Informado y útil trabajo*, diseña un degradé
desde la picaresca --y el juicio, aunque implícito, severo a las andanzas del
pícaro y prófugo nativo de Santiago de Chuco-- a la elegía --a los versos
hondos y el parisino, en aura de compromiso social, trance de muerte del
poeta. Hart jamás percibe el aspecto cultural, aunque expone los
ladrillos e incluso glosa y comenta puntuales calas de Vallejo en lo
andino. Justo cuando finalmente se impone hablar de sexo
--incestuoso o no-- el crítico inglés calla. “Parado en una piedra”, tal
como lo expusimos en detalle en nuestro libro del 2004 (Cap. III: “La
poética del nuevo origen: La piedra fecundable de los poemas de París”)**,
alude no sólo a una manifestación o “paro”; sino también, de modo
simultáneo, a una virtual cópula con la piedra, con la materia misma de lo
incaico: sol --masculino-- que se ha transformado en algo femenino, aunque esta
piedra ahora se halle “cansada” o en crisis y sea, luego, incluso la propia
“España” del famoso poemario póstumo dedicado a la Guerra Civil. Hart no
percibe en su lectura la presencia de lo cultural, su constante opacidad y
metamorfosis, sino únicamente como un museo de tópicos o taxonomía académica ya
canonizada; un tanto como tampoco lo percibió la misma Georgette de
Vallejo. Pero el mismo poeta sí lo hizo e incorporó aquello en su propio
proceso intelectual y artístico donde lo político no se contraponía a lo
mítico. Por esta razón, sus “Nostalgias imperiales” y su Trilce
--que es versión escrita sintética y sincrética del mito de Inkarrí, elaboramos
ahora mismo un ensayo sobre ello-- y su “Piedra cansada” son un mismo mito
expuesto de modo minimalista y con vocación incluyente siempre. De lo
afro-limeño, primero, y después de las etapas iluminista y revolucioria de su
experiencia europea: francesa y soviética, respectivamente. Una biografía
de Vallejo que no ventile aquel aspecto cultural en su relato lucirá
siempre destrabada e inevitablemente fragmentaria. El problema es
que Vallejo no hablaba nunca de esto, ni con su viuda ni con nadie. Su
experiencia de lo sagrado, nada exclusivista o individualista sino más bien
comunitaria, se tocaba con su radical experiencia de la poesía y para él,
tal como en aquellos versos finales de “Huaco” (“[Yo soy]Un fermento de sol/
levadura de sombra y corazón”), le eran inherentes --acaso para ser más
productivos en su obra poética -- el pudor o el secreto.
En todo
lo demás, aunque Hart de algún modo continúe la teoría y metodología de un Juan
Espejo Aturrizaga, la exposición del profesor inglés es amena y, repetimos, a
pesar de cierto puritanismo u holismo militante, extraordinariamente útil.
*Stephen
Hart, [César Vallejo. A literary Biography (London: Támesis,
2013)] César Vallejo. Una biografía literaria (Lima: Editora
Cátedra Vallejo, 2014).
**
Pedro Granados, Poéticas y utopías en la poesía de César Vallejo [PhD
Thesis, Boston University, 2003] (Lima: PUCP Fondo editorial, 2004)
Tomado de El César Vallejo de Stephen Hart
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