domingo, 30 de octubre de 2016
Hip-hop limeño y vallejiano
Los encuentro en el micro por la zona de Surquillo, son muy talentosos. Han asimilado totalmente a César Vallejo y lo han fundido con el habla de la calle de una Lima cada vez más inmensa, volcada hacia los andes y al mar; y muy ligada a las redes sociales del mundo.
sábado, 22 de octubre de 2016
"BIRDS IN THE NIGHT"/ José Emilio Pacheco
Al partir de las aguas peruanas, la anchoveta ha
puesto en crisis a la industria pesquera y ha
provocado, en las ciudades del litoral, la invasión
de las hambrientas aves marinas.
Excélsior, 1972
Toda la noche oigo el rumor alado desplomándose
y como en un poema de Cisneros,
albatros, cormoranes y pelícanos
se mueren de hambre en pleno centro de Lima,
baudelaireanamente son vejados.
Aquí por estas calles de miseria
(tan semejante a México)
César Vallejo anduvo, fornicó y deliró
y escribió algunos versos.
Ahora sí lo imitan, lo veneran
y es "un orgullo para el Continente".
En vida lo patearon, lo escupieron
lo mataron de hambre y de tristeza.
Dijo Cernuda que ningún país
ha soportado a sus poetas vivos
Pero está bien así:
¿No es peor destino
ser el Poeta Nacional
a quien saludan todos en la calle?
Irás y no volverás (1969 -
1972)
sábado, 8 de octubre de 2016
Camilo Fernández Cozman. Las técnicas argumentativas y la utopía dialógica en la poesía de César Vallejo. (Reseña)/ Javier Morales Mena
Constantes
isotópicas y modelos de interpretación que serán replanteados, enriquecidos y
sintetizados en las últimas dos décadas del siglo XX (Roberto Paoli, Julio Ortega,
Ricardo González Vigil, David Sobrevilla) y las primeras dos décadas del siglo
XXI (Pedro Granados, Enrique Bruce) mediante investigaciones cuya insistente
presencia “calibran la vigencia de la obra del gran poeta peruano y su
influencia en las generaciones poéticas posteriores” (20).
sábado, 1 de octubre de 2016
Incomodidad de “El palco estrecho”
El palco estrecho
Más acá, más acá. Yo estoy muy bien.
Llueve; y hace una cruel limitación.
Avanza, avanza el pie.
Hasta qué hora no suben las cortinas
esas manos que fingen un zarzal? 5
Ves? Los otros, qué cómodos, qué efigies.
Más acá, más acá!
Llueve. Y hoy tarde pasará otra nave
cargada de crespón;
será como un pezón negro y deforme 10
arrancado a la esfíngica ilusión.
Más acá, más acá. Tú estás al borde,
y la nave arrastrarte puede al mar.
Ah, cortinas inmóviles, simbólicas...
Mi aplauso es un festín de rosas negras: 15
cederte mi lugar!
Y en el fragor de mi renuncia
un hilo de infinito sangrará.
Yo no debo estar tan bien;
avanza, avanza el pie! 20
(Los heraldos negros, “Buzos”, 1918)
Dominic
Moran [“The Author´s Favourite, But is it Any Good? Some Thoughts on
'El Palco Estrecho'”. En: Stephen M. Hart (Ed.). Politics, Poetics, Affect. Re-visoning César Vallejo.
Cambridge: Cambridge Schollars Publishing, 2013, pp. 67-87] hace un
balance general de la crítica vallejiana hasta el presente y nos alerta,
no sin razón, que: “We do not posses the sort of systematic, line by
line commentary on Vallejo´s work which the greatest poetry such as
Shakesperae´s sonnets, and I can think of no critical study on Vallejo
comparable to Malcolm Bowie´s Mallarmé and the Art of Being Difficult
[dificultad que, en el caso de Vallejo, y según George Stainer, sería
'ontological' (68)]” (67); y, la misma estudiosa, enseguida agrega:
“Most critical editions contain little or no close textual commentary,
and those which do are often highly (some might say strategically)
selective [desde Américo Ferrari, pasando por Julio Ortega hasta, entre
otros, Marta Ortiz Canseco o Efraín Kristal; con excepción parcial de
Roberto (sic) González Vigil, aunque éste guarde silencio ante los
aspectos más problemáticos de los textos]” (68). Sumario estado de la
cuestión para enseguida, y a modo de alternativa, plantearnos la
necesidad de subsanar la lectura de “El palco estrecho” [según Espejo
Asturrizaga: “el poema preferido de Vallejo”]: “It is never
anthologized, rarely elicits more tan a passing reference in most
critical works and does not even get a mention in one of the seminal
academic studies of Vallejo´s poetry [Jean Franco´s César Vallejo: The dialectics of Poetry and Silence]” (69).
Por nuestra parte, en nuestro libro de 2004 editado por la PUCP (Poéticas y utopías en la poesía de César Vallejo, pp. 37-39)
apuntábamos que lo que en el poemario de 1918 representaría el apartado
«Buzos» [“La araña”, “Babel”, “Romería” y “El palco estrecho”]
--aquello de bucear o ir hacia el inconsciente-- estaría ilustrado
precisamente por aquel poema en cuestión. Apuntábamos que en la
progresión «Más acá, más acá. Yo estoy muy bien» (v. 1); «Más acá, más
acá. Tú estás al borde» (v. 12), hasta, «[Más acá, más acá] Yo no debo
estar tan bien» (v. 19), el uso del verbo estar refleja el drama de la
posibilidad o imposibilidad de la auto-reflexión por parte del yo
poético. A su vez, lo único de lo que no cabe duda es que «avanza,
avanza el pie» (vv. 3 y 20). Se trataría aquí, como dice Jean Franco,
del gesto tan contemporáneo y tan adelantado en su contexto —el Perú de
la época— «de la descentralización del yo que nunca puede enunciar el yo
real. Como dijo Lacan, “Yo no soy lo que yo digo. Yo no soy donde yo
pienso, no pienso donde soy”» [Jean Franco, “La desautorización de la
voz poética en dos poemas de Vallejo”. Actas del Coloquio Internacional.
Frei Universitat Berlin, 1981, p. 56]. Asimismo, que en «El palco
estrecho», se presenta por vez primera la lluvia: «Llueve; y hace una
cruel limitación» (v. 2); «Llueve. Y hoy tarde pasará otra nave/ cargada
de crespón» (vv. 8-9). El verbo «Llueve», en realidad, está aquí en
función anafórica y antepuesto a la conjunción copulativa ‘y’. Verbo
explícito en los ejemplos inmediatamente antes citados, pero implícito
en los versos 13 y 17-18, donde deberíamos leer: «[Llueve] y la nave
arrastrarte puede al mar» y «[Llueve] Y en el fragor de mi renuncia/ un
hilo de infinito sangrará», respectivamente. Y donde la lluvia aún no se
presenta en la poesía del peruano con un valor, podríamos decir,
bienhechor [como sin duda lo será en Trilce], que lava o
purifica. Aquí anuncia y acompasa al menos aquel autodescubrimiento
lacaniano del Yo. Es en este sentido como debemos leer el verso «hace
una cruel limitación», lucidez —a final de cuentas— positiva o necesaria
en el desarrollo de la personalidad; y asimismo los versos 15-17: «Mi
aplauso es un festín de rosas negras:/ cederte mi lugar!».
Finalmente, también en Poéticas y utopías…, observábamos que lluvia y mar interactuaban por primera vez en Los heraldos negros.
Esto sucedería precisamente en los versos 13-14: «[Llueve] y la nave
arrastrarte puede al mar./ Ah, cortinas inmóviles, simbólicas...». Es
obvio aquí que el mar está asociado semánticamente al peligro, al riesgo
de la inmovilidad: «cortinas inmóviles»; lo que no hace, a su vez, sino
ilustrarnos nuevamente respecto al carácter de mar como «charco» o
«tumba». Lugar aquel, entonces, de desconcierto por la constatación de
la problemática identidad o espacio del yo («El palco estrecho»), y que
predomina en el poemario de 1918.
Ahora, para una lectura actualizada de este poema, echaríamos mano de otros presupuestos; culturales y andinos estos últimos.
En tanto y en cuanto incluiríamos un eje bíblico-solar en debate en
todo “El palco estrecho”. Donde, por ejemplo, aquel “zarzal” (v.5) no
vendría de “zarzuela” (Moran 84), para ceñirse al supuesto tema general y
prevaleciente allí del Theatrum Mundi; sino, más bien, de Sol o
fuego o gracia, en tanto 'zarza ardiente'. Asimismo, una lectura del
Sol o “nave” (vv. 8 y 13) opacado o interferido --aunque jamás de modo
absoluto o definitivo-- precisamente allí por la lluvia en esta época
de la poesía de César Vallejo; es decir, Inkarrí en un escenario previo
al de Trilce. Pero esto lo elaboramos ahora mismo dentro un trabajo de más largo aliento y en pleno desarrollo.
sábado, 24 de septiembre de 2016
Politics, Poetics, Affect: Re-visioning César Vallejo (Reseña)
Stephen M. Hart (ed.) Politics, Poetics, Affect.
Re-visioning César Vallejo.
Cambridge: Cambridge Schollars Publishing, 2013.
“Vallejo refusal to separate
the personal (including his own body) from the political [also from the poetry]” (Stephen
Hart).
Colección
de textos cuyas calas tienen en común, finalmente, indagar sobre la “poesía fisiológica”
de César Vallejo; o sus cuasi sinónimos aquí: “inmanencia” (William Rowe),
“Animalestar” (Michelle Clayton), “poesía sin pureza” nerudiana que viene desde
Vallejo (Adam Feinstein) o, por último, en tanto y en cuanto esta poesía:
“destroys the distinction
between the written and the spoken word, the genital organs and the organ of
the voice, thereby enabling us to hear the poem across multiple sensory
registers. Isofar as the body is the
seat of these functions, the crossing of sensory registers heightens the force of sensation whiting the body, effacing the distance between the reader and the
text” (Paloma Yannakakis).
Enfoque
general, sobre el que se dirigen los tiros ahora mismo, aunque aquí lamentablemente
carente del imprescindible ingrediente cultural; con excepción de Santi
Zegarra, el cual apunta con prístina sencillez: “César Vallejo no era un poeta
francés, era un poeta andino, y tenía que mostrar de forma sutil sus
orígenes”. Pero --contra lo acaso
esperado-- componente cultural que soslaya asimismo Eduardo González Viaña en
el resumen y comentario de su novela Vallejo
en los infiernos; más que al Grupo Norte --al cual perteneció César Vallejo
durante su estadía en Trujillo-- ¿cabría mejor referirnos al Grupo Nort-Andino?
Perspectiva
“fisiológica” de César Vallejo que nos invita a ponerla en contexto y debate
con otras fundamentales de América Latina que han dejado amplia huella; como, por ejemplo, la
mundo novista del Modernismo (Ej. José Santos Chocano) y --vía José Vasconcelos-- también la de Pablo Neruda (El canto general) y, de modo muy
particular, la del “giro lingüístico” o “prosopopeya” o “postmoderna” que representa “Borges y yo”, del homónimo y
célebre escritor argentino.
Más sobre “poesía fisiológica” de César Vallejo:
martes, 13 de septiembre de 2016
MARIO VARGAS LLOSA Y GEORGETTE PHILIPPART DE VALLEJO
Mario Vargas Llosa: El pez en el agua, 1993
…André Coyné tradujo «El desafío» al francés, pero fue Georgette Vallejo la que revisó y pulió la traducción, trabajando conmigo. Yo conocía a la viuda de César Vallejo porque iba con frecuencia a visitar a Porras, pero sólo en esos días, ayudándola en la traducción, en su departamento de la calle Dos de Mayo, nos hicimos amigos. Podía ser una persona fascinante, cuando contaba anécdotas de escritores famosos que había conocido, aunque ellas estaban siempre lastradas de una pasión recóndita. Todos los estudiosos vallejianos solían convertirse en sus enemigos mortales. Los detestaba, como si por acercarse a Vallejo le quitaran algo. Era menuda y filiforme como un faquir y de carácter temible. En una célebre conferencia en San Marcos, en la que el delicado poeta Gerardo Diego contó bromeando que Vallejo se había muerto debiéndole unas pesetas, la sombra de la ilustre viuda se irguió en el auditorio y volaron monedas sobre el público, en dirección al conferencista, a la vez que atronaba el aire la exclamación: «¡Vallejo siempre pagaba sus deudas, miserable!» Neruda, que la detestaba como ella a él, juraba que Vallejo tenía tanto miedo a Georgette que se escapaba por los techos o las ventanas de su departamento de París para estar a solas con sus amigos. Georgette vivía entonces muy pobremente, dando clases privadas de francés, y cultivaba sus neurosis sin el menor embarazo. Ponía cucharaditas de azúcar a las hormigas de su casa, no se quitaba jamás el turbante negro con que siempre la vi, se compadecía con acentos dramáticos de los patos que decapitaban en un restaurante chino vecino a su edificio y se peleaba a muerte —con durísimas cartas públicas— con todos los editores que habían publicado o pretendían publicar la poesía de Vallejo. Vivía con una frugalidad extrema y recuerdo que, una vez, a Julia y a mí, que la invitamos a almorzar aLa Pizzería de la Diagonal , nos riñó, con lágrimas en los ojos, por haber dejado comida en el plato habiendo tantos hambrientos en el mundo. Al mismo tiempo que intemperante, era generosa: se desvivía por ayudar a los poetas comunistas con problemas económicos o políticos a los que, a veces, en tiempos de persecución, ocultaba en su casa. La amistad con ella era dificilísima, como atravesar un campo de brasas ardientes, pues la cosa más nimia e inesperada podía ofenderla y desencadenar sus iras. Pese a ello, se hizo muy amiga nuestra y solíamos buscarla, llevarla a la casa y sacarla algunos sábados. Luego, cuando me fui a vivir a Europa, me hacía encargos —que le cobrara algunos derechos, que le enviara algunas medicinas homeopáticas de una farmacia del Carrefour de l'Odéon, de la que era cliente desde joven— hasta que, por uno de estos mandados, tuvimos también un pleito epistolar. Y, aunque nos reconciliamos después, ya no volvimos a vernos mucho. La última vez que hablé con ella, en la librería Mejía Baca, poco antes de que se iniciara esa terrible etapa final de su vida, que la tendría años hecha un vegetal en una clínica, le pregunté cómo le iba: «¿Cómo le puede ir a una en este país donde la gente es cada día más mala, más fea y más bruta?», me contestó, refregando las erres con delectación…
lunes, 12 de septiembre de 2016
Vallejo/Bukowsky/Granados
Vallejo
Resulta difícil encontrar un tipo
cuyos poemas
no te decepcionen.
Vallejo, en este sentido,
nunca me decepcionó.
Algunos dicen que murió
de tanto pasar hambre.
En todo caso
sus poemas sobre el terror
de quedarse solo
son de cierto modo amables
y no gritan.
Estamos hartos
de casi todo el arte.
Vallejo escribe como hombre
no como artista.
Queda más allá
de nuestro comprensión.
Me gusta pensar que Vallejo
vive todavía
y cruza derecho la habitación.
Percibo el sonido de sus pasos
firmes. Imponderables.
(Versión libre de P.G.)
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