Empezamos, desde ya, y a nuestra manera, la celebración de tan magno centenario, Trilce (1922). Por el momento, con un mini-curso a ofrecerse en Centro Cultural Brasil-Perú ("Trlce/Teatro: guión, personajes y público"), los días 10 y 12 de marzo (ver afiche). Asimismo, con la propuesta de una línea de investigación de VASINFIN, titulada: "Poesía peruana y mediación conceptual", la cual se puede leer más abajo. Invitamos a los investigadores interesados a sumarse al desarrollo de esta línea de investigación. La cual se verá plasmada en un libro, editado por VASINFIN (y algún otro co-editor), a publicarse a inicios de 1922. A estas propuestas se irán sumando otras iniciativas y, desde ya, damos la bienvenida a todas las que nos hagan llegar. Mayores detalles a través del correo de VASINFIN (vasinfin@gmail.com).
Poesía peruana y mediación
conceptual
“Si
alzando las manos,
formando
una garra,
pudiera
desgarrar
mi
cielo más próximo…
Quizá
esa sea la destreza
del
hombre del futuro.
Comerse su propio
cielo” (Granados 1986)
La capacidad mediadora de la poesía peruana
--en perspectiva conceptual o multinaturalista
[1]-- alcanza su plenitud con
Trilce. Logro que tiene sus antecedentes en el
mito de Inkarrí,
Dioses y hombres de Huarochiri y
la
Nueva corónica y buen gobierno de
Huamán Poma de Ayala. Además, en su reacción a la poesía “mundonovista”
del Modernismo (José Santos Chocano). Así como, por otro lado, en cuanto
aquel poemario de 1922 constituye una elaboración propia del costumbrismo
limeño (Granados 2007) --tipo Ricardo Palma, Clemente Palma o José Diez
Canseco--; lo mismo que del criollismo o ruralismo del grupo
Colónida y Abraham Valdelomar (Granados 2017a).
Trilce que
tiene en los 30′, a través de la poesía de Martín Adán, a su mejor glosador
multinaturalista en clave barroco-coloquial. Y ya en la generación del
50, dado el interés por la cultura precolombina entre la mayoría de sus
miembros --sobre todo entre los motejados “puros” (Javier Sologuren, Jorge
Eduardo Eielson, Blanca Varela, etc.) y no tanto así entre los “sociales”
(Alejandro Romualdo, Washington Delgado, Pablo Guevara, etc.)-- al
poemario Estancias (1960) de Sologuren
como un auténtico heredero de su poderosa mediación conceptual.
Obviamente, una vez catalizada la lectura de este último poemario con la
antropología de Claude Lévi-Strauss, el budismo Zen (Daisetsu Teitaro Susuki)
y, no menos, con lo que ha elaborado Eduardo Viveiros de Castro sobre el
pensamiento amerindio. Estancias,
entonces, cual un concatenado repertorio de ideogramas o discretos diseños con
los cuales entablar, desde el Perú, un diálogo intergaláctico.
Seleccionamos
a Javier Sologuren, a quien dedicamos nuestra tesis de Bachiller en Humanidades
por la PUCP (Granados 1987) y no, por el contrario, a Jorge Eduardo Eielson o a
Blanca Varela –habiendo estos últimos incluso rescatado de modo explícito la
herencia precolombina en sus poemas– porque en el primero de ellos prima el
existencialismo tanto como, en la poesía de Varela, predomina el expresionismo.
Ahora, no es que no sea posible, implicando a Lévi-Strauss o a Viveiros de
Castro en nuestra tarea, levantar una topografía multinaturalista a partir de
la lectura de aquellos poetas peruanos; sino que la fanopea de Javier Sologuren
--acaso de modo paradójico en tanto poeta “puro” o en menor grado
“ideologizado”-- mapea y sintetiza aquella mediación de manera simple y
sorprendentemente elocuente (Rebaza 2000).
Por otro lado, y de manera
secuencial, generación poética peruana de los años 60-70 que, a semejanza del
subgrupo de los poetas “sociales” del 50′, estuvo intensamente
interesada, acaso con la solitaria excepción de Luis Hernández
Camarero, en la
real politik y
no en lo post-humano (otra manera de aludir al multinaturalismo). Así
como los poetas peruanos --del 90 y del 2000-- escasamente se concibieron
amerindios. Y, más bien, estos últimos asumieron y ventilaron en sus
obras diversos tipos de problemáticas globalizadas y urbanas como la de la
identidad (género, etnicidad), ecología e incluso una construcción cultural
filantrópica como la del multiculturalismo; además de ensayar un desmontaje
semiótico generalizado: “giro lingüístico”, “giro visual”, etc. Ante este
panorama, es recién hasta la poesía de la denominada generación de los años 80
(ejemplos, Magdalena Chocano o este autor) y, también, la de dos poetas
contemporáneos y al mismo tiempo marginales de
Hora Zero (años70) como José Watanabe y Vladimir Herrera,
cuando la mediación conceptual vía el “giro ontológico”
[2] o el multinaturalismo --y, no menos,
la extraordinaria irradiación de
Trilce-- se ha
tornado tan marcadamente relevante e influyente en toda nuestra región:
“Vallejo en español selvagem y portunhol trasatlántico” (Granados 2017b).
Obras citadas
Alberti, Benjamin. “Arqueología
de la ontología”, en: Annual Review of Anthropology,
2016, 45: 163-179. Traducción
Andrés Laguens, octubre 2017.
———– Vía
expresa. Lima: INC, 1986.
Rebaza, Luis. La construcción de un artista peruano contemporáneo.
Lima: PUCP, 2000.
Rizo Patrón, Rosemary
“Multinaturalismo e interculturalidad
en el horizonte del mundo de la vida”,
en:
Anuario colombiano de fenomenología,
volumen VII, Pereira, Co.: Universidad Tecnológica de Pereira/Editorial UTP. Vol.
I, 2013. 195-209.
[1] Según la cual: “se afirma la unidad
(‘universalidad’) de un
espíritu cósmico
versus la diversidad (o ‘particularidad’) de los
cuerpos naturales” (Rizo-Patrón
196).
[2] “Las aproximaciones ontológicas
críticas [ni “naturalismo” ni “constructivismo”] están unidas en su
cuestionamiento de la capacidad de la ontología moderna de la sustancia
cartesiana—la visión de que el mundo está dividido en dos tipos de sustancias,
materia extendida y pensamiento—para explicar plenamente el mundo
material. Fundamentalmente, la metafísica alternativa consiste en
ontologías relacionales. Más que hechas de objetos discretos o piezas de
materia, todas las cosas están constituidas por sus relaciones. […] Un nuevo
lenguaje intenta imaginar la compleja topología de estas realidades
relacionales, incluyendo la “red” de Latour (2005), la “malla” de Ingold (2007,
2012) y la “mezcla” o “enredo” de Barad” (Alberti 2017). Y, no menos, el
“multinaturalismo” (1996); aunque: “Es revelador que el objetivo de Viveiros de
Castro –sistematizar el pensamiento amerindio en una metafísica tal que pueda
tener un efecto recíproco sobre el pensamiento antropológico y la metafísica
“naturalista” u occidental—rara vez es citado. Como tal, mucha de la
ontología social y la nueva arqueología animista omiten la postura crítica de
la obra de Viveiros de Castro” [Aunque esto ya lo curé desde la obra de un
poeta “amerindio” como Javier Sologuren, y sustenté en la PUCP ya en 1987] (Alberti 2017).