la obra posterior -con muy pocas novedades- se calca estilísticamente y en los motivos, sobre todo si seguimos a aquella crítica homogénea, fatalmente se dulcifica. La poesía de Jorge Eduardo Eielson sigue encontrando su fuerza, aunque expresada quizá a costa del propio autor o ahora con aún mayor pasmosa inteligencia, en el "escarnio y deshora". Si no fuera así, la poesía de Jorge Eduardo Eielson se parecería cada vez más a la de su compatriota y contemporáneo, Javier Sologuren. Mas, dado el caso, y en el precio de estas equivalencias, pesarían el orden y el concierto, lo demoradamente destilado a lo eximiamente licuado y, claro, en la comparación saldrían mucho mejor librados los beatos versos del autor de Vida continua.
NOTAS
(1). Todos los poemas considerados provienen de la revista mexicana de literatura, Crítica. Así, "Una mujer duerme a mi lado" apareció en el No 100 (2003); "Sucede que me canso de ser hombre" y "Cuerpo de tierra" en el No 94 (2002).
(2) "Amada, en esta noche tú te has crucificado/ sobre los dos maderos curvados de mi beso;/ y tu pena me ha dicho que Jesús ha llorado,/ y que hay un viernesanto más dulce que ese beso.// En esta noche rara que tanto me has mirado,/ la Muerte ha estado alegre y ha cantado en su hueso./ En esta noche de setiembre se ha oficiado/ mi Segunda caída y el más humano beso.// Amada, moriremos los dos juntos, muy juntos:/ se irá secando a pauses nuestra excelsa amargura:/ y habrán tocado a sombra nuestros labios difuntos.// Y ya no habrá reproches en tus ojos benditos;/ ni volveré a ofenderte. Y en una sepultura/ los dos nos dormiremos como dos hermanitos" ("El poeta a su amada"). Américo Ferrari (coord.) César Vallejo. Obra poética. Madrid: Fondo de Cultura Económica, 1996. p.42
(3) Es fundamental reparar en este tipo de fraternidad o hermandad sexual en la poesía de César Vallejo, sobre todo porque refuta lecturas oportunistas que, por ejemplo, desde los Queer Studies, postulan un sujeto poético en conflicto con su identidad sexual. Susana Reisz, "César Vallejo y el naufragio de la diferencia". Voces sexuadas. Género y poesía en Hispanoamérica. Lérida, España: Universitat de Lleida, pp. 189-215, 1996.
(4) De alguna manera vinculado a la cultura andina, de donde procede Vallejo, en la cual todo es dual; es decir, se vuelve irrelevante el conflicto de identidad personal. Alguna vez Alan Smith Soto, profesor de Boston University, nos comunicó que para él Vallejo era el gran hermafrodita universal.
(5) Se enfatizada aquí la pertinencia de nuestro paralelo entre Eielson y Vallejo; éste, "Y me llena de espuma", con aquel famoso verso de Poemas humanos: "Quiero escribir, pero me sale espuma". En realidad, el primer autor está, en gran parte de su última producción, en constante diálogo con la poesía del segundo.
Este breve ensayo intenta, por un lado, dar cuenta de la sintaxis poética eielsoniana de su último periodo y, por el otro, reparar en las reelaboraciones que --sobre el tema del cuerpo, del sexo y de la mujer presentes ya en la poesía de César Vallejo y del Barroco-- aquel autor nos propone.
Una mujer duerme a mi lado
(Secuencia, métrica y contrapunto
rítmico-semántico real)
1. Como si fuera de tierra 8; 4 - 7
2. Y yo veo ya mi cuerpo que florece 12; 5 - 7 - 11
3. En su útero rosado 7; 2 - 6
4. Miro mi silla de madera 9; 4 - 8
5. Y sé que ella también es de tierra 10; 3 - 6 - 9
6. Que antes era un árbol 6; 1 - 5
7. Y antes todavía fuego 8; 1 - 5 - 6
8. Carbón de estrellas quemadas 8; 2 - 4 - 9
9. Beso la tierra como si fuera 10; 4 - 9
10. Una mujer que duerme a mi lado 10; 6 - 9
11. Mientras me hundo en su regazo 8; 3 - 7
12. Y veo todo el pasado 8; 2 - 4 - 7
13. Cuando yo también era tierra 9 5 - 8
14. Antes de ser un hombre 7; 1 - 6
15. O una silla 5; 2 - 4
Una mujer duerme a mi lado
(Secuencia, métrica y contrapunto rítmico- semántico virtual)
9. Beso la tierra como si fuera 10; 4 - 9
10. Una mujer que duerme a mi lado 10; 6 - 9
5. Y sé que ella también es de tierra 10; 3 - 6 - 9
11. Mientras me hundo en su regazo 8; 3 - 7
3. En su útero rosado 4; 2 - 6
1. Como si fuera de tierra 8; 4 - 7
4. Miro mi silla de madera 9; 4 - 8
6. Que antes era un árbol 6; 4 - 8
7. Y antes todavía fuego 8; 1 - 5 - 6
8. Carbón de estrellas quemadas 8; 2 - 4 - 9
2. Y yo veo ya mi cuerpo que florece 12; 5 - 7 - 11
12. Y veo todo el pasado 8; 2 - 4 - 7
13. Cuando yo también era tierra 9; 5 - 8
14. Antes de ser un hombre 7; 1 - 6
15. O una silla 5; 2 - 4
El propósito por el cual hemos reestructurado este poema de Jorge Eduardo Eielson es, obviamente, para intentar hacer más claro y distinto un discurso que, por lo demás, ya desde mediados de los años cincuenta (Noche oscura del cuerpo) -aunque con la excepción de Habitación en Roma (1960)- tiende a ser más llano. Relativa dificultad sintáctica que se apoya en la yuxtaposición de versos en apariencia temáticamente libérrimos, de inspiración surrealista, pero que sin mucho esfuerzo podemos descubrir sólo discontinuos; es decir, permite o apuesta a que el lector "desanude" (desnude), ensaye un determinado encabalgamiento. En términos generales, podríamos glosar que el sujeto poético de "Una mujer duerme a mi lado" transita del encuentro gozoso con la mujer (tierra) a la conciencia de su plena identificación con ella a instancias de ser ambos de una sustancia común indiferenciada: la tierra. Sin embargo ésta, ya en un primer paralelo con la poesía de César Vallejo, y a diferencia de lo que sucede por ejemplo en Los heraldos negros, no tiene una connotación negativa ni implica para los amantes frustración o inevitable sublimación de la sexualidad (2)
En "El poeta a su amada", perteneciente significativamente al apartado "De la tierra" en aquel poemario de 1918, el sexo o la consumación sexual son conceptos ligados al arrepentimiento y a la muerte; al tema de la "caída" (v. 8) de índole metafísica de los amantes o, al menos, de parte del yo poético. El placer sexual es una ofensa a la amante donde, además, "Jesús ha llorado" (v. 3); por lo tanto, en este contexto, la auténtica comunión con la amada solo será posible dentro del vientre de la madre tierra porque, solo allí, aquellos afectos sexuales derivarán a fraternos (3) -todos somos hermanos o iguales ante la muerte, insiste el barroco- y aparentemente se purificarán: "Y en una sepultura/ los dos nos dormiremos, como dos hermanitos" (vv. 13-14).
Mas volviendo a la obra de Eielson, también existiría hermandad entre los sexos (baste reparar en la alusión al libro del Génesis -a la costilla de Adán- en "Una mujer duerme a mi lado"), pero no a la manera vallejiana -en última instancia una especie de oximoron hermafrodita(4)-, sino a través de la negación misma del paradigma hombre/ mujer resuelto más bien, por ejemplo en este mismo poema, a raíz de la constatación de que ambos actores son finalmente tierra, y que, también, el poema siguiente ilustra sobremanera:
SUCEDE QUE ME CANSO DE SER HOMBRE
Y que tampoco quiero ser
Mujer. Sucede que me duelen
Los bigotes que los pantalones
Y las faldas me dan risa
Testículos y senos son los polos
De una inmensa criatura
Que a la vez me ensombrece
Y me llena de espuma(5)
Y no quiero ser mujer
Ni tampoco hombre
Lo que nos lleva a reparar, asimismo, que si la síntesis vallejiana de su última poesía se da en la asunción de la maternidad por parte del propio yo poético -recuérdese el famoso: "[Niños] Si tardo" de España, aparta de mí este cáliz-, la negación de la negación eielsoniana, en cambio, postularía en este aspecto otra cosa y, ni mucho menos, la canónica ideología del barroco: todos somos iguales ante la muerte ("tierra"). Creemos, más bien, que -frente a "Testículos y senos son los polos"- postularía un ente virtual post diferencia, cierto estado angélico, o una suerte de desanudamiento (desnudamiento) genérico de raigambre utópica. Jorge Eduardo Eielson nos invita a pensar reiteradamente en estas posibilidades como, por ejemplo, a través de este otro poema reciente:
CUERPO DE TIERRA
Todo lo que veo sobre la tierra
Me convence que jamás seré un hombre
Ni una mujer ni una hormiga
Y ni siquiera una persona educada
A diferencia de Quevedo, para quien todo lo que ve sobre la tierra sólo le trae memoria de la muerte, Eielson postula frente a los géneros, digamos, una tercera vía. En realidad, una alternativa no sólo ante los sexos, sino en definitiva frente a todo lo real. Toda esta meditación, claro, con esa sabiduría maravillosa de lo simple y de lo no solemne típica de su arte verbal. A Eielson, todo lo que ve sobre la tierra le trae memoria de la vida -que es la propia tierra-, pero cuya pluralidad de elementos ha sido, a su vez, sometida previamente a mirarse mutuamente en lo esencial o básico -que es ser de tierra. Elementos de la pluralidad y de lo contingente que, pareciera sin dejar de ser ellos mismos, han sido simplificados hasta llegar a ser algo casi abstracto: un color o, mejor aún, un tono sutil, una vibración particular de luz en medio del iluminado desierto. Contrabarroco por excelencia, en sus pinturas e instalaciones lo podemos constatar de modo inmediato, para Eielson la nada es plenitud; la muerte, vida; el más allá, un presente perpetuo. El asunto consistiría en desanudarse (desnudarse), en mimitizarse con esa línea levemente sinuosa de la duna o con la decididamente perfilada del horizonte. Ni fragmento o yuxtaposición ya en la sintaxis, como en Habitación en Roma, el poeta peruano vuelve en su última producción, elíptica y sutilmente, al inicial ideal neoclásico de sus primeros libros de poemas de los años cuarenta.
Es sabido que la poesía del polifacético artista peruano pareciera atravesar varias etapas que irían, grosso modo, desde la conciencia de la escisión o fragmentación de la experiencia personal:
(Noche oscura del cuerpo: "Cuento los dedos de mis manos y mis pies/ Como si fueran uvas o cerezas y los sumo/ A mis pesares", leemos en "Cuerpo mutilado" o "Siempre rodeado de espuma/ Siempre luchando/ con mis intestinos mi tristeza. Mi pantalón y mi camisa", hacemos lo propio con "Cuerpo en exilio"; y, sobre todo, Habitación en Roma)
hasta una paulatina reconciliación individual, comunitaria y sideral con el presente y con el pasado. Sin embargo, no podríamos corroborar que en Sin título (2000) u otros poemas no publicados en libro, tal como señala Susana Reisz en "Eielson visionario": "el amor es una auténtica relación: dual y cósmica al mismo tiempo. El cuerpo es el de la persona amada y también el del universo" (Nu/ do. Homenaje a j.e. eielson), de ninguna manera. Más bien, su opción por lo continuo o indiferenciado o abstracto, una vez superados los "nudos", no deja de traslucir crisis de compañía, cierto énfasis sutil en la soledad voraz.
Esta impronta de su último arte vallejiano, para bien suyo -y en desmedro de la crítica tendenciosamente uniforme que encontramos, por ejemplo, en Nu/ do. Homenaje a j.e. eielson (Lima: PUCP, 2002)-, no hace sino confirmarnos, a pesar de que aquella crítica lo soslaya, que lo mejor de la producción del gran poeta peruano sigue siendo Noche oscura del cuerpo (1955). Lugar, éste, de llegada prosódica, sintáctica y temática que en la obra posterior -con muy pocas novedades- se calca estilísticamente y en los motivos, sobre todo si seguimos a aquella crítica homogénea, fatalmente se dulcifica. La poesía de Jorge Eduardo Eielson sigue encontrando su fuerza, aunque expresada quizá a costa del propio autor o ahora con aún mayor pasmosa inteligencia, en el "escarnio y deshora". Si no fuera así, la poesía de Jorge Eduardo Eielson se parecería cada vez más a la de su compatriota y contemporáneo, Javier Sologuren. Mas, dado el caso, y en el precio de estas equivalencias, pesarían el orden y el concierto, lo demoradamente destilado a lo eximiamente licuado y, claro, en la comparación saldrían mucho mejor librados los beatos versos del autor de Vida continua.
NOTAS
(1). Todos los poemas considerados provienen de la revista mexicana de literatura, Crítica. Así, "Una mujer duerme a mi lado" apareció en el No 100 (2003); "Sucede que me canso de ser hombre" y "Cuerpo de tierra" en el No 94 (2002).
(2) "Amada, en esta noche tú te has crucificado/ sobre los dos maderos curvados de mi beso;/ y tu pena me ha dicho que Jesús ha llorado,/ y que hay un viernesanto más dulce que ese beso.// En esta noche rara que tanto me has mirado,/ la Muerte ha estado alegre y ha cantado en su hueso./ En esta noche de setiembre se ha oficiado/ mi Segunda caída y el más humano beso.// Amada, moriremos los dos juntos, muy juntos:/ se irá secando a pauses nuestra excelsa amargura:/ y habrán tocado a sombra nuestros labios difuntos.// Y ya no habrá reproches en tus ojos benditos;/ ni volveré a ofenderte. Y en una sepultura/ los dos nos dormiremos como dos hermanitos" ("El poeta a su amada"). Américo Ferrari (coord.) César Vallejo. Obra poética. Madrid: Fondo de Cultura Económica, 1996. p.42
(3) Es fundamental reparar en este tipo de fraternidad o hermandad sexual en la poesía de César Vallejo, sobre todo porque refuta lecturas oportunistas que, por ejemplo, desde los Queer Studies, postulan un sujeto poético en conflicto con su identidad sexual. Susana Reisz, "César Vallejo y el naufragio de la diferencia". Voces sexuadas. Género y poesía en Hispanoamérica. Lérida, España: Universitat de Lleida, pp. 189-215, 1996.
(4) De alguna manera vinculado a la cultura andina, de donde procede Vallejo, en la cual todo es dual; es decir, se vuelve irrelevante el conflicto de identidad personal. Alguna vez Alan Smith Soto, profesor de Boston University, nos comunicó que para él Vallejo era el gran hermafrodita universal.
(5) Se enfatizada aquí la pertinencia de nuestro paralelo entre Eielson y Vallejo; éste, "Y me llena de espuma", con aquel famoso verso de Poemas humanos: "Quiero escribir, pero me sale espuma". En realidad, el primer autor está, en gran parte de su última producción, en constante diálogo con la poesía del segundo.
miércoles, 26 de mayo de 2010
"Los huesos de Vallejo"/ Iván Oñate
Ya no veré París
poque el tren en que arribe
estará cansado,
cargado de vacas, de banano chorreando moscas,
de borregos para el matadero, de jóvenes
que consultan su destino en libros prestados y
en estrellas lejanas,
de travestis
que se depilan al apuro y con dos monedas
de espuma,
de ilusiones, de ojos como los míos
estará cargado, y
limpiándome la cara con un trapo
me iré con los brequeros filipinos, con
los jóvenes esclavos
venidos de la Arabia
a beber un litro de vino en alguna cantina,
en alguna mesa taciturna
donde apoyaré mis codos y dormiré,
dormiré
hasta dar con los huesos de Vallejo,
con la dirección
de alguien
que resultó ser un terreno baldío, o con los ojos
de la portera
que despertándome
me lanzará fuera, afuera de la pensión
y me encontraré en una plaza
rodeado
de desconcertados muchachos, que como yo,
nada saben
de los que vinieron
o no vinieron, de los que se quedaron en el mar o
en una cantina
dándole vueltas a París,
como en este sueño.
Iván Oñate (Ambato, Ecuador, 1948)
Etiquetas:
poesía de Iván Oñate,
Poesía ecuatoriana,
recepción vallejiana
martes, 18 de mayo de 2010
Poesía y acción, el caso de Trilce de César Vallejo
Este somerísimo ensayo es también, al mismo tiempo y a su modo, una reseña del libro de Pablo Quintanilla, César Escajadillo y Richard Antonio Orozco, Pensamiento y acción. La filosofía peruana a comienzos del siglo XX (Lima: IRA, 2009).
“Este libro se propone reconstruir y analizar las dos tradiciones filosóficas que tuvieron mayor influencia en el desarrollo de la filosofía peruana a comienzos del siglo XX: el espiritualismo francés y el pragmatismo estadounidense, concentrándose en la recepción que hubo en el Perú de Henri Bergson y de William James”. Así reza la presentación del volumen. A lo que debemos agregar, para precisar sus objetivos: “son esa dialéctica y esa discusión [entre espiritualismo y pragmatismo] las que están en el transfondo de buena parte de los debates filosóficos peruanos de la actualidad” (Introducción, p. 14). Es decir, este libro no es una crónica, sino y ante todo le interesa el palpitante presente nacional.
Además, y aunque constituya una finalidad implícita, paralela o adicional, este libro alimenta el campo de la crítica a la producción literaria de aquellos años. En concreto, y en correspondencia al específico y pormenorizado debate que ventila, Pensamiento y acción puede servir mucho para una lectura de la poesía de la época; en particular, para un acercamiento vivo --por actual-- a uno de los poemarios más complejos o difíciles de la lengua, Trilce (1922). Al respecto, aunque prometemos desarrollarlo más en una próxima entrega, qué pertinente podría ser hablar --en términos de Bergson-- de dos yo, uno superficial y otro profundo, en la poesía de Vallejo (algo que ahora mismo obsesiona, aunque con otros presupuestos, a un estudioso como Stephen Hart). O, no menos, aquello de que “el conocimiento es colectivo por naturaleza” (Pierce) y no atributo de la conciencia individual; y, por lo tanto, la justicia también (“Masa”). Asimismo su corolario, “el individuo, si es algo, es parte de un todo sin el cual no tendría sentido” (81). En fin, podríamos ir concatenando --creemos que muy productivamente-- otras reflexiones tocadas por este libro con aspectos fundamentales de la obra de César Vallejo… su específico spencerismo… o si estuvo al tanto de las ideas de su compatriota Pedro Zulen (1889 - 1925)… entre todavía otros numerosos ejemplos.
Etiquetas:
Poesía de César Vallejo,
Pragmatismo y poesía,
Trilce
sábado, 15 de mayo de 2010
Bibliografía sobre César Vallejo en Wikipedia
English:
César Vallejo: A Critical Bibliography of Research, Stephen M Hart, 2002
César Vallejo: The Dialectics of Poetry and Silence, Jean Franco, 1976
The Catastrophe of Modernity: Tragedy and the Nation in Latin American Literature, Patrick Dove, 2004
The Poem on the Edge of the Word: the Limits of Language and the Uses of Silence, D.C. Niebylski, 1993
Vallejo, Xavier Abril, 1958
The Poetry and Poetics of Cesar Vallejo: the Fourth Angle of the Circle, Adam Sharman, 1997
Wounded Fiction: Modern Poetry and Deconstruction, Joseph Adamson, 1988
Homage to Vallejo, Christopher Buckley, 2006
Trilce I: a Second Look, George Gordon Wing, 1972
Neruda and Vallejo in Contemporary United States Poetry, Mark Jonathan Cramer, 1976
Spanish:
Ensayos vallejianos / William Rowe., 2006
César Vallejo al pie del orbe / Iván Rodríguez Chávez., 2006
Alcance filosófico en Cesar Vallejo y Antonio Machado / Antonio Belaunde Moreyra., 2005
César Vallejo : estudios de poética / Jesús Humberto Florencia., 2005
Poéticas y utopías en la poesía de César Vallejo / Pedro José Granados, 2004
César Vallejo : muerte y resurrección / Max Silva Tuesta., 2003
César Vallejo, arquitecto de la palabra, caminante de la gloria / Idelfonso Niño Albán., 2003
Algunos críticos de Vallejo y otros ensayos vallejianos / César Augusto Angeles Caballero., 2002
César Vallejo en la crítica internacional / Wilfredo Kapsoli Escudero., 2001
César Vallejo y el surrealismo / Juan Larrea., 2001
César Vallejo y la muerte de Dios / Rafael Gutiérrez Girardot., 2000
César Vallejo / Víctor de Lama., 2000
Recopilación de textos sobre César Vallejo / Raúl Hernández Novás., 2000
Suscribirse a:
Entradas (Atom)