Porque allí pillé a Góngora
Leyendo a Góngora
En la voz de Luis Jaime Cisneros
Lo mismo que a Salomón Lerner
Incrédulo y de a pie
Sujetando alguno de mis poemarios
Porque no por las huevas estuvo allí
Luis Hernández Camarero
Que estar allí, acompañar,
Es mucho más poderoso
Que el mero hecho de estudiar
Porque en la PUCP, y junto con algunos de mis profesores,
Ensayábamos explicar la verdad hasta confinarla
En un esquema
Algo mucho más humano que el solo hecho de creer
Y porque entre algunas de mis compañeras
De aquel entonces
Descubrí la bondad, la inteligencia
Incluso el amor
Porque desde el segundo piso de Letras
En el Fundo de Pando
Mirando hacia la playa y por las tardes
Se ve a Trilce o a Inkarrí
Da exactamente lo mismo
Una sonrisa de tan amplia
Aparentemente horizontal
Dorada y abozaleada
Remando contra lo corriente
Fragmento de La mirada (2020)
A la sombra del poeta
Al que no suelo encontrar
Estando sentado
Aunque así ha sucedido hoy día
Hurgando sus poemas
Leyendo sus crónicas
Un dado de ocho lados
Multiplicado por otros ocho
Pero reducido también
Si fuese necesario
A cuatro ojos sobre tres rostros
Y de modo penúltimo
A una mirada
Sumergida
Hasta el párpado inferior
Bemol (es) contra Bulla
Así es Trilce
Puñal o península
A quema ropa
“Mi Vallejo” (“Pedro Granados”, p. 257). Susana Cella y Lucas Peralta (Comps.), Mundo Vallejo (Buenos Aires : Ediciones del CC Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini, 2022) pp. 211-289.
“Mi Vallejo” constituye el testimonio de treintaiocho (38) poetas; una tercera parte argentinos y, los otros, entre uruguayos, peruanos, cubanos, chilenos, españoles, etc. En el corte sincrónico que constituye toda opinión, aquí hallamos de todo; aunque, en lo básico, aquello previsible. Es decir, destaca el Vallejo experimentador con el lenguaje y, en proporción semejante, el Vallejo comprometido. Pirotecnia, entonces, ciertamente motivada, jamás por caprichosa; y, por otro lado, el par: utopía/ distopía.
Susana Cella habla de Trilce en tanto “manifiesto” (nosotros también, aunque con adicionales sentidos, en un libro muy reciente: Trilce manifiesto). Marcelo Díaz, destaca ciertos versos de Vallejo: “Hasta el día en que vuelva de esta piedra”, “Del borde de un sepulcro removido/ se alejan dos marías cantando./ Lunes”; los cuales, añadimos por nuestra cuenta, podrían ilustrar muy bien, a través del énfasis en la “piedra”, una perspectiva de lectura simétrica o multinaturalista. Asimismo, simpatizamos con aquello del “descartonamiento” al que nos sometería Trilce, según Daniel Freidemberg, previo a cualquier marco teórico del que estuviéramos premunidos. De Antonio Gamoneda, sin coincidir con su recepción post Guerra Española de César Vallejo, nos gusta su poema; aunque el final mismo de su texto suene más nerudiano que vallejiano: “Dame la mano para entrar en la nieve”. Sin embargo, acaso sea el testimonio de Víctor Rodríguez Núñez, previa pasteurización de su cubanismo, aquel con el que más coincidimos: ”Creo que César Vallejo nunca quiso ser, ni lo fue en realidad, un poeta vanguardista. Sus objeciones al futurismo y el surrealismo están claramente expresadas en Contra el secreto profesional. La ruptura con el modernismo que representa Trilce va más allá del posmodernismo y orienta nuestra poesía por un camino independiente, que no es el de los sujetos coloniales y neocoloniales, y por tanto resulta radicalmente descolonizadora”. “Ruptura”, sin embargo, a la que convendría añadir para que no cojee o no traicione el ubicuo oxímoron vallejiano, su opuesto (unión, reconciliación, hospitalidad, cuidado), dado precisamente por el mito (Inkarrí).
En fin, nos agradan también algunas otras respuestas, venidas de personas sensatas y agradecidas (antes incluso que supuestos poetas); como, por ejemplo, aquella de José Antonio Mazzotti que retrocede tres siglos para percibir la novedad que constituye Trilce: “Nada tan trascendente ni original había sido escrito hasta entonces, salvando quizá los impresionantes poemas culteranos Fábula de Polifemo y Galatea y Soledades, de Luis de Góngora y Argote a principios del siglo XVII”. Sin embargo, la desubicación de algún muchacho (perdonable, por cierto), la mezquindad de alguno del canon (imperdonable), lo mismo que la lobotomía de algún personajillo recurrente en este tipo de publicaciones, no dejan de habitar también este tan humanísimo “Mi Vallejo”. P.G.
Rodolfo Alonso
(Argentina)
Pablo Ananía
(Argentina)
Roberto Appratto
(Uruguay)
Rito Ramón Aroche
(Cuba)
León Félix Batista
(Santo Domingo)
Diego Bentivegna
(Argentina
Marco Antonio Campos
(México)
Susana Cella
(Argentina)
lberto Cisnero
(Argentina)
Alejandro Crotto
(Argentina)
Arturo Dávila
(México)
Marcelo Díaz
(Argentina)
Eduardo Espina
(Uruguay)
Soledad Fariña
(Chile)
Daniel Freidemberg
(Argentina)
Antonio Gamoneda
(España)
Fina García Marruz
(Cuba)
Diego L. García
(Argentina)
Christian Gómez Olivares
(Chile)
Raúl González Tuñón
(Argentina)
Pedro Granados
(Perú)
Otoniel Guevara
(El Salvador)
José Antonio Mazzotti
(Perú)
Maurizio Medo
(Perú)
Víctor Manuel Mendiola
(México)
Eduardo Mileo
(Argentina)
Lucas Peralta
(Argentina)
María Ángeles Pérez López
(España)
Jean Portante
(Luxemburgo)
Víctor Rodríguez Núñez
(Cuba)
Silvio Rodríguez
(Cuba)
Gonzalo Rojas
(Chile)
Susana Romano Sued
(Argentina)
Roger Santibáñez
(Perú)
José Ángel Valente
(España)
Juano Villafañe
(Argentina)
Jordi Virallonga Eguren
(España)
Miguel Ángel Zapata
(Perú)