sábado, 1 de noviembre de 2014
Lima: Tumi e insondable
El joven crítico cordobés Bernardo Massoia acaba de publicar Lima y sus poetas. Agravios y desagravios (Buenos Aires: Edición del autor, 2014). Aquello de “Tumi” viene de un poema de Pablo Guevara (“En la vía sigue caída la Luna/ Luna llena o cuarto creciente o cuarto menguante/ Luna Tumi/ todos amanecen degollados en un mundo de ceremoniales/ los vagones parecen piscinas de sangre”) cuya obra, junto a las de César Vallejo, José María Arguedas, José Gálvez y otros, son ventiladas también en esta segunda entrega del estudioso argentino (la primera fue Absurdo pero en Lima. Universal pero Vallejo, 2012). Como apreciamos, los últimos versos citados parecieran ilustrar la crisis y violencia inherentes al hondo y complejo --aunque por lo de “Luna Tumi”, no menos mágico-- proceso de migración del Perú profundo hacia su capital; proceso observado desde una perspectiva poético-crítica que, en el caso de Guevara: “es una de las más diacrónicas de la literatura peruana” (29). Aunque no obstante, y muy significativamente, el mismo Guevara califique a César Vallejo como nuestro “primer migrante [en relación al poema liminar de Trilce]” (28).
Aquello de “insondable”, alude al final mismo de este nuevo libro de Massoia donde, a contrapelo de melancolías culturales y traumas históricos propios de la migración, se elabora lo siguiente: “No habrá relato poético de re-apropiación y edificación de un mundo nuevo en Lima sin ternura lúdica, mas no por ello inocua: 'ganadito será la gente/ chacritas los parques' [Óscar Colchado], la infantil, la de Trilce, la de Los ríos profundos, la de Gregorio, la del Perú insondable, poco a poco señor de Lima” (91). Es decir, desde este punto de vista, la capital del Perú a través de su literatura constituye todavía una obra abierta o en proceso de experimentación; aunque los migrantes sean de suyo los agentes, y de ninguna manera los entes pasivos, de éstas entre duras, trabajosas, reconfortantes e imaginativas metamorfosis.
Obvio, en el interin, el autor establece nuevas calas [cierta afinidad entre Una Lima que se va, de José Gálvez, y Trilce; o entre Lima, hora cero (1954) de Enrique Congrains Martin, y A Nuestro Padre Creador Túpac Amaru (1962) de José María Arguedas; o incluso otra implícita, no menos sugestiva, entre los antinerudianos versos de El Paseo Ahumada de Enrique Lihn y La mano desasida de Martín Adán] y lúcidas interpolaciones; y las apunta, nos alegra decirlo, con honestidad crítica y libertad de espíritu. Sin embargo, sus fuentes primarias (libros y revistas) habría que pasarlos todavía por un tamiz crítico algo menos crédulo o principista; aunque esto no se ha hecho ni siquiera en el Perú. Es decir, por ejemplo, qué tanto no hemos integrado todavía Trilce --cuya propuesta poética prácticamente coincide con la Constitución de 1920 de Augusto B. Leguía: “donde se reconoce la existencia legal de la comunidad indígena, técnicamente el viejo ayllu prehispánico” (18)-- en el debate de los indigenismos de la época. Aunque la propuesta vallejiana, fruto de su radical perspectiva oximorónica, desafíe cualquier “indigenismo oficial”. U otro debate absolutamente menor, pero pertinente en cuanto desorienta un poco la lectura del presente post-arguediano o, mejor diríamos, post-trilceano: qué tanto Hora Zero, y sobre todo Kloaka (y sus simpatizantes), fueron movimientos poético-políticos absolutamente conservadores y retardatarios en tanto se tornaron oficiales o canónicos (respecto a otras propuestas poéticas de la época) y homogeneizaron --con la anuencia de los medios de comunicación-- la poesía culta del Perú incluso hasta los años finales del siglo pasado. Todavía no tenemos una lectura crítica de nuestra pretendida izquierda intelectual; pareciera tan arrogante y ciega a los matices (que a la larga son los grandes claro oscuros) como lo suele ser, de modo ya caricaturesco, la derecha. En este sentido, sería conveniente que Massoia integre en su estudio o preguntas a Lima y sus poetas aquel repertorio que nos informa, por ahora, deja de lado: Luis Hernández Camarero, la poesía de la propia Magdalena Chocano y, por qué no, acaso también pudieran resultar ilustrativos los poemarios de éste su servidor y ahora mismo puntual reseñista (1978, Sin motivo aparente; hasta el poemario Activado, a presentarse este 17 de noviembre en el Cuzco bajo la Editorial Auqui, nueva época).
Sobre el mismo autor: Vallejo pero Massoia.
martes, 28 de octubre de 2014
viernes, 24 de octubre de 2014
Magín, conmilitones y alacridad o las poéticas de César Vallejo
Nos acercamos curiosos a esta antología de ensayos breves, de Marco Martos (Poéticas de César Vallejo. Lima: Cátedra Vallejo, 2014), buscando alguna ampliación sobre la dialéctica o performance --entre los dígitos 1 y el 0-- que leímos alguna vez muy productivamente en el libro del cual aquél es coautor con Elsa Villanueva: Las palabras de Trilce(1989). Cala intuitiva, aquella percepción de la metamorfosis entre los números en el espacio de la página, a la catadura multidimensional deTrilce que quizá sea una de las líneas críticas vallejianas --en tanto teoría, metodología y contextualización del libro de 1922-- todavía por desarrollarse. Es decir, a la manera del cine tan de moda y en tanto paradigma artístico de la época, considerar Trilce como un teatrín incluyente --donde los lectores debemos participar-- que pone en escena la capital del Perú en las coordenadas de su modernización (consolidación del capitalismo, migración interna, multiculturalidad, etc) en los años 20 de siglo pasado. Y lo que básicamente encontramos enPoéticas de César Vallejo, es como una exudación de “madurez” en el criterio y un exceso de lugar común en las calas, aunque en la bibliografía --al final de cada uno de estos ensayos-- escaseen las referencias puntuales de los autores discutidos.
Acaso no sea ocioso puntualizar que, en el Perú, el estructuralismo pasó sin fortuna para los estudios de su literatura, y en particular de su poesía. Obvio, no nos referimos a aquella sarta de galimatías (sememas, arborizaciones y gráficos amnésicos de su temática) que hacían insufrible leer algunos libros de crítica y la mayoría de textos sobre lingüística durante los años 70 y 80. Nos referimos a leer paradigmas de modo proyectivo, es decir, de modo íntimo, dinámico y creativo; incluso aceptando que en aquella escuela por lo general se descuida el contexto. El caso es que el grueso de la crítica literaria peruana jamás abandonó el positivismo y la filología; o la variable estilística y peninsular de esta última. Y de este modo, hasta el presente, no penetra los textos literarios a no ser por un chispazo o golpe afortunado; o un talento muy particular, por ejemplo, Antenor Orrego leyendo Trilce o Edmundo Bendezú Aybar leyendo a Martín Adán. Nos quedamos, impotentes, observando el hecho poético como a través de un fanal; y narramos --junto a bibliografía más o menos pertinente -- como en tercera persona y cual un culebrón decimonónico nuestra experiencia. Así sucede de modo abrumador hasta nuestros días donde, a guisa de estar a tono con los estudios culturales o post coloniales de moda, nuestro desconectado relato se tiñe abundantemente de color local.
Por lo tanto, es dable exigir a la crítica literaria peruana que se renueve. Estamos con Newton, si es que hemos llegado hasta aquí en nuestra manera de leer poesía, y pugna más bien --y acaso sea la horma de Vallejo-- adoptemos una lectura cuántica al nivel de la complejidad y disputada sensibilidad actuales. Aquello de “Magín, conmilitones y alacridad”, quizá va sobreentendido, se refiere al rico vocabulario que intenta incorporar en sus escritos el autor del libro reseñado.
sábado, 18 de octubre de 2014
CÉSAR VALLEJO Y EL BRASIL
“Existen indicios suficientes para creer que Vallejo decidió escribir Rusia en 1931. Reflexiones al pie del Kremlin ni bien pisó suelo español. Prueba de ello es el envío de una copia manuscrita al Brasil. En el mes de febrero [23, remitida desde São Paulo] recibió de Mario Cautinho y Lauro Caribé Rocha, intelectuales marxistas brasileños, una propuesta de traducción al portugués de esta obra, a la que califican como 'uno de los más interesantes testimonios de cuantos se han escrito sobre la Rusia de los Soviets, principalmente porque Ud. supo interpretar los hechos observados a la luz del marxismo'. Sin embargo, a pesar que se desconoce si realmente se logró aquella traducción, existe tal posibilidad, toda vez que el poeta, hasta muchos meses después, menciona dicho país en tono preocupante, como si esperara alguna retribución económica: 'Pero sigo sin noticias del Brasil' [Aunque Vallejo recibe, el 10 de junio de 1932, una segunda carta desde Brasil de Lauro Caribé Rocha en la que ofrece pagarle mil francos por dicha traducción, todo indica que en la práctica nada llegó a concretarse]”
Miguel Pachas Almeyda, César Vallejo y su América Hispana (Lima: Rabdomante, 2014) p. 29.
viernes, 17 de octubre de 2014
Nuevo libro de Miguel Pachas Almeyda*
Saludamos este nuevo libro de Miguel Pachas Almeyda, César Vallejo y su América Hispana (Lima: Rabdomante, 2014), título que hace lo vinculemos --casi automáticamente-- con la tesis que, por su parte, elaborara Juan Larrea acerca de una España salvada del fascismo en América Latina, precisamente gracias a Vallejo; convirtiendo al poeta andino: “en el heraldo espiritual de esta España extraviada, recuperada en el lenguaje poético vallejiano para los tiempos futuros” (Pedro Granados, “El César Vallejo que no conoció Julio Ortega”). Pero esto es mayormente una coincidencia y la tesis de Larrea --si fuera el caso, aunque no estaría descaminado desarrollarlo-- sólo será ventilada muy tangencialmente aquí.
El libro de Pachas (111 páginas) lo constituyen varios fragmentos; entre estos, el principal y que constituye la médula del volumen (42 páginas), figura el ensayo --de lema homónimo al título-- que ganara una mención especial del jurado del “Premio Letra Telefónica de Investigación sobre la estancia de César Vallejo en Madrid en el año 1931” (España, 2011). Entre los otros fragmentos figuran, significativamente, tres nuevas cartas de Vallejo a Luis E. Valcárcel (años 1935, 1936 y 1938), donde sin dificultad podemos corroborar aquello que el mismo Pachas pone de relieve en la relación entre aquellos dos ilustres peruanos: “Un mismo derrotero indigenista”. Y otras dos cartas inéditas, esta vez remitidas a su hermano Víctor Clemente en 1912, donde no nos es tan fácil corroborar --aunque sea de por sí deseable-- aquéllas constituyan “el testimonio más remoto sobre los intereses de Vallejo por la política”. Decimos deseable, muy conscientemente, porque nosotros mismos en nuestro reciente, Trilce: húmeros para bailar, remarcamos también tanto la conexión cultural del poemario de 1922, en este caso con el mito de Inkarrí; y, por ende, inscribimos implícitamente a Vallejo dentro de los debates estético-ideológicos sobre los indigenismos de la época (Riva Agüero, José Gálvez, Luis Alberto Sánchez, José Carlos Mariátegui). Como, asimismo, intentamos retrotraer de 1929 o la década del 30 (Poemas en prosa, Tungsteno o España, aparta de mí este cáliz) a 1922 --año de la publicación de Trilce-- el “compromiso político” en la obra de César Vallejo. Y, obvio, con esto alterar el limitado esquema europeo --que no incluye al Perú-- sobre las etapas del compromiso político o ideológico del poeta peruano [Por ejemplo, y lo cita Miguel Pachas entre las jugosas notas de su libro, aquel que postula Stephen Hart: “vanguardismo revolucionario” (1925-1927), “troskismo” (1927-1929), “estalinismo” (1929-1931) y “comunismo cristiano” (1936-1938)]. Aunque, al respecto, el mismo Pachas admita que es en su exilio español de 1931 donde: “el autor de Trilce llega a la cúspide de su madurez política”.
El ensayo principal de este libro lo constituyen, pues, los avatares bio-bibliográficos de César Vallejo en cuanto militante comunista en el Madrid de la época. En síntesis, apunta en su “Presentación” David Blanco Bonilla: “Pachas asegura que Vallejo fue tan víctima del sectarismo político de la facción troskista como del conservadurismo reinante en España, donde muchos sectores no vieron con buenos ojos que sus obras se centraran en los avances que mostraba Rusia manejada con mano de hierro por Stalin”. Para nosotros esto resulta coherente, aunque esperamos no menos todavía abierto y discutible. En realidad, el mismo Pachas al poner de relieve la permanente “heterodoxia marxista” vallejiana, descartándose con ello un pro-estalinismo, nos invita a ahondar en este debate. Tanto más cuanto cita palabras claves del propio Vallejo: “El poeta es un hombre que opera en campos altísimos, sintetizantes. Posee también la naturaleza política, pero la posee en grado supremo y no en actitudes de capitulero o de sectario”. O estas otras, un tanto más terrenales, de 1928: “La filosofía marxista, interpretada y aplicada por Lenin, tiende una mano alimenticia al escritor mientras con la otra tarja y corrige, según las conveniencias políticas, toda la producción intelectual”.
En suma, César Vallejo y su América Hispana, tiene el gran mérito de mover el cobre y abrir urgentes e inconformes preguntas sobre la gravitación y el compromiso político en la biografía y obra de nuestro gran Cholo y poeta universal.
* El libro anterior de Miguel Pachas Almayda fue Georgette Vallejo al fin de la batalla (2008).
sábado, 11 de octubre de 2014
Presentación 'oficial' de Trilce: húmeros para bailar
Ya en las principales librerías del Perú. La presentación oficial del libro será en el marco del Congreso Internacional "Vallejo Siempre", martes 21 de octubre, 7 a 8pm, Sala Inca del Ministerio de Cultura (Av. Javier Prado Este 2465, San Borja), Lima. Y en la ciudad de Trujillo, el día 23 de octubre, de 7: 20 a 8: 30 pm, en el Auditorio César Vallejo del Paraninfo de la Universidad Nacional de Trujillo (Av. Juan Pablo II s/n-Ciudad Universitaria).
Están todos cordialmente invitados.
viernes, 10 de octubre de 2014
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