Comprobamos en la UFAC (Acre, Rio Branco, Brasil), y de modo
fehaciente, que César Vallejo no es sólo un gran poeta; sino también --por
cierto, no únicamente entre los Andes y la Amazonía-- un extraordinario mediador conceptual. Sobre todo cuando propusimos poner en paralelo,
en el aula, nuestras lecturas autobiográficas o auto-ficcionales de “Borges y
yo” (El hacedor, 1960) y “Huaco” (Los heraldos negros, 1918). A través de este ensayo fue patente ver cómo
tenemos en la poesía del peruano una alternativa al “giro lingüístico” que
representa la obra de Jorge Luis Borges.
Por lo tanto, percibir cómo del humanismo (autobiografía en tanto “autenticidad”,
susceptible de evaluarse por la historia, psicología, sociología, etc.),
pasamos al concepto de autobiografía como “escritura” (personificación o prosopopeya). Y de aquí al posthumanismo o mejor cabría denominar multinaturalismo o “giro
ontológico” --que no tiene ya más al hombre como centro, sino que junta cultura
y naturaleza-- el cual ilustra, repetimos, sobremanera la obra de
César Vallejo. Tercera vía --respecto al
humanismo y al “antihumanismo”-- la advertida ya por los estudiosos brasileños Tânia
Stolze Lima y, de modo acaso más sostenido, Eduardo Viveiros de Castro desde
1996. En este sentido, no dudamos que en
los próximos años --aunque para bien, porque se va en busca del sentido-- se configure todo un fenómeno
epistémico global; algo semejante a un “Ayahuasca Vallejo”. Que esto último no constituya depredación y poesía. Que queden algunos réditos por aquí y que aquello no
se patente --en exclusiva-- en el primer mundo, depende únicamente de nosotros.
sábado, 17 de junio de 2017
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